“Estamos muy complicados, estamos mal”, sintetizó Salvador Femenía, vocero de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), al evaluar el impacto de la inflación de septiembre en el comercio pyme. Según explicó en la 750, la caída en las ventas ya lleva cinco meses consecutivos y se agrava al compararse con 2024, “que ya había sido malo por las políticas de ajuste”.

La gente no llega a fin de mes y al comerciante le cuesta muchísimo también, porque tanto el comercio como los hogares tienen aumentos de tarifas y no tienen aumentos de ingresos. Los comercios tienen menos ventas y más costos fijos, por lo que el combo es bastante negativo”, alertó.

Ese trágico escenario está generando cambios en los hábitos de compra: “Hay gente que ha dejado de consumir o consume otras cosas”, dijo Femenía.

Asimismo, destacó el corrimiento de los consumidores hacia los comercios de cercanía y cómo estos deben lidiar con los aumentos constantes de los proveedores.

“Las grandes empresas te mandan una lista con algún aumento y por ahí no se puede aceptar, porque no se puede trasladar a precios ni se puede seguir absorbiendo. Hay pymes que tienen buena calidad y la gente las acepta. Hay un corrimiento al mercado de barrio porque compran en el día a día y hay segundas o terceras marcas que el supermercado no tiene”, subrayó.

Si me viene una gran marca con listas del ocho por ciento, algunos mercados dicen que no, que no bajen nada. Porque si pongo ese precio en góndola, la gente no lo compra”, insistió.

“Arcor ahora venía con aumentos del ocho por ciento. Y han venido con aumentos el aceite. Cuestiones de primera necesidad y marcas líderes”. Si hubo un aumento del dólar, seguramente algo van a trasladar. El 70 por ciento de lo que se produce en Argentina tiene algo de componente importado y eso juega”, cerró.