Así como una escuela puede ser a su vez un hogar, un hogar debe necesariamente funcionar como escuela. Y aunque en el universo drag más que de hogares se hable de Casas (conocidas en la jerga anglo como -sorpresa- Houses), toda buena Casa drag es, bien se sabe, un verdadero hogar. Se comparten nociones, malestares, logros; se es protegidx y protectorx; se crece y se recalcula; se presta un atuendo a cambio de un par de Marlboros. Las Madres, o Mothers, comandan cada Casa y amparan a las Hijas, apellidándolas y brindándoles un sostén que muchísimas veces trasciende lo escénico.

Elektra Iuculano habita el mundo drag argentino desde hace años. Comenzó su carrera en Rosario, su ciudad, y hoy es la creadora y encargada de la Escuela de Arte Drag Queen, un espacio donde se imparten todas las disciplinas que confluyen en la performance drag como la conocemos: se aprende de vestuario y de expresión corporal, de lipsync y de maquillaje. Se enyesan tocados, se inventan pestañas postizas, se manda tarea para el hogar, se plusvalizan pelucas. 

La charla con Elektra se produce durante su clase nocturna de viernes, lxs alumnxs en compacto silencio y concentración no franqueable. Los espejos repujados en luz destacan cada milimetrado trazo de sombra, y se ven cejas en distintos niveles de resignificación, desde las escindidas hasta las quintuplicadas. Aula contigua: termina de cobrar forma un casquete fascinante, forrado en tiras de cuero negro y con cornamenta de fábula, que habrá de ser estrenado poco después en un show en Tucumán.

¿Cómo es la cursada en tu Escuela?

–En el primer año se empieza a entrenar vestuario, y a la mitad de ese año de cursada se empieza a preparar el show. La performance. Yo lxs voy guiando para que creen algo según sus ideas, que no sea solamente un lipsync sino un suceso artístico que ocurra en menos de cuatro minutos, porque es un show on stage, y eso es lo que estamos preparando ahora. También hacen otras perfos, claro, pero el show final es el formato de presentación del trabajo.

¿Cuántas personas están aprendiendo ahora?

–Ellxs son un grupo de nueve, que ya venían del año pasado y que ahora están en el quinto mes de cursada. Vemos mucho maquillaje al principio porque la transformación sucede sobre todo ahí, en el make up. Después trabajamos el cuerpo y los movimientos: cómo hacer playback, cómo sentarse y cómo pararse, cómo caminar los tacos. Aprenden a moverse como una draga. Por ejemplo, yo les voy dando tips de pasarela de los noventa y los adoptan según el personaje que vayan creando. En cada clase armamos cuestionarios para que desarrollen ese personaje, pensando quién es, de dónde viene y a dónde va, qué quiere mostrar y qué no. 

Y en ese primer acercamiento al maquillaje, ¿existe un aporte de cada estudiante?

–No en esa instancia. Se empieza con una clase sobre el color, y algo de historia del arte y de las drag queens, siempre desde mi experiencia. Lo que yo les doy es técnica, no una estructura a seguir. A veces una clase puede ser con un ejemplo que yo les muestro, u otras les propongo hablar de, supongamos, el círculo o la esfera. En otras clases hacen un ejercicio completo en lugar de una práctica puntual; hago las correcciones y cerramos con un ejercicio teatral o de expresión corporal para ir mejorando ese costado. Vemos también texturas, y ahí sí incluimos propuestas de maquillaje que vienen de ellxs. Además, aprenden a moldearse el cuerpo, a armar rellenos con goma espuma, a fabricar sus propias pelucas o a transformar una de baja calidad en una de alta calidad.

A partir de esos primeros maquillajes con impronta personal, ¿cómo hacés vos para que cada personaje siga creciendo?

–Yo quiero sacar de adentro esos personajes para que sean lo más genuinos posible. Finalmente cada ejercicio se va adaptando a las estéticas propias. Las clases me permiten conocerlxs, y nunca es algo inmediato, por eso creo que la Escuela tiene que ser de tres años. Recién ahí están bien formados los personajes: al principio se trata de reconocerse, es prueba y error, es búsqueda, búsqueda, búsqueda. También es hacer shows con público, saber leer el aplauso, ver qué le pasa a la gente porque ese es el mejor entrenamiento y el modo más certero de evaluar la propia evolución. 

