En la tradición argentina de remeras rockeras hay una especie de tríada consagrada a ilustraciones icónicas, proto emojis, del rock internacional: el sol de Screamadelica (Primal Scream), el fósforo de Flashpoint (Rolling Stones) y la banana de The Velvet Underground & Nico. Todo argentino recitalero tuvo alguna o conoce o vio a alguien con una. Bobby Gillespie siempre ve remeras de Screamadelica, pero la forma en la que abre los ojos –esos ojos en cansinos– cuando se entera de que sigue siendo parte del folklore juvenil en la Argentina habla de otra escala de impacto. "Me pone muy, muy contento saber que hicimos algo que valió la pena y que sigue siendo recordado", le dice a Página|12 poco antes de salir a tocar en el festival Music Wins. "Les envío mucho amor a quienes tienen una remera de Screamadelica. Significa también que de algún modo pudimos pasar ese ethos de buenas energías desde los viejos a gente más joven."
Primal Scream vino a celebrar los 20 años de aquel disco emblemático en la primavera de 2011, en un show recortado en recursos respecto al que venía haciendo en ese tour, y que además no los tuvo del todo iluminados. El gigantesco VIP semivacío, un trauma de los festivales de esos años, tampoco ayudó. Al final del verano de 2018 probaron en Groove. "Oh, ese venue fue perfecto, perfecto para el rock and roll", recuerda Gillespie, mientras se sigue sacando la modorra del almuerzo y de fondo suenan los últimos temas de L'Imperatrice. "Lo que siempre recuerdo de nuestros shows en Buenos Aires es que la gente tiene una gran energía, es muy apasionada, muy sexy."
Gran parte de la obra de Primal Scream es, de hecho, música sexy y música trippy, letras y sonidos que en conjunto hablan de la ascensión física, emocional, espiritual. Subidones orgánicos, químicos. Sexo, drogas y rock and roll, por supuesto. Tal vez Come Ahead, el disco que sacaron hace un año, no sea el más explícito en esto. Como sea, su setlist del domingo en el festival bastó para llenar de sangre todo músculo (ver aparte), y no parece que el show de esta noche en C Art Media vaya a ser menos cachondo.
-Hoy todos asocian tu música al sexo y/o la psicodelia, justo cuando toda la música pop mainstream habla sobre sexo y/o drogas sin erotizar ni hacer volar a nadie.¿Cuál es tu mirada sobre eso?
-Nosotros intentamos hacer música rítmica que se pudiera bailar. Y también música de rock and roll para desatar el infierno. Queríamos hacer eso, nos gustaba eso del rock and roll y el baile de la música bailable. Esa cruza terminó siendo sexy, pero no porque habláramos del sexo sino por tener algo sensual, sensible, sensitivo. Eso construyó la sexualidad de nuestra música, pero creo que siempre fue más una sensación o una intención en la canción, más que yo como cantante diciendo directamente: "Te voy a coger". Es algo de la órbita de la imaginación que se completa en la sensualidad de la performance de los músicos y el cantante sobre el escenario. Sobre cómo funciona eso en las nuevas generaciones, creo que no es música para mí y entonces no me corresponde juzgarla. Es para gente joven y ni siquiera es música bailable. Son baladas.
-En contraposición, el rock and roll, el funk y el soul parecen ser los grandes conductores del nuevo disco, donde la variedad parece ser la regla. ¿Ésa fue la idea desde el comienzo?
-Empezamos tratando de aprender de qué se trataba el disco. Tenía mucho escrito, un montón de textos, así que la narrativa ya estaba ahí y tuvimos que aprender cómo hacer que esas palabras funcionaran con la música que hacemos. Porque yo tenía escritas muchas canciones y estribillos más folkies, para un estilo más con guitarra acústica y con melodías que iban bien con esas palabras. Entonces David Holmes, el productor, cayó con esta idea de llenar todo de beats que fueran a lo realmente funky, ritmos con alma y onda. Y a partir de eso yo empecé a adaptar nuevamente las canciones para que cayeran bien con estos ritmos funkies. Así fue como salió este disco y construimos todo desde ese concepto: guitarras, bajos, baterías, cuerdas, coros, todo. Pero sí, el comienzo de todo fueron las palabras, las letras, la idea y el mensaje que quería dar.
-Siempre es buena noticia un disco nuevo de Primal Scream, pero al parecer los críticos británicos no lo recibieron muy bien. ¿Creés que entendieron esa propuesta?
