Cuenta la leyenda que una escena de cine nos puede marcar el destino, y así fue que el dibujante de manga gay sadomasoquista GengorohTagame descubrió su fuente de placer cuando siendo apenas un niño se sentó frente a una manada de simios en dos dimensiones que obligaba a Charlton Heston a arrancarse la ropa para luego arrastrarlo con una correa de piel. Entre el El planeta de los simios y una colección de peplums italianos se despertaron en esa futura estrella internacional las fantasías de sumisión más hondas, aquellas que se convertirían en una fuente inagotable de escenas homoeróticas bocetadas por su pluma desde los años 80 en su Japón natal. También la leyenda cuenta que en la escuela secundaria Tagame dibujaba cómics de todo tipo, hasta que uno en particular le abrió las puertas de su propio deseo: el capitán del equipo de futbol del colegio, y primer amor, a quién sin pensarlo demasiado dibujó de inmediato en un pequeño manga siendo capturado por el equipo rival, desnudado y humillado frente a las tribunas, y esto antes de salir del clóset e inclusive de considerarse a sí mismo como una persona gay. Pero el shock más impactante que envolvería a sus dibujos en pelos y sogas imposibles de desatar ocurrió cuando, muy lejos de Japón, tuvo en sus manos la revista estadounidense de sado hardcore Drummer. Esos hombres gays con barbas tupidas, alejados de la clásica representación del bishônen (el típico joven bello, delicado y esbelto del manga) y casi desconocidos en la tierra del sol naciente, revelaron su pasión más peluda: los osos, convirtiéndolo en uno de los iniciadores de la cultura osuna en Japón y en utilizar y popularizar el término Kuma-kei (“osuno”) en una época en la que un hombre con barba, inclusive dentro de la comunidad gay, era mirado con asombro y desconfianza, logrando también el título de primer artista gráfico en dibujar hombres peludos gay en su país como parte de las fantasías sexuales de muchos, arrancando desde los 13 años y no soltando la pluma hasta el día de hoy.

Convencido de que el arte religioso y el pornográfico son almas gemelas y considerando que ambos movimientos toman la creación como una forma de respeto para construir un símbolo de fe –una fuerza emocional proveniente de la pureza– Tagame, descendiente de una familia con linaje de samuráis y uno de los pocos creadores de manga abiertamente gay en Japón, confiesa que su meta supera los bordes del manga y los deseos incontrolables del porno: “Quiero llegar al nivel de Caravaggio”, sentencia con determinación. Donde el gran exponente del barroco pinta al padre de la fe Abraham a punto de cortarle la garganta a su hijo por mandato divino, en las páginas de Tagame son los hijos quienes sacrifican a sus padres, y mientras en la obra de Caravaggio un grupo de hombres viriles atan al barbado San Pedro para crucificarlo, en el mundo visual del artista japonés las ataduras llevan al musculoso barbudo a un extremo dolor vuelto placer de inmediato. Nacido en 1964 en la ciudad de Tokio, el joven Gengoroh invirtió desde temprano los roles del yaoi: si aquel clásico estilo narrativo de manga hecho por y destinado para mujeres depositaba el centro de la excitación en la sumisión de un alumno ante su maestro, el artista tergiversó la escena del manga erótico gay y le entregó el control al menos poderoso de la dupla sexual. Ya sean protagonizados por soldados japoneses de la Segunda Guerra Mundial, torturados por los grupos de liberación nacional en China, por prisioneros nazis o personajes que apuestan sin culpa al incesto y a las relaciones más desaforadas e increíbles que se puedan imaginar, muchos de sus trabajos más crudos son tan violentamente explícitos y crueles que el autor mismo declara que nunca tuvo que lidiar con problemas de censura en occidente porque, básicamente, durante muchos años no han existido editores que se animaran a publicar esas obras en este lado del mundo. No obstante, parte de sus mangas de corta extensión traducida al inglés fue compilada en la antología ThePassion of GengorohTagame. Master of Gay Erotic Manga, publicada en 2016, abarcando algunos de sus trabajos que van desde fines de los 90 hasta el 2012.

