Desde Santiago

No hubo tiempo ni para que la “señora” pudiera tomar desa- yuno tranquila. El pan crujiente y calentito y la buena taza de té debieron esperar un par de horas en la habitual bandeja de las mañanas. Estaba tan nerviosa aguardando que llegaran que ni apetito tenía. Cerca de las 9.40 horas de ayer, el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Guillermo de la Barra, interrogó a Lucía Hiriart, viuda del fallecido dictador Augusto Pinochet, en el marco de las investigaciones por el caso denominado CEMA Chile, rompiendo con el monótono ritual alimenticio de la nonagenaria ex primera dama en los tiempos donde los milicos gobernaban este país.

La diligencia se realizó en el sector de La Dehesa, en la comuna de Lo Barnechea, una de las zonas más ricas y acomodadas de Chile, lugar donde se ubica una de las propiedades de la familia Pinochet Hiriart. Siempre estuvo acompañada de su médico de cabecera y uno de sus cinco hijos, Marco Antonio, quien coordinó el interrogatorio.

Conforme estaba programado, la viuda de Pinochet prestó declaración en calidad de inculpada en el marco del caso CEMA, acción que se extendió por alrededor de dos horas.

El pasado 8 de abril, la Corte de Apelaciones de Santiago ordenó reabrir el sumario en la investigación por presunta malversación de caudales públicos en Fundación CEMA Chile, con el propósito de investigar el destino de los inmuebles y terrenos fiscales transferidos en forma gratuita durante la dictadura militar a la entidad presidida a perpetuidad por Lucía Hiriart de Pinochet.

Esta fundación que apoyó estratégicamente a los Centros de Madres a lo largo de Chile, se transformó en un verdadero ejército femenino que intentó darle al gobierno de Pinochet un carácter de integrismo moral. Investigaciones recientes han develado que poco antes de la llegada de la democracia, en 1990, el régimen militar cambió los estatutos para que CEMA quedara en manos de la esposa del comandante en jefe del Ejército, el cargo que asumió Pinochet tras abandonar La Moneda. En 1996 se produjo una nueva transformación de la normativa: la fundación quedó en manos de Hiriart aunque su marido dejara el Ejército, lo que finalmente sucedió en 1998.

Se estima que CEMA Chile recibió gratuitamente unas 236 propiedades públicas durante la dictadura y millones de pesos en colaboraciones de los adherentes y partidarios de Pinochet. Diez años después de la muerte de Pinochet, la Justicia por primera vez indaga a su viuda por delitos de malversación de caudales públicos y apropiación indebida, por la obtención y millonaria venta de esos inmuebles.

Hasta el momento se han detectado 135 propiedades transferidas durante la dictadura, las que han sido vendidas, arrendadas u otorgadas por la fundación que Hiriart hoy de 94 años, dirigió hasta agosto pasado a personas y empresas no relacionadas.

La tasación comercial de 118 de los 135 inmuebles catastrados traspasados gratuitamente a la Fundación CEMA Chile durante la dictadura militar supera los 80 mil millones de pesos, una cantidad enorme de plata, tomando en cuenta que ayer el peso chileno cerró en 655 por dólar.

Según informó Radio Cooperativa, el juez De la Barra llegó hasta el condominio en un auto y acompañado de un actuario, mientras que en otro vehículo iban efectivos de la Policía de Investigaciones que estuvieron presentes en la diligencia.

El mismo medio agregó que Desde Renovación Nacional y la Unión Demócrata Independiente, partidos que históricamente han sido afines a la figura de Pinochet, no quisieron extenderse a la hora de comentar la diligencia de hoy.

“Me parece legítimo que haya dudas y que se esclarezcan. La señora Lucía Hiriart no está por sobre la ley, declara como cualquier otra ciudadana y tendrán que esclarecerse los hechos”, dijo el secretario general de RN, Mario Desbordes, quien espera “que no se le busque connotación política a esta denuncia”.

Desde la UDI el secretario general, Guillermo Ramírez, comentó: “La verdad es que no conozco los antecedentes del caso, pero me parece que si hay algo que investigar, (está bien) que se investigue, como ocurre en un país que tiene Estado de Derecho”.

Por su parte, Yuri Vásquez, abogado querellante en el caso en representación de la diputada comunista Karol Cariola, dijo que el interrogatorio fue clave: “La defensa podrá apelar a la prescripción de los delitos, a que ha transcurrido mucho tiempo, pero como las últimas ventas de estos inmuebles datan de hace menos de cinco años –de hace tres años me parece que es la última– nos encontramos en una producción sistemática de estos delitos, que se consuman con la venta de los inmuebles”, dijo.

El jurista agregó que “el delito no se agota solamente con el traspaso ilegal, sino que el traspaso ilegal tiene, por finalidad, vender los inmuebles, enriquecer ilícitamente a las personas que dirigen estas fundaciones”.

Lucía Hiriart pasa sus días recluida en su domicilio particular, con escasa vida pública, lejos en los tiempos en que se jactaba, junto a su esposo de ser el matrimonio más fuerte de Chile.

La periodista Alejandra Matus, cuenta en su libro Doña Lucía, la biografía no autorizada de la anciana, que fue ella quien animó a Pinochet para ser parte del golpe de estado contra el presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. “¡Poca cosa!, ¡Milico! ¡Nunca vamos a salir de este hoyo! Son los insultos que Lucía profería a Augusto Pinochet, antes de todo, del golpe de Estado y de los privilegios de reina que llegó a tener en dictadura. El, cabizbajo, soportaba cada una de las recriminaciones. Ese hogar en Antofagasta era lo más parecido a un infierno. Ya tenían cinco hijos, no había servicio, viajes ni joyas, una vida asfixiante para ella. La casa rechinaba, el hedor de pañales sin lavar inundaba el hogar, mientras Pinochet hacía hora en alguna plaza o no salía de su estudio hasta que ella dejara de gritar. No se soportaban. Desde entonces, esas ganas de Lucía de llegar a ser alguien importante en la sociedad, era sólo un escozor en el vientre, tal vez lo que llamamos rabia, ese monstruo latente al que dio rienda suelta ya instalada en el poder”.

Alejandra Matus, periodista y escritora, además de El libro Negro de la Justicia Chilena- que le costó dos años de exilio en Estados Unidos- quiso traspasar la barrera de la caricatura de esta mujer arribista adicta a los diseños de Chanel, a decorar sus mansiones y al tea time. La obra ha sido record de ventas, dejando claro que la “vieja inmortal”, como se le denomina en las redes sociales y el clan Pinochet en su conjunto, siguen siendo noticia de primera plana a 10 años de la muerte del dictador.