La variedad musical resulta mejor entendida cuando está bien distinguida. Así fue como en el bullicioso entorno dominguero de la Usina del Arte –con los corsos de carnaval sobre la lateral Benito Pérez Galdós y la cumbia villera de Mala Fama en el Patio Central– la Sala de Cámara resultó un óptimo amparo para una música que ni mejor ni peor que otras, exige, en principio, una particular actitud de escucha. El domingo, en el comienzo del ciclo Tracción a Cuerda, el SurdelSur Ensamble ofreció lo que por la dimensión de las obras propuestas, en su mayoría escritas para el grupo, y la interpretación lograda, fue sin dudas un concierto logrado.

SurdelSur es un ensamble independiente, sostenido por la idea de ampliar el repertorio de obras para cuerdas. Una tarea esencial, que oportunamente llega para contener numerosos impulsos creativos de compositores de estos tiempos, que entre aires populares y gestos de la tradición académica contribuyen a la trama sonora de un presente en el que, en los mejores casos, por sobre la idea de experimentación y novedad sintetiza de distintas formas la de profundidad y expresividad. 

En este sentido el concierto del domingo fue un buen muestrario. La primera parte presentó al ensamble que, tras los primeros silabeos, enseguida se encontró a sí mismo, comenzó a escucharse y a sonar equilibrado y preciso. Los laberintos rítmicos de “Nos verán pasar”, de Guillermo Klein y la franqueza de “El Che negrito”, un aire litoraleño de Lucas Guinot, antes de una zamba de notable respiro melódico de Camilo Ferrero, preludiaron uno de los momentos centrales del concierto: tres piezas de Alan Plachta, con él mismo como invitado en guitarra. La música de Plachta, alimentada de claroscuros y consistencia armónica más que de juegos tímbricos, es de sólida estructura. Sus impulsos en general parten de la guitarra y se amplifican en diálogos con las cuerdas y su identidad está más allá de las señas particulares de los géneros.

Siguieron dos arreglos de integrantes del ensamble. “T’ei vuelto a ver”, la vidala tradicional recopilada por Andrés Chazarreta adaptada para esta formación por Pablo Farhat, que terminó cantando el estribillo: una vidala bien arreglada es linda, pero cantada con propiedad resulta siempre estremecedora. Enseguida, el ensamble interpretó el arreglo del contrabajista Juan Pablo Navarro, que puso con buen tino y delicadeza a “No soy un extraño” de Charly García en territorios cercanos al tango. El resultado de la combinación y la gran interpretación del ensamble armaron uno de los grandes momentos del concierto, que se prolongó con la música y la presencia de Martín Sued.  

Con tres piezas –“Agosto”, “Cielo de techos” e “Insistir”– el bandoneonista dio cuenta de un estilo personal, en el que el tango es una referencia que resuena entre velos sutiles que traen las más variadas referencias. En la superficie de su sonido está el gusto por el detalle, la sensibilidad tímbrica y un concepto melódico que en su continua fragmentación no resigna eficacia. Fue otra notable interpretación de un ensamble sólido en el conjunto, versátil en las partes solistas, afinado y bien equilibrado.  

En el final, el aplauso de la sala llena señalaba la necesidad del bis, que llegó con “Lo que Helena soñó anoche”, otro tema de Sued, con el bandoneón, la guitarra de Plachta y una confortante sensación de que hay combinaciones, sonoras y materiales, que logran generar belleza y pertenencia. El ciclo Tracción a cuerda continuará el próximo domingo a las 19, con Gabriel Senanes y la Camerata ReCuerdos.