Más allá de la formación que das en esta escuela, ¿te interesa la idea de formar una House?

–Yo siempre pensé en tener mi palacio. Me dedico a transmitir el espíritu drag queen desde hace mucho, y es algo que fui descubriendo con el tiempo, algo que fui enseñando -como hacen otras drag queens- porque veía que muchas personas no tenían ninguna información sobre lo que hacemos. En su momento yo investigaba para entender cómo transmitir eso que yo hacía; no era como es ahora, que sobra la información. Yo no “hago” drag queens que se parezcan a mí, sino que doy conocimientos para que cada quien cree su performance, que puede ser drag queen o no necesariamente; lo que pasa es que yo vengo del drag, de la estética camp, que algunas personas conocen como old school pero yo prefiero llamar camp, y esa es mi base artística. Imaginate que cuando empecé hacía este mismo estilo de maquillaje, tan exagerado, y recuperaba materiales de descarte para armar vestuarios y utilería. Me di cuenta de que me gustaba esto de transmitir y en su época éramos muy pocxs, entonces sentía que si podía llevar el espíritu drag queen a más cantidad de gente, entonces yo iba a poder entender mejor mi propia performance, qué quería hacer, qué significaba mi trabajo. En algún momento empecé a viajar, fui a Europa un par de veces, fui al norte argentino y a distintas provincias tratando de meter el drag en distintos tipos de espectáculos, no solamente estando arriba de un escenario en una disco o en un teatro sino también en una performance callejera, de pronto.

¿Reconocés en ese impulso por enseñar a tus propias maestras?

–Yo soy de Rosario, y cuando empecé a ser drag queen fue Topacio Fresh quien me guió. Ella es mi madre drag. Yo le volaba la cabeza porque tenía diecinueve años y lo único que quería era saber, saber.

¿Qué parte de lo que vos enseñás te parece que no se transmite en, por ejemplo, un tutorial de Youtube?

–Ahora hay mucha información, demasiada, que no se puede usar o es muy difícil de hacer llegar a la práctica. Hay algo en lo presencial, en verlo acá, porque si seguís un tutorial vas a copiar lo que ya hay. Podés experimentar pero seguís siendo un copia de eso que viste. Igual, digámoslo, ya está todo inventado; pero implementando en vivo las técnicas salen cosas fabulosas, y es diferente a copiar algo que estás viendo porque eso es seguir un patrón, se produce algo repetido. Lo que yo trato de hacer con cada unx es que saquen algo nuevo. Como podés ver, cada maquillaje es completamente distinto al otro, aunque hay ciertas, digamos, reglas, de la “draguización”: las cejas, el delineado, las pestañas, la boca…

¿Cómo avanzás cuando ves que algunx de tus alumnxs está llevando su estética para tu lado?

–Todavía no me pasó, y eso está bueno. Yo trabajé con grupos de drag queens en los que había momentos en que nos parecíamos, algo que era inevitable porque estando tanto tiempo juntas, trabajando a la par, nos mimetizábamos. Si estás en un grupo en el que cada persona practica y vas viendo lo que resulta o no en el resto, lo que te gusta o lo que no, eso te lleva a que te mimetices un poco. En el caso de la escuela no pasó aún porque yo prefiero que esto sea diverso.

¿Siempre debe haber un componente de exageración? ¿Puede ser sutil el drag?

–Puede ser sutil, sí. Lo que pasa es que el drag es una exageración de por sí. Nosotrxs en Argentina dividimos lo que es una transformista de lo que es una crossdresser de lo que es una drag. Hacemos esa división basándonos en algo que, para mí, no tiene sentido. Todo es travestismo. Todo es travesti. Algunxs se travisten todo el tiempo y otrxs lo hacen solamente para un espectáculo; y de esas personas que lo hacen en un espectáculo, hay distintos caminos. Uno de ellos es travestirse de mujer, pero no es el único.