La Asignación Universal por Hijo (AUH) consiste en un beneficio monetario para los hijos de trabajadoras y trabajadores desocupados, informales o que tienen un salario inferior al salario mínimo vital y móvil (SMVM). Un análisis riguroso sobre esta política pública implica necesariamente incorporar una mirada de género, ya que constituye un ingreso fundamental para las mujeres en las condiciones de precariedad más severas. El cobro de la AUH es percibido mayoritariamente por mujeres ya que se prioriza a la mamá. Más allá de la importancia de diseñar políticas públicas que reviertan la mayor carga por parte de las mujeres en cuanto al trabajo reproductivo la AUH constituye un ingreso fundamental para aquellas madres con enormes dificultades para insertarse en el mercado laboral. 

Del total de trabajadoras informales, el 35 por ciento percibe la AUH. Si se consideran las trabajadoras informales que conviven en hogares con menores, el porcentaje asciende a 42 por ciento. La relevancia de la AUH como principal ingreso de las mujeres se profundiza en los hogares sin cónyuge y con Principal Sostén del Hogar (PSH) femenino: el 45 por ciento percibe la asignación.  

Entre septiembre de 2017 y septiembre de 2016, la AUH perdió el 5 por ciento del poder adquisitivo. Pero si se compara ese valor respecto de julio de 2015 (cuando el beneficio tuvo el máximo poder de compra) la disminución fue del 9 por ciento. La cuestionada reforma previsional aprobada por el Congreso, lejos está de compensar lo perdido en los últimos dos años, sino que lo consolida. 

Con el nuevo índice de movilidad, la AUH a lo sumo podrá esperar no reducirse más en términos reales. Si se realiza una estimación según la nueva fórmula para 2018 se proyecta una pérdida de poder adquisitivo del 3 por ciento con respecto a los niveles que hubiera alcanzado la asignación con la Ley de Movilidad previa a la reforma. Esto supondría un ahorro para el Estado de 2 mil millones de pesos que ajustan sobre las mujeres con mayores niveles de vulnerabilidad laboral. 

Si bien el Gobierno afirma que las jubilaciones, pensiones y asignaciones “le van a ganar a la inflación” esto es engañoso. Aunque los haberes mantengan niveles reales positivos con respecto a la inflación actual no permite recuperar la pérdida de poder adquisitivo de los dos años previos. Si se realiza la estimación de cuáles serían los valores de los haberes según la ley de movilidad que precedió la reforma se observa una importante pérdida de poder adquisitivo con la fórmula actual.

La desigual inserción laboral entre mujeres y varones (sobre todo en cuanto a la informalidad) y la gran relevancia que tiene la AUH como ingreso en los hogares con mujeres jefas de hogar la importante pérdida de poder adquisitivo que supone la reforma previsional contribuye a profundizar aún más las desigualdades de género.

* Débora Ascencio es socióloga especializada en Economía; Eva Sacco es economista y Julia Strada es politóloga y economista.