El arquitecto de Basta de Demoler (BDD), Carlos Blanco, sostuvo que “cuando se declara monumento histórico a la Plaza de Mayo (1942) se congela la estética paisajística y arquitectónica de la Plaza, es un principio de manual. Cuando la generación del 40 decide declararla como patrimonio histórico, lo que le interesa es la foto de ese momento. Y el Código de Planeamiento establece que esos sitios deben restaurarse, no ser interpretados por los funcionarios que coyunturalmente están a cargo. El Código de Planeamiento crea en el año 2000 la primera área de protección histórica, la APH1, que incluye a la Plaza de Mayo, pero incluso antes de eso, el Código heredado de (Osvaldo) Cacciatore (el intendente de la dictadura) habla de que la Plaza de Mayo debe conservarse, aunque él no lo respetó y la intervino: la revistió con los pisos de marrón, le agregó a las fuentes un banco circular, embaldosó más y sacó parte de la piedra partida distribuida para que fuera absorbente, porque era estética del 40 y no del 70. Hay una visión de que el progreso está vinculado a impermeabilizar las superficies y no a conservar”.

El arquitecto contó que vieron algunos planos y hablaron con funcionarios del área a cargo de las obras y “lo que vimos no responde al criterio de conservación: ni en el mobiliario urbano, ni en la iluminación, ni en el tipo de revestimiento utilizado. Si bien consultaron a la Comisión Nacional de Museos, los criterios que utilizan son muy subjetivos”.

Blanco sostuvo que como BDD “tenemos una trayectoria de ir a la justicia y obligar de forma inflexible a que los funcionarios respondan sobre el patrimonio arquitectónico ante un juez. A diferencia de las tertulias que comentan y no logran que cambie un metro cuadrado de la ciudad”, y remarcó que el gobierno porteño “no está respetando las normas locales, ya que las obras requieren una ley de la Legislatura o una modificación del Código de Planeamiento. Y como sociedad no podemos dejar pasar estas cosas, porque no respeta la división de poderes. Alguien creó las normas, no son un palo en la rueda sino la expresión de lo que la sociedad piensa en determinado momento. Si se piensa distinto, hay que cambiar la ley, ese es el libre juego democrático, y en este caso, todo lo que necesitan es juntar el voto de  40 legisladores”, remarcó.