Ahora que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, quisiera reflexionar un poco con usted, lector, sobre los sucesos acaecidos en los últimos días.

Hace poco menos de dos semanas, el domingo 26 a la noche, el Autoritario Electo festejó ruidosamente su victoria aún no escrutada, y tuvo la gracia de concederles una audiencia a los gobernadores cuyos votos necesitaba, a condición de que afirmasen que “dos más dos es cuatro” (en realidad, él dijo “uno más uno es dos", pero con la inflación se duplicó).

Inmediatamente después procedió a provocar una crisis en su propio gabinete haciendo renunciar a algunos ministros para los cuales dos más dos era “tres coma noventa", y los remplazó por otros que a la pregunta sobre cuánto era dos más dos respondían “lo que usted guste”. Luego remplazó a estos últimos por los que respondían "dos más dos es four”, tal como le había sugerido perentoriamente Mr Tio Rico Mc Donald.

El Presidente fue respaldado por su propia hermana, quien dijo: “¡Bien, por fin alguien dice la verdad, estaba harta de que a cada rato me dijeran que es tres!”.

Los gobernadores no comentaron nada, pero en varias provincias hubo reuniones de la comisión correspondiente para abocarse a la brevedad posible a aprobar un presupuesto adecuado para erigir “el monumento al cuatro”. Los presupuestos fueron aprobados, subejecutados, licitados, adjudicados y discretamente enviados a cuatro cuentas suizas, o bien no pasó nada de eso, pero el dinero de todas maneras no está.

La Central Obrera respondió en un duro comunicado que “el gobierno no es quién para decirles a los trabajadores cuánto es dos más dos, y que el Comité Central se reunirá a la brevedad para evaluar detalladamente el resultado de esa suma, y que de haber alguna diferencia con la propuesta del gobierno, no dudarían en organizar un plenario para que organizase un congreso para que organizase una comisión para que organizase una medida; y que, de una u otra manera, las bases estaban en estado de alerta meteorológico”.

Por su parte, el principal partido de la oposición, mientras escrutaba concienzudamente cada voto para determinar si era a favor o en contra, sacó un duro comunicado en el que afirmaba que no era tiempo de cuentas, sino de resultados, sin explicar la diferencia entre una cosa y la otra. Pero varios dirigentes de distintas líneas coincidieron en afirmar que no importaba tanto cuánto es dos más dos, sino cuáles son los dos y cuáles los otros dos, y, sobre todo, quién es el “más”.

A su vez, la izquierda mandó una carta desde Medio Oriente cuyo contenido desconocemos porque fue retenida por los servicios secretos: resulta que uno de los sobrinos del principal agente quería quedarse con la estampilla para su colección.

El Sumo Maurífice se autoinvitó a comer milanesas en la quinta de Olvidos, y allí surgió un fuerte desacuerdo: ante la primera suprema ingerida, el presidente actual le dijo que se había manducado cuatro, porque esa suprema es la Corte, que, como todos saben, tiene cuatro integrantes. Mauricio se enojó y prometió volver a comandar su partido apenas éste resucite.

Mientras tanto, Mr Tio Rico Mc Donald se estaba atragantando con comida china y, para que le cambiaran su chop suey por un choripán, prometió ayudar a la Argentina a devolverle muchos más dólares de los que nunca nos iban a mandar. Cuando alguien local dijo: “No se entiende nada, esto es chino básico”, le respondieron: “Justamente de eso se trata: si quieren que los ayudemos a debernos cada vez más plata a cambio de nada, tienen que alejarse de China”. Fue en vano que alguno explicara que ya estamos lejos, en la otra punta del globo terráqueo.

Mientras tanto, un mapa fosforescente iba cambiando sucesivamente de violeta a celeste y de celeste a violeta, efecto que fue aprovechado por el gobierno para subir la tarifa eléctrica un ¡cuatro! por ciento. El Autoritario dijo entonces que se sentía muy feliz por la victoria, aunque no aclaró por cuál, ni por qué.

Justo en ese momento comenzó el programa periodístico que prometía aclarar todo, y cuatro invitados especiales de jamón y queso explicaron que el resultado es aleatorio, vinculante, validador y a la vez disruptivo y ecualizado, y que no nos sorprendamos ni dejemos de hacerlo.

Usted ya lo sabe, lector: el médico me prohibió la ingesta de sapo. Así que lo dejo a usted haciendo la digestión de todo esto...; yo me voy a caminar un rato.