El hogar de la gente de teatro suele ser invariablemente la sala donde llevan adelante no sólo sus obras, sino también sus talleres y otras actividades que conforman el perfil estético de los creadores; ese espacio que construyen con otros pares y que siempre lleva el sello inconfundible de aquellos pioneros que forjaron en nuestra ciudad, el histórico teatro independiente.

Allá por el 2009, los sueños de una inquieta creadora rafaelina, adoptada ya como rosarina, recalan en una casona que era originalmente su casa y que terminó transformándose en el primer hogar de Espacio Bravo, una de las salas que después de andar rodando por varios rincones de la ciudad, encontró este año su morada definitiva en barrio Luis Agote.

"La casa, adelante tenía un pequeño estudio que con la actividad fue ganando impronta de sala, por eso decimos que fue una casa devenida en teatro", aclara a Rosario/12 Romina Mazzadi Arro, actriz, dramaturga, docente y directora, gestora y creadora de un espacio que incluyó dos ricos proyectos como el grupo de teatro Hijos de Roche y la Clínica de Producción de Espectáculos.

Hay un momento memorable que tiene a ese lugar como referente del espacio escénico de uno de los trabajos más impactantes de la escena local: Baby Jane, con las recordadas actuaciones de Elisabet Cunsolo y Paula García Jurado, estrenada en el 2010 y repuesta tres años más tarde en otro de los Espacio Bravo.

Cunsolo y García Jurado se asocian en el 2014 con Mazzadi Arro, todas integrantes del grupo Hijos de Roche, con 20 años de trayectoria en la ciudad y nace así la sociedad Espacio Bravo Teatro.

"Después de rolar como inquilinas, y ya asociadas con Elisabet y Paula, apareció sorpresivamente esta convocatoria del Instituto Nacional del Teatro y nos pareció que había llegado el momento, ya que sostener la sala de otra manera era cada vez más cuesta arriba", dice la directora y creadora de Hijos de Roche.

La historia de este grupo y el proyecto que incluye no solo la creación de obras, sino un acontecimiento bastante inédito para la ciudad como la Clínica de Producción, de la cual surge un auténtico semillero de alumnos que después se integran al grupo a lo largo de una diversidad de propuestas dramáticas, marcan la solidez del proyecto y la necesidad de un espacio que lo contenga.

Este año se cumplen diez años de la Clínica de Producción de Espectáculos, que estrenó en 2008 Nacidos Vivos, una versión de Seis personajes en busca de un autor, de Pirandello, y que produjo títulos como Martha Stutz,El juego de la silla, Bésame mucho, Raspando la Cruz, Quinto tarde, entre otros.

"Aparte de ser un espacio de producción de espectáculos continuo, es para mí un espacio personal de formación en dirección, ya que se trabaja con mucha gente, de distintos recorridos y distintos autores", reflexiona Mazzadi Arro.

A medida que se iba intensificando la actividad del grupo Hijos de Roche, como la Clínica de Producción de Espectáculos (que este año pondrá en escena Automáticos, de Javier Daulte); la necesidad del espacio propio para trabajar se hizo cada vez más fuerte.

-- ¿Cómo llegan a esta instancia de adquirir la sala propia?, preguntó este diario.

-- En diciembre del año pasado, Espacio Bravo se muda a su nueva casa propia, gracias al esfuerzo personal y a un subsidio que el Instituto Nacional del Teatro ha otorgado para compra de salas independientes, que obliga como contraprestación a las mismas a funcionar un mínimo de 20 años, abriendo sus puertas a todo el arco teatral local y nacional ‑dice Mazzadi Arro.

El hogar definitivo de Espacio Bravo está situado en Catamarca 3624 y sus responsables están abocados a los arreglos de la casa que demandará mucho esfuerzo y dinero, calculando abrir sus puertas en febrero de este año.

A la hora de analizar los alcances de este aporte del INT para la compra de la sala, los responsables de Espacio Bravo hicieron una evaluación acerca de las condiciones y los compromisos que implican esta operación.

"El camino de compra del espacio es intenso, el INT subsidia una parte de la operación a cambio de veinte años de funcionamiento como sala cumpliendo una cantidad de actividades y funciones al año; a esto hay que agregarle una hipoteca en primer grado por ese lapso en favor del Instituto Nacional del Teatro", señala Mazzadi Arro.

"Para afrontar el resto del dinero que no está cubierto -prosigue- hubo que afinar la gestión para conseguir lo que falta, tanto para la compra del inmueble como para montar el teatro, lo que implica un camino intenso, apasionante y agotador también.

A esto hay que agregarle los avatares ya conocidos en esta ciudad, a la hora de las habilitaciones municipales de los espacios dedicados a la cultura, lo que suma otra dificultad para efectivizar la apertura de la sala y su inminente funcionamiento. "La burocracia administrativa para habilitar espacios culturales en nuestra ciudad es un capítulo que merece un aparte, ya que suele ser sinuoso y complejo; pero dado que es la casa definitiva hemos decidido llegar al final, y crear para Rosario una sala permanente, para siempre y para todos, como nos gusta decir", concluye Mazzadi Arro a Rosario/12.