Una película se está gestando alrededor del movimiento internacional de mujeres. Cuerpos que importan está registrando alrededor del mundo lo que pasa con esos cuerpos: el modo en que son oprimidos, pero también el modo en que se plantan como resistencia pacífica. En Franja de Gaza, en Cisjordania, en la selva colombiana, en el sur argentino con las mapuches o en el norte con las coyas, en las marchas y encuentros por todo el país, hay una historia potente sucediendo: la que están haciendo las mujeres. Un grupo de realizadoras la está siguiendo y ahora se propone registrar el Primer Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan que se hará en marzo en Chiapas. Y como el encuentro “se les vino encima”, están recurriendo al financiamiento colectivo para hacerlo posible.

“El movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans nos encuentra en todo el mundo. Queremos construir una memoria colectiva. Estamos filmando su película”, dicen las realizadoras en la página www.cuerposqueimportanfilm.com. Allí mismo invitan a apoyar el proyecto aportando desde 50 pesos. Creativamente ofrecen, a cambio, desde menciones en los créditos e invitaciones especiales al estreno hasta remeras y talleres que pueden ser de gran utilidad. Es que las realizadoras tienen una larga experiencia en el área documental, y son además activistas que se pusieron en marcha en espacios como Matria, Manifiesta y Mua, Mujeres Audiovisuales. Julia Zárate en la dirección, Paula Abramovich en la cámara, Agustina Comedi en el guión, Lucía Franco en producción, Victoria Bornaz como productora ejecutiva, y en el montaje Violeta Arzamendia, están haciendo Cuerpos que importan. Aparecen, además, de distintos modos en la película. 

Arzamendia, por ejemplo, fue “cazada” por la policía en la marcha de mujeres del año pasado, en Buenos Aires. Justamente estaba filmando cuando se la llevaron presa. Filmó todo lo que sucedió, alcanzó a tirarle la cámara a una amiga poniéndola al resguardo, le abrieron una causa que acaba de cerrar. Ese material formará parte de la película. Franco protagonizará, una vez armada la trama entre lo documental y lo ficcional, a la camarógrafa que sigue estas historias. Y Zárate es, de algún modo, esa camarógrafa en la vida real: por su trabajo viene siguiendo, desde hace años, el movimiento de mujeres alrededor del mundo.  

“Trabajo en cine y me tocó viajar mucho por distintas películas documentales, estuve en zonas de conflicto armado, con la guerrilla palestina, en la selva con las Farc, justo antes de que se desarmaran, con activistas en Cisjordania y de Hamas, en el pabellón trans en Florencio Varela. Mientras filmaba otras cosas, fui armando un gran archivo audiovisual”, cuenta Zárate a PáginaI12. “Además, soy socia fundadora de Manifiesta, una cooperativa de comunicación y de activismo feminista audiovisual, así que me tocó registrar todo el movimiento de mujeres en Buenos Aires, del tetazo a las marchas federales”, repasa. 

Ese gran archivo audiovisual  –“hermosísimo, con momentos históricos únicos”, se entusiasman las realizadoras – se convirtió en un momento en una necesidad: transformarlo en una película. “Sentimos que este es el momento. Esta coyuntura mundial nos dice que es el momento de abrazarnos y de abrazar proyectos propios y ajenos y posibles, darnos la mano, empujar para adelante”, suma Abramovich. “Si ahora se instaló que el feminismo ‘está de moda’… ¡Bienvenido sea! Tomemos eso para hablar de lo que hay que hablar, para hacernos visibles entre nosotras, para aunar fuerzas... Si no, ¿a quién le vamos a hablar? ¿A las convencidas?”, analiza.  

 –En el título eligieron resaltar la idea de “cuerpos”, antes que la de “mujeres”. ¿Por qué?

Julia Zárate: –La película trata sobre los cuerpos, “las cuerpas” de las mujeres. Está la idea del cuerpo desde el punto de vista político, como territorio en disputa, como campo de batalla. Y además la narrativa, la propia estética toda, está guiada por los cuerpos, hay algo visual, plástico, que tiene que ver con eso. Y está el cuerpo colectivo, es una mirada colectiva. 

Paula Abramovich: –Las opresiones sobre las mujeres se dan mucho sobre el cuerpo, y al mismo tiempo es el cuerpo, sobre todo, lo que tenemos para poner en la lucha. Es en la víscera donde se ve por un lado la opresión, y por otro la posibilidad de contestar a esa opresión. También creemos que la idea de “cuerpos” incluye esta cosa tranversal del feminismo, donde no somos sólo nosotras sino nosotrxs: ahí se incluyen otras femineidades y otros géneros, no necesariamente auto percibidos como femeninos. Si bien la mayoria de los retratos de la película son de mujeres, también está la lucha trans, por ejemplo.  

 –¿Cuál es el deseo, el sueño para esta película?

J. Z.: –Soñamos con documentar el movimiento internacional de mujeres desde adentro, porque somos parte. Con hacer un registro sistemático y profesional de lo que está pasando en el mundo, eso que en la era de la imagen, casi nadie muestra.   

P. A.: –Sentimos que es una responsabilidad generar este archivo, porque hay tanta información dando vueltas, y esto pasa... Queremos dejar sentado: esto pasa. También soñamos hacer una película bella, y que la vea mucha gente. Bella no quiere decir que no te patee el estómago... 

J. Z.: –En lo personal, después de haber conocido a las activistas de las Farc, o a las palestinas, el sueño es mostrar la resistencia pacífica de esas mujeres. La resistencia amorosa de esos cuerpos, incluso en contextos de lucha armada. La guerra es patriarcal. La paz es feminista.