Parafraseando el gran tema de Renato Carosone, el protagonista de Hotel Costeria (estreno el próximo 24 de octubre por Universal+) va por la vida “haciéndose el americano”, o quizás esté actuando un poco como italiano. “Daniel es un poco ambas cosas. Uno de los aspectos más singulares del programa y del personaje es que fue criado y nacido en Nápoles. Después pasó gran parte de su vida en los Estados Unidos y a defender a ese país por casi veinte años. Su padre era negro y su madre era italiana. Fue soldado, pero conoce el submundo del hampa por haber sido ladrón callejero. Está en una transición”, le dice el actor Jesse Williams a Página/12. Se trata de una entretenida ficción de seis episodios acerca de un exmarine que se gana el pan trabajando como fixer para un exclusivo refugio para ricachones emplazado en un monte frente a la costa Amalfitana. 

Como los drinks que bebe su protagonista en una discoteca mientras suena la pegajosa “Ma quale idea” de Pino Pino D'Angiò, Hotel Costeria es un drama criminal que sabe cómo equilibrar sus componentes con estilo. Con toques de comedia, bastante acción, algún que otro misterio por episodio y las postales de Positano, el gran goce pasa por acompañar a De Luca resolviendo sus problemas arriba de una moto Guzzi. Es un conserje que sabe de lucha cuerpo a cuerpo y no está solo en sus cometidos. Su equipo está conformado por Bigné (Antonio Gerardi), el dueño de un café con muchos contactos; Tancredi (Sam Haygarth), un aristócrata inglés con recursos y Genny (Jordan Alexandra), la más punzante del grupo al momento de resolver los temitas que se van presentando. Sea encontrar un perro, a un CEO extraviado o a la propia hija del dueño de este exclusivo hotel donde pasan cosas raras y sugestivas. “Daniel está confundido, un poco a la deriva, porque se siente bien anclado a esos dos lados de su identidad. Es un mundo interesante para trabajar”, dice Williams.

-La serie presenta los contrastes de ese lugar deslumbrante, hay postales lujosas, la camorra haciendo su trabajo sucio y Daniel De Luca como un guía que se busca a sí mismo. ¿Ahí está el diferencial de Hotel Costiera?

-Queríamos que se notara exactamente esa mezcla de luminosidad y oscuridad. Pasa en la costa Amalfitana y en cualquier lugar del mundo con mucha historia vas a tener esos contrastes. Cada lugar al que vayas tiene algún secreto que espera a ser contado. Son como los callejones en los que se mete Daniel para resolver los problemas. En cada uno de ellos aparece algún personaje nuevo, un crimen y una historia. Hay un potencial de peligro y belleza en cada esquina, y la arquitectura del sur de Italia te da eso. Es como que te abraza, podés amar esos rincones o te pueden golpear en la cabeza.

-Nunca se fue del todo, pero el formato del caso de la semana parece haberse reinstalado en la TV actual con programas como Poker Face. ¿Qué tan importante es este elemento dentro de Hotel Costiera?

-Fue un atractivo para mí. Me crié viendo esos programas en los ’80 y ’90, tiene algo de la vieja escuela donde está el tipo con fallas que quiere algo, pero para conseguirlo va a tener que pasar por una gran cantidad de pruebas por episodio. Este modelo me encanta y creo que es el momento ideal para que esté de vuelta. Una bienvenida nostalgia que estamos honrando. Sé que no era el objetivo inicial, pero una vez que estuvimos haciéndolo sentimos que había algo familiar.

-Daniel tiene su propio equipo, pero supongamos que tuviera que elegir a otros personajes de la ficción para sumarse. ¿A quién elegiría sin dudarlo? ¿Jack Reacher por su pasado militar, Ray Donovan por su expertise como fixer o Magnum por su atractivo, el lugar paradisíaco y camisas?

-Me quedo con Magnum P.I. (risas). Es una comparación divertida en la que nunca había pensado hasta que me la hicieron notar. Y entiendo por qué. Tiene su dureza, y una felicidad por dentro que no podés dejar pasar. Son emociones que trascienden a pantalla y tienen un magnetismo para el espectador.

-Hay una escena en el tercer episodio donde se ve una pintada de Diego Maradona en Nápoles. ¿Cómo fue encontrarse con su figura tan presente en el sur de Italia?

-Amé Nápoles justamente por su cultura tan diversa y auténtica. Tiene una honestidad que te impacta. Sabía que Maradona era un gigante, pero desconocía que fuera como una deidad. Es una conexión con dos mundos, bello y profano, y que conecta tan bien con Argentina. Es algo hermoso, como un puente muy duradero, y muy azul. Es como el superhéroe de un cómic y que persiste. No sé si va a haber una nueva temporada, pero sé que si seguimos va a haber cosas muy significativas sobre Argentina en nuestro programa.