DESATANDO CABOS

Dejando de lado los cuerpos desnudos pegoteados en mares de semen y las ataduras que los contenían entre el placer del dolor, el ritual y la furia porno, en los últimos años Tagame dio un vuelco inesperado en sus trabajos, corriéndose de su ya clásico manga sado peludo hacia la novela gráfica apta para todo público con la publicación de El hermano de mi esposo, una historia plasmada por entregas en serie en las páginas de la revista de manga MonthlyAction desde noviembre de 2014 hasta mayo de 2017, y compilada recientemente en dos libros que contienen sus dos primeros volúmenes. En ella se cuenta la historia de Yaichi, padre de su hija Kana, que viviendo juntos en los suburbios de la Tokio contemporánea y sin grandes sobresaltos se encuentran con la inesperada llegada de Mike Flanagan, un adorable canadiense que confiesa ser el viudo del hermano gemelo gay de Yaichi, con quien se casó en su tierra natal en donde el matrimonio igualitario es ley. Mike ha llegado para quedarse y conocer más sobre el pasado de Ryoji, hermano de Yaichi y su ex esposo recientemente fallecido. Con ese puntapié, El esposo de mi hermano se convierte en una historia que habla con simpleza y una enorme profundidad sobre tradiciones y tradicionalismos, relaciones humanas, pérdidas y ganancias, los clósets occidentales y orientales y, sobre todo, acerca de una cultura lgbti japonesa encerrada e invisible, con la esperanza que de entre sus viñetas nazca un cambio radical de visibilización y erradicación de los prejuicios en manos de las generaciones más jóvenes. Ante el desconcierto de los lectores y críticos por el volantazo que Tagame pegó en su obra, el dibujante respondió que entintó las páginas de El esposo de mi hermano por la misma razón que entintó pelo por pelo los cuerpos pesados de los personajes de sus mangas eróticos gay: porque es lo que le gustaría ver y no encuentra en ninguna tienda de libros. Y si no existe no queda otra alternativa que crearlo. A diferencia de los mangas subidos de tono que lo hicieron famoso, la novela gráfica no es sexualmente explícita. Sin embargo, las emociones están tan a flor de piel en cada viñeta que los sentimientos se vuelven inmediatamente explícitos, al borde de la tridimensionalidad. 

Mientras Mike se hace cargo del dolor de su reciente pérdida, de no escaparle a las grandes dimensiones de ese vacío, Yaichi se esfuerza por comprender la sexualidad de su hermano que ya no está, pero que se hace presente de otra manera a través de su visita. La pequeña Kana es quien tiene la misión de acortar distancias entre esos dos hombres, sus formas de entender el mundo y de cómo atravesarlo, de ayudar a su padre a romper los moldes conservadores como si fueran tablas de madera que hay que partir con un golpe seco de karate. Cuando Yaichi enmudece como consecuencia de enfrentarse a lo desconocido, es su hija quien vomita con la impunidad de una niña las palabras que el adulto tiene atoradas en la garganta, despojada de los prejuicios que acorralan por momentos a su padre. Lo singular de esta historia con temática gay es que Tagame pensó esta obra para unlector heterosexual, una idea que flotó en su cabeza inquieta por más de diez años. Por eso el punto de vista principal es el del cuñado de Mike, acarreando el objetivo de conquistar y educar a un público que no hojeaba sus libros por dedicarse a plasmar un universo lleno de putos. Con astucia e inteligencia, Tagame encontró un cómplice en su editor para ponerle una trampa al lector que solo puede identificarse con personajes que comparten su misma identidad sexual. Si bien en un principio el escándalo en los foros y páginas webs especializadas tomó color ante la pregunta con signos de indignación “¿Por qué un dibujante porno se atreve a hacer un manga para público general en una revista juvenil”, el éxito de la novela gráfica fue arrollador, al igual que las críticas, dejando desactivada cualquier intención prejuiciosa. Y es que Tagame es esa niña llamada Kana que viene a decir lo que otros no se animan, acercando a héteros y gays no solo por medio de una bandera colorida sino a través de un mantel floreado para vestir la mesa donde compartirán la ceremoniadel té. 

