Hace más de un año un grupo de mujeres, unidas inicialmente por el ámbito de la psicología, decidió romper el silencio y denunciar abuso sexual, manipulación y tocamientos por parte del psicólogo Paolo Carlos Becerra (M.P. 61853). Con el paso de los meses y después de ponerse en contacto, las denunciantes se encontraron con testimonios similares no sólo de colegas y ex colegas, sino también de alumnas y hasta pacientes. Meses después decidieron animarse a hablar de manera colectiva.

"La forma de operar de esta persona es sutil, prolija, silenciosa. No puede quedar impune. Lo que hace es perverso. Atiende a población femenina en estado de vulnerabilidad, y de eso se aprovecha para obtener sus beneficios. Hace años que esto ocurre", dijo una las denunciantes y advirtieron que lo peligroso es que siga ejerciendo como terapeuta: “Es grave que este hombre siga atendiendo a personas en situación de vulnerabilidad y jugando con su salud mental."

Recientemente, el Tribunal de Disciplina del Colegio de Psicólogos del Distrito XII resolvió sancionar al Licenciado Becerra con la suspensión de su matrícula profesional durante 12 meses, luego de decenas de denuncias presentadas por conductas consideradas contrarias al Código de Ética de la profesión (presunto abuso a varias de sus pacientes). Estos hechos también están siendo investigados por la UFI 8 del Departamento Judicial Quilmes.

La investigación colegial se inició a principios de 2024, a partir de denuncias de oficio por parte de pacientes. El Consejo Directivo del Colegio dispuso una indagación preliminar, citando a las partes involucradas y recibiendo entrevistas, declaraciones testimoniales, informes y documentación.

Según consta en la resolución, el Tribunal concluyó que existían elementos suficientes para acreditar la verosimilitud de los hechos denunciados. Fuentes ligadas al expediente confirmaron que el psicólogo Becerra tiene, además, denuncias penales por abuso sexual a pacientes mujeres adultas.

Becerra presentó su descargo y ofreció pruebas, pero estas no fueron suficientes para revertir la acusación. El fallo sostiene que las conductas reprochadas violan los artículos 6 y 25 del Código de Ética del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires, vinculados al respeto a la dignidad de las personas, la responsabilidad profesional y el resguardo de la confidencialidad. Pese a la gravedad de las acusaciones, el Tribunal resolvió aplicar la sanción de suspensión temporal de la matrícula pero solo por doce meses, amparado en el artículo 31 inciso b del Reglamento Disciplinario de la entidad. Este es un fallo inédito en Zona Sur, siendo la primera vez que se suspende una matrícula a un psicólogo por presunto abuso de sus pacientes.

Becerra se especializa en niñeces y en pacientes víctimas de trauma y abuso, lo que multiplica su peligrosidad.


El modus operandi

Becerra se desempeña como psicólogo desde hace más de 15 años. Lo insólito es que se especializa en pacientes que sufrieron abuso sexual y él mismo fue quien cometió los abusos.

Primero, comenzaron a llegar al Colegio de Psicólogos denuncias de pacientes que referían que él generaba un vínculo de intimidad. Luego, las denuncias relataban abuso sexual y diversas formas de manipulación. Él entablaba relaciones con sus pacientes, todas mujeres, y cuando ellas se daban cuenta de las violencias que sufrían de parte de él, las amenazaba para acallarlas.

Una de las denunciantes relató el año pasado: "Con todas tenía el mismo modus operandi: empezaba a generar un patrón de mucha cercanía. Primero les escribía por WhatsApp. Después empezaba a pedir fotos, fotos en las que decía 'mostrame cómo te vestiste', con la excusa de que la persona estaba con un estado de ánimo deprimido. Les decía 'peinate para mí', 'maquillate para mí', como generando una motivación que ya se volvía un poco ambigua. Y después empezaba a mandar fotos, todo soportado en que el vínculo terapéutico era lo que más sanaba al paciente. También les decía 'escribí una poesía pensando en vos y vos escribí algo pensando en mí', haciendo que el trato ya se vuelva cada vez más íntimo y personal. Se trata, además, de pacientes que en general han sufrido historias de abusos, porque él se especializa en niñez y en pacientes víctimas de trauma y abuso, por eso es tan peligroso" .

A medida que el vínculo crecía, él iba fomentando una relación de mucha dependencia y cuidado muy personal. Les llevaba café a las sesiones, les empezaba a hacer regalos y les sugería también a sus pacientes que le llevaran regalos, hasta que después ya comenzaban los intercambios de fotos un poco más subidas de tono. Varias denunciantes refieren que las instó a tener relaciones sexuales en su propio consultorio y también iba a la casa de las denunciantes.

Asimetría de poder y revictimización

La cuestión en este caso radica en hasta dónde llega el consentimiento de estas mujeres que se encontraban en una situación de manipulación, vulnerabilidad y asimetría de poder. "Estamos hablando, además, de una persona con mucho poder económico y con contactos; frente a esa situación, la línea del consentimiento se vuelve muy difusa. No puede haber una relación terapéutica en donde tu terapeuta, que tiene conocimiento sobre tus heridas, tu historia familiar y tus carencias, transgreda esos límites. Muchas no denunciaban porque se sentían en falta, era como estar con un sacerdote", explica una de las denunciantes.

En octubre de 2024, decenas de chicas que se atendían con él o trabajaban con él se animaron a hablar. Todas contaron lo mismo: que se iban de la institución porque el sujeto les tocaba la cintura, les pedía fotos, y en todas las situaciones había una asimetría de poder: o era jefe, o era profesor, o era psicólogo. Becerra, además, daba clases en la Universidad Abierta Interamericana (UAI).

El año pasado, las denunciantes crearon una cuenta de Instagram donde publicaron sus testimonios. Sin embargo, "Becerra dió de baja dos veces los perfiles de instagram así como intentó silenciar medios de comunicación que publicaron lo sucedido"

Otra de las denunciantes, con identidad reservada, cuenta: "Lo que estamos haciendo es avisar que hay una persona que es peligrosa, que está ejerciendo un abuso sistemático en situaciones de poder. Tenemos a un tipo que nos está acorralando porque sabe quién es nuestra familia, todas nuestras cosas personales, y estamos muy asustadas porque él nos hostiga y tiene mucha plata y poder. Con algunas mujeres a las que él les dio trabajo la relación de poder y manipulación era mayor. Esto lo viene haciendo hace muchos años, es un modus operandi perfecto porque elige a la víctima y la víctima tiene miedo porque va generando una situación de dependencia, de confusión, de enamoramiento, pero también, después, cuando querés salir de ahí, no te deja o no te deja que hagas nada. Cuando las víctimas se dan cuenta de la manipulación, les hace la vida imposible".