Lucas Martín Cicarelli, de 30 años, perdió la vida en la madrugada del domingo luego de caer al vacío durante el forcejeo con dos hombres que a punta de pistola querían asaltarlo. La refriega se dio luego de intentar defender a su novia, una joven de 18 años,  durante el robo. La policía detuvo ayer al segundo sospechoso, ya que el primero había caído minutos después de la pelea, alrededor de las tres de la mañana,  en cercanías de Moreno y el río Paraná, donde ocurrió el crimen. “Salió de trabajar, era mozo en el club Alemán. Fue al río con su novia, que es compañera de trabajo. Fueron a comer galletitas, las pepas que le encantaban, y a tomar un jugo de frutas. Nada más. No alcohol, no drogas. Dos tipos saltaron la baranda. Uno tenía un arma”, contó Zulma, la madre, que todavía no puede pronunciar su nombre sin quebrarse. Lucas tenía treinta años y tres hijos. Soñaba con tener un mejor futuro, para él y para sus hijos. Un sueño que esa noche quedó trunco.

Según la reconstrucción fiscal, el ataque ocurrió cerca de las 3.05. Los dos hombres se acercaron bajo amenazas, exigieron las pertenencias de la pareja y, tras un breve forcejeo, uno de los agresores empujó a Lucas. La caída fue de unos 25 metros sobre una zona rocosa. Murió casi en el acto. “Lucas se abalanzó sobre uno para que la novia pudiera correr y pedir ayuda. Y me lo tiraron por el barranco”, repite la mujer, como si la frase la mantuviera a flote. “Todo por un celular, por una mochila. Imaginate la basura que hay que ser para cagarte en la vida de otra persona.”

A pocos minutos del hecho, uno de los sospechosos fue detenido a cien metros del lugar con los objetos robados. Tenía 38 años y antecedentes por robo. Su cómplice, de 33, fue apresado al mediodía del lunes en Garibaldi al 6000, en barrio Moderno, mientras caminaba por la vía pública. “Al momento de la identificación dio un nombre falso, pero lo reconocieron enseguida”, informaron desde la Policía de Investigaciones.

Ambos quedaron a disposición de la fiscal Agustina Eiris, del Equipo Fiscal Transitorio en Violencias Altamente Lesivas, quien dispuso el relevamiento de cámaras, toma de testimonios y dermotest a la persona detenida. La autopsia al cuerpo de Cicarelli será clave para establecer si la caída fue inmediata o si existieron lesiones previas.

Mientras tanto, la familia pide testigos. “La Policía nos dijo que a esa hora hay mucha gente en la costanera, que es normal que se junten ahí. Por eso pedimos que si alguien vio algo se comunique. Necesitamos saber qué pasó”, suplicó uno de los hermanos de Lucas. Otro agregó con bronca: “Lo tiraron por dos mangos, lo que podrían haber ganado laburando”.

El lugar del crimen es un punto habitual de encuentro nocturno para jóvenes. La pareja habría estado detrás de la baranda de contención, en un sector donde la barranca desciende abruptamente hacia las piedras del Paraná. El padre de Lucas sin embargo, negó esa versión y aseguró que no había cruzada esa defensa. Prefectura y bomberos trabajaron casi una hora para rescatar el cuerpo. “Ni la Policía podía bajar”, recordó un familiar.

Lucas era padre de tres hijos: una niña de 12 años, otro de 8 y un pequeño de 5. “A la más grande la crió solo desde los dos meses, porque la mamá la abandonó. Era un chico bueno, sano, trabajador. No hay palabras para describir el dolor por culpa de dos malvivientes”, escribió Zulma en las redes, donde el domingo por la noche publicó un mensaje. “Hace poco terminó el Día de la Madre. A la mañana me despierta la policía buscando a los padres de Lucas. Nos dicen que a mi hijo lo habían matado”, escribió. “Mi hijo trató de defender a la chica que estaba con él y darle la oportunidad de que se salvara. El desgraciado lo tiró veinte metros para abajo. Mi hijo murió.” Para Zulma, el Día de la Madre quedó sellado en el calendario del espanto. “Pensé que sería el peor Día de la Madre que pasaría. Y tuve razón.”

El padre, Valther, intenta ponerle cuerpo al dolor con datos concretos. “Al detenido lo agarraron con la mochila, escondido atrás de un árbol y de un auto. Justo pasaba una moto policial y lo vieron. Rescatamos el celular de Lucas, que estaba en el bolso de la novia. Somos de Buenos Aires, vinimos a Rosario buscando laburo. Pero acá tampoco se consigue mucho. Mis hijos trabajan como mozos por dos monedas”, explicó.

La familia no solo exige justicia: también necesita ayuda. “No estamos en condiciones de pagar el velorio. Queremos despedirlo, poder abrazarlo por última vez”, dice la madre. En redes sociales abrieron una colecta con el alias “porlucascica” para costear los gastos del sepelio. “Yo necesito verlo, despedirme. No lo pude abrazar”, agrega entre lágrimas.

La fiscalía no descarta nuevas medidas y analiza las cámaras de seguridad del paseo ribereño para reconstruir la secuencia completa del ataque. “Es posible que haya más personas involucradas”, confiaron fuentes judiciales.

Lucas amaba la costanera. Practicaba parkour y solía entrenar en las barrancas, donde encontraba un espacio de libertad. Allí también llevó a su novia esa noche, buscando un momento de calma después de una jornada laboral larga.

“Seguimos perdiendo personas que valen, que luchan, que trabajan. Y los que matan siguen como si nada”, escribió la madre en su publicación. “Quiero justicia para mi hijo. Que todos los culpables paguen. No puede ser que la vida valga tan poco.” La escena del crimen sigue custodiada, con cintas amarillas que delimitan la barranca. Algunos vecinos se acercan a dejar flores. Otros miran en silencio. En el aire todavía se siente el eco del golpe, el miedo, la impotencia. Lucas Cicarelli tenía treinta años y tres hijos. Soñaba con poner un bar propio algún día. Un sueño que esa noche quedó trunco.