BIG IN JAPAN

“Es mi primera experiencia con mi manga cobrando vida. Estoy emocionado como un fanático más que como el escritor original de la serie”. Así de excitado recibió Tagame los giros inesperados y las últimas noticias sobre su carrera: el estreno del programa de televisión que se anunció recientemente basado en la novela gráfica, que para marzo de 2018 se largará como adaptación televisiva de tres episodios en la cadena nacional y pública japonesa NHK BS Premium, con actuaciones estelares de Ryuta Sato y BarutoKaito que, además de actor nacido en Estonia, es ex luchador profesional de sumo y artes marciales. Tanto en el papelcomo en su pronta versión televisiva, El hermano de mi esposo ahonda en los lazos familiares de una historia sensible para todas las edades que tiene como doble objetivo entretener y discutir sobre los problemas culturales que en Japón no están en la agenda de ningún político de turno. Frente a la invisibilidad que experimentan las personas no heterosexuales sumadala poca repercusión de los movimientos de lucha por los derechos lgbti en su país, Tagame encontró en el manga y su inconmensurable alcance un medio masivo de expresión fundamental para la puesta en debate sobre esos temas que más le interesan dentro del ámbito político y social, y su llegada a la televisión le viene como anillo al dedo en medio de las discusiones que se están dando en su tierra sobre el matrimonio igualitario y la posible aunque aún dificultosa legalización: “El manga forma parte de la cultura pop japonesa y es una herramienta importante para difundir los problemas de los derechos gay a un público numeroso”, declara entre sonrisas, plumas y bigotes. Quizás lo más llamativo de la cuestión sea que las temáticas como las que explora su última novela gráfica rara vez se pueden ver en la televisión japonesa, y mucho menos con la sensibilidad y la profundidad reflexiva que caracteriza esta historia. Y si bien es cierto que en la pantalla chica nipona suelen desfilar personas y celebridades de la comunidad lgbti con bastante frecuencia, lo cierto es que siempre se las enfoca bajo la lente de la extravagancia y la vida pomposa, el glamour y lo bizarro, y nunca dentro de un ámbito familiar común y corriente en los suburbios de una ciudad como Tokio. Es afortunadamente extraño y original que en una televisión tan incendiaria y veloz como la japonesa desembarque la serie de El esposo de mi hermano, cargadade vínculos afectivos entre hombres, entre hermanos, entre sobrinas, tíos y cuñados, con un especial fervor depositado en la lucha contra la homofobia cotidiana, además de la inclusión de un personaje canadiense que también permite explorar y abrir el debate sobre los lazos entre oriente y occidente, los prejuicios y las preconcepciones erróneas que existen desde ambos lados del globo terráqueo. 

“¿Y después de la tele, qué?” En varias oportunidades Tagame se mostró dubitativo ante la obligatoria y repetida pregunta, aunqueasegura que entre las inquietudes y proyectos que le quitan el sueño figura en primera plana la ambición por realizar una serie de manga específicamente para niñxs, adolescentes o adultos jóvenes. Teniendo en cuenta que el manga gay suele dedicarse casi exclusivamente al sexo o al romance, el deseo próximo de este samurái de la pluma es correrse de ese lugar, reconfigurar el género y dirigirlo a públicos más precocesparaofrecerles una salida y un herramienta en su propia lengua frente a las posibles apariciones de la angustia, las dudas sobre la propia identidad, la caída dela autoestima o la propia aceptación, en momentos en los que esos potencialesy más pequeños lectores puedan sentirse dejados de lado o violentados a causa de su identidad sexual y de género.

Para leer gratuitamente las obrasde Tagame se puede ingresar en myreadingmanga.info