En su primer discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se atribuyó el éxito de la economía del país y definió sus prioridades, incluyendo el avance en una reforma migratoria y la urgencia de superar divisiones. “Hoy, quiero hablar de qué tipo de futuro vamos a tener, y qué tipo de nación vamos a ser. Todos nosotros, juntos, como un solo equipo, un pueblo, y una familia estadounidense.”

El tema central del discurso fue su alusión a la propuesta lanzada por el Ejecutivo para una reforma migratoria, que debe ser negociada en el Congreso para destrabar el diálogo y permitir la aprobación del presupuesto federal. No obstante, en su alocución, no se movió un centímetro de su postura inicial: “las comunidades de inmigrantes también van a ser ayudadas por políticas de inmigración que se enfocarán en los mejores intereses de los trabajadores y familias estadounidenses.”, afirmó. Y añadió: “Entonces, hoy estoy extendiendo mi mano para trabajar con miembros de los dos partidos, Demócratas y Republicanos, para proteger a nuestros ciudadanos, de cualquier origen, color y credo.”

Fiel a su estilo, el magnate se jactó de que su gobierno está construyendo un país “seguro, fuerte y orgulloso”. A su vez, se vanaglorió de haber mejorado la economía del país durante su primer año en la Casa Blanca y se mostró orgulloso de la reforma impositiva que su gobierno estrenó el pasado diciembre. “Tal y como prometí al pueblo estadounidense hace once meses, hemos hecho el mayor recorte y reforma impositiva en la historia del país. Nuestra masiva reducción brinda un alivio tremendo a la clase media y a los pequeños empresarios.” Y agregó: “Desde ese momento, casi 3 millones de trabajadores ya han recibido bonos, muchos de ellos de miles de dólares por trabajador”. 

A pesar de las críticas que recibió en Davos por su proteccionismo, Trump defendió su postura: “Estados Unidos también ha finalmente pasado la página de décadas de injustos acuerdos comerciales que sacrificaron nuestra prosperidad y enviaron fuera del país a nuestras compañías, nuestros trabajos y la riqueza de nuestra nación.”

También en la línea económica, hizo un llamado buscando apoyo en el Congreso para su ambicioso plan para reconstruir la infraestructura del país. “Estados Unidos es una nación de constructores. Construimos el edificio Empire State en un año. ¿No es una desgracia que ahora lleva diez años sólo conseguir un permiso para una simple ruta? Le estoy pidiendo a ambos partidos juntarse para darnos la segura, rápida, confiable y moderna infraestructura que nuestra economía necesita y nuestra gente merece.”

En cuanto al balance sobre política exterior, el presidente Trump hizo mención a la derrota territorial del Estado Islámico (EI) por parte de la coalición internacional liderada por Estados Unidos: “El año pasado, me comprometí a trabajar con nuestros aliados para extinguir a Estado Islámico de la faz de la tierra. Un año después, me enorgullece informar que la coalición para derrotar al EI ha liberado casi el 100 por ciento del territorio que estaba en manos de estos asesinos en Irak y Siria.”, dijo. Pero aún hay mucho trabajo para hacer. Vamos a continuar nuestra lucha hasta que el Estado Islámico sea derrotado”, admitió. 

Durante el tradicional evento, estuvieron presentes los miembros de la Cámara de Representantes, del Senado, los jueces de la Corte Suprema, miembros del gabinete y cuerpos diplomáticos. Sin embargo, más de una decena de congresistas demócratas y la jueza Ruth Ginzburg, una de las más progresistas del Tribunal Supremo, no dieron el presente. El congresista demócrata Juan Vargas argumentó su ausencia en el discurso de ayer alegando que el mandatario “sigue faltándole el respeto a las mujeres, insultando a las personas de color y atacando a las comunidades de inmigrantes”.