La estrategia de Donald Trump en materia de defensa es una doble victoria para Estados Unidos. La potencia pide que los aliados europeos se gasten más dinero en armamento. Por una parte, consigue ahorrarse dinero en proteger teóricamente los países europeos de la OTAN y en enviar ayuda a Ucrania. Y, por la otra, anima a los Estados a comprar armas de origen estadounidense, tanto para llegar al 5% de gasto del producto interior bruto (PIB) en defensa que impone la misma Alianza Atlántica como para ayudar al Ejército ucraniano de defenderse del imperialismo del régimen de Vladímir Putin.
En la cumbre de ministros de Defensa de la OTAN de este miércoles, varios socios atlánticos han anunciado que se sumaran o incrementaran su participación en la iniciativa que impulsó el Pentágono llamada PURL, que básicamente consiste en enviar armas de fabricación estadounidense a las tropas ucranianas. Según el gobierno ucraniano, los aliados ya habrán enviado a través de este mecanismo unos 3.500 millones de euros en armamento contra Rusia.
Entre otros países, ya se han sumado a la iniciativa de Estados Unidos países europeos como Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Suecia o Canadá. Además, este miércoles han anunciado su participación varios Estados miembros de la Unión Europea, sobre todo de los países bálticos y nórdicos, los que sienten la amenaza del expansionismo ruso más cerca y de manera más inmediata. En cambio, como es habitual en este tipo de iniciativas, los países del sur de Europa, como España, Francia o Italia, se muestran más reticentes a participar en este mecanismo.
Desde que empezó la guerra de Ucrania, países del sur de Europa han mostrado un tono más relajado y menos belicista contra Putin que los que geográficamente e históricamente son más cercanos a Rusia, como son en general los países de la Europa del Este. Además, los estados de la Unión Europea del sur, especialmente Francia, que es la principal potencia militar europea, quieren reducir su dependencia militar respeto a la OTAN, que está controlada de facto por el Pentágono, y de Estados Unidos, especialmente después de las amenazas constantes de Trump contra los aliados europeos.
Sea como sea, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, se ha mostrado muy optimista y ha confiado en que más socios de la Alianza Atlántica se sumarán a la iniciativa impulsada por el propio Pentágono. "Nuestra expectativa es que más países den paso y que compren aún más para proporcionar a Ucrania todo lo necesario para llevar este conflicto a una conclusión pacífica", ha dicho el dirigente estadounidense en declaraciones a los medios antes del inicio del encuentro.
En la misma línea, a pesar de que Estados Unidos ha reducido drásticamente las ayudas que envía a Ucrania, el secretario estadounidense de Defensa elogió Trump y aseguró que, tal y como demostró su presidente en Gaza, "la paz se consigue cuando se es fuerte, no con palabras duras". Así, pidió a los aliados que continúen apoyando a Ucrania, especialmente si es a base de comprar armamento estadounidense, y que sigan aumentando rápidamente su gasto militar, hasta llegar al 5% del PIB como máximo el 2032, tal y como impuso Trump en la última cumbre de líderes de la OTAN.
¿La independencia de Europa, para cuando?
La palabra independencia es cada vez más recurrente en todas las legislaciones e informes que se negocian en las instituciones de la Unión Europea y cada vez está en boca más líderes europeos. Independencia militar respeto a Estados Unidos, independencia comercial respeto a China y, entre otras, independencia energética respeto a Rusia. Ahora bien, una cosa es la teoría y otra muy distinta es la práctica, como queda constatado en la iniciativa impulsada por el Pentágono de enviar armas estadounidenses a Ucrania y a la cual se están sumando cada vez más países.
Cabe recordar que los líderes europeos no solo están cediendo en materia militar con Trump, también en materia comercial. El acuerdo para poner fin a la guerra comercial iniciada por la Casa Blanca que zanjaron Bruselas y Washington en verano es también muy favorable a Estados Unidos: a las importaciones estadounidenses no se les aplicará ninguna tasa de aduanas, mientras que en la dirección contraria el gravamen será de hasta el 15%. Además, pero, el pacto contiene otro punto en la letra pequeña que agrava la autonomía de la Unión Europea en el campo energético y los Estados miembros están obligados a comprar productos energéticos estadounidenses por valor de 250.000 millones de dólares al año durante los próximos tres cursos.