-Lo que ocurre con los críticos británicos es que tienen un marco de referencia muy pequeño, donde conocen un poco de música y un poco de literatura pero no parecen tener experiencia de vida en absoluto. Cuando viajo y hablo con otros periodistas, refuerza esto que siento de que los críticos en el Reino Unido en realidad todavía no hay desarrollado su pensamiento "crítico". Su mundo es un bocado, sea el género musical que cubran. Dicho eso, tampoco es que me haga tanto daño. No me importa, en realidad: mis héroes son gente como Suicide, que eran vistos como perdedores.
-¿Sentís que hay algo de reacción a tus declaraciones políticas en esa actitud?
-Sí, creo que en un punto sí, porque si leés crítica inglesa, vas a ver que cuando hablan de música no incorporan la política, como tampoco la literatura u otras formas de arte. Están de lleno en el negocio del entretenimiento y quieren que pienses que un crítico es un guía de consumo que debe decirle a la gente: compren este álbum, vayan a este concierto. Y a mi edad, no necesito consejos de compra. No, no, no. No digo que no me haya servido cuando era joven, y estaba desarrollando mi gusto y aprendiendo sobre música: comprabas una revista musical y leías lo que tenían para decir, y tal vez ibas a ver una banda o le prestabas atención en base a la recomendación de un periodista al que le gustaban cosas similares que a vos. Pero siento que, como todo hoy por hoy en el mundo y en la cultura, eso se fue degradando.
-¿Y a qué le atribuís esa degradación?
-Bueno, es lo que hace el capitalismo, ¿no? Fragmenta, atomiza, segmenta todo. Ahora tenés categorías para todo. La música no es tanto más distinta que cuando nosotros empezamos pero ahora existen miles de géneros, algo que también viene de los desarrollos tecnológicos, las máquinas. Y veremos cada vez más de esto mediante la IA. Creo que los críticos musicales son algo muy del siglo XX y no están preparados para este mundo. Al menos, no los británicos. Tal vez sí los argentinos, brasileros, franceses, holandeses, alemanes, australianos, japonenes. Incluso los estadounidenses parecen tener una mirada más adulta, que toma en cuenta la política y el arte al analizar un disco.
-Sos un declarante muy activo al respecto del genocidio al pueblo palestino. ¿Por qué?
-Por empezar, vengo de Escocia. Irlanda, Escocia, las naciones celtas, han sido víctimas del colonialismo y el imperialismo. Los ingleses reclamaron como propios a los higlanders –habitantes de las tierras altas de Escocia– en el siglo XVIII, e Irlanda fue arrasada y se volvió colonia. Escocia luchó por siglos contra los ingleses. Así que crecí con esta aversión a los bullies, los agresores y la gente esclavista. Además, mi papá era socialista, así que creo en los derechos humanos. Mi marco político es sindical, es de clase. No las políticas de identidad, sino las políticas de clase.
-¿Y cuál es tu mirada sobre este conflicto?
-Creo que la lucha de Palestina está en la base de los derechos humanos: todos deberíamos poder tener dignidad, derechos y autodeterminación. A medida que me hice más grande, también estudié mucho el colonialismo e imperialismo británico, Israel, Palestina. El poder británico fue muy importante para la creación de Israel cuando les entregó sus tierras arábigas a los sionistas. Hay una injusticia histórica que debe ser reparada en Palestina. Ya ha pasado mucho tiempo, hemos visto recientemente que el genocidio sigue vigente, es real y te hace pensar en todos los grandes estados que son cómplices, como Estados Unidos, Alemania, Inglaterra o Francia. Para ellos, cuando se cuestiona Israel no se está cuestionando Israel sino el mundo occidental de la llamada democracia liberal. Y en última instancia no se trata de Palestina sino del mundo: no tengo dudas de que lo que pasa en Palestina va a pasar en otros lugares mañana, como si fuera un escenario para futuros eventos. "Esto es lo que pasa cuando te resistís, así que no te resistas". Y encima ahora eso está acelerado por los tecnofascistas.
-¿A qué te referís?
-Peter Thiel, Elon Musk, todos esos fascistas tecnofeudales. Pero sobre todo Peter Thiel, que es quien hoy maneja el mundo. Ese tipo es quien le financió los estudios y la carrera a JD Vance, el que le dio su primer trabajo, el que le pagó su campaña para el Congreso, y hoy JD Vance es vicepresidente. Así que Peter Thiel es el vicepresidente.



