La palabrita de moda es cringe, pero hay que volver a las fuentes: lo que da es vergüenza ajena. También podría decirse que el payasesco espectáculo del Movistar Arena da risa, si no fuera porque el bufón principal es el responsable de hundir cada día más en la miseria a este pobre país. Pero al cabo lo que demuestra Javier Milei con su penosa performance escénica es -otra vez- su absoluta desconexión con la realidad. Como Aldo Rico allá lejos y hace tiempo intentando apropiarse de Los Fabulosos Cadillacs, el "primer mandatario" no entiende absolutamente nada del sentido original de las canciones que elige destrozar. Nunca entendió (difícilmente le interese) las convicciones de La Renga -no solo con "Panic Show"-, menos aún puede comprender qué sintetizó Charly García en "Demoliendo hoteles". 

Es posible imaginar el azoramiento y la furia del pueblo rockero frente a semejante falta de respeto a años de resistencia lírica y musical a los mismos horrores que hoy encarna este gobierno. Pero habrá que hacer de tripas corazón y evitar caer en la trampa de su provocación. Verlo como una pésima imitación de Capusotto u Olmedo sacando la lengua a los gritos en el sketch de Alvarez y Borges. Cualquiera puede ponerse una camiseta rockera y fingir que es del palo, pero en una cultura que detecta con eficacia las imposturas seguirá siendo solo un pobre tipo posando de rebelde. Un meme del Sr. Burns con gorrito. Por todos los medios, habrá que ahorrarle al pobre Charly el sinsabor de ver y escuchar lo que se ha cometido con una de sus canciones emblema. Mientras tanto, esperar y trabajar para que pasen estos tiempos de ignominia y vergüenza ajena, en los que una sala repleta de aplaudidores desconectados de la realidad festeja otro dislate de la gente sin swing.