Diego Schwartzman se erige como la mayor esperanza del tenis argentino para destruir el embrujo en el Argentina Open. El torneo más importante del país lleva diez años sin disfrutar de un campeón local y el Peque, uno de los tenistas de mayor crecimiento de la temporada pasada, se encuentra muy a gusto en su tierra y pretende ser el primer ganador desde que lo hiciera David Nalbandian en el verano de 2008. Luego de vencer sin contratiempos al austríaco Haider Maurer en el debut y con cierto sufrimiento al brasileño Thomaz Belluci en la segunda instancia, el número 24 del mundo disputará esta tarde los cuartos de final del certamen porteño por primera vez en su carrera frente al esloveno Aljaz Bedene.

–Después de varios años en el circuito, ¿qué se siente jugar en casa, tan cerca de la familia y los amigos?

–Cada torneo que jugamos es muy diferente. Es la única semana en el año que nos toca jugar en casa, sin contar los Challengers, que por suerte ya no los juego desde hace un tiempo y eso es una buena señal. Este torneo es una gran oportunidad para que nos pueda ver la gente que no tiene chances de viajar y que nos sigue todo el año por televisión o por las redes sociales. Es un desafío pero a la vez es muy especial.

–¿Qué esperás de Aljaz Bedene, tu rival en los cuartos de final?

–Es un rival muy difícil, con muy buenos golpes. Ya jugamos en distintas superficies y nunca me tocó ganarle. Acá va a ser un partido muy cerrado, muy parejo, porque él no te da ninguna bola por perdida. Además nos conocemos y nos llevamos bien fuera de la cancha. Tengo que jugar mejor que en mis dos primeros partidos para ganarle porque está muy sólido.

–¿Qué cambiaste el año pasado para empezar fuera de los 50 primeros y terminar 26° en el ranking? ¿Cómo trabajás con Juan Ignacio Chela y con tu equipo?

–Más que hacer cambios en particular, esto es un proceso que ya lleva varios años. Respeto una forma de entrenamiento que me da resultados. Siempre subí de manera escalonada. El año pasado pasé del 52 al 26. Y los años anteriores escalé del 90 al 60, del 60 al 50. Pegué pequeños saltos y mi avance fue paso a paso; eso es parte de un proceso en el que me ayudaron mis entrenadores de toda la vida, con quienes todavía tengo relación más allá de no trabajar con ellos. Tuve la suerte de estar siempre bien rodeado. Esa es una de las grandes claves.

–¿Qué significa la Copa Davis en tu carrera?

–Es como jugar esta semana acá, es especial. Son momentos en los que sentís argentino y estás un poco más cerca de la gente. Argentina es un país pasional. Somos muy patriotas. Representar al país es una de las cosas más fuertes que le pueden tocar a un deportista. Es muy lindo pero también es muy difícil. Argentina es un país muy exitista y la gente nos golpea bastante cuando las cosas no salen bien. Pero no hay nada más hermoso que representar al país.

–¿Estás disponible para jugar contra Chile? ¿Qué pensás del rival?

–Siempre estoy disponible para la Copa Davis. Siempre que llegue sano y no haya ningún inconveniente físico voy a estar para formar el equipo.  Chile es un rival complicado, con dos jugadores jóvenes muy buenos. Garin no jugó con Ecuador pero supongo que le va a generar entusiasmo estar contra Argentina. Jarry tiene 22 años y ya entró al top 100; es un jugador muy peligroso, le pega muy fuerte. También tiene un doblista como Podlipnik, que en Australia hizo un gran torneo y llegó a la tercera rueda. La gente quizá no conoce mucho los nombres de Chile pero tiene dos jugadores que ganaron mucho en Juniors y ahora empiezan a instalarse de a poco en profesionales.

–¿Qué opinás sobre los cambios que ensaya la Davis en las zonas continentales?

–Me parecen grandes cambios. Creo que la mayoría de los jugadores está de acuerdo. La Davis es muy desgastante y que se achique a dos días y se juegue al mejor de tres sets nos ayuda mucho. Nos da más ganas de competir. La verdad es que se hace difícil cambiar por completo el calendario en medio de la temporada para jugar la Copa durante tres días y encima a cinco sets.

–El número de preclasificados en los torneos de Grand Slam bajaría de 32 a 16 desde 2019. ¿Estás de acuerdo con esa medida? Si mantuvieras tu ranking actual, en ese caso dejarías de ser sembrado y entrarías al bolillero.

–Me parece que es un cambio para el público. Creo que buscan la forma de que el público y la tele estén más contentos en las primeras rondas, con partidos más atractivos. No es un cambio a favor de los jugadores. Nosotros no estamos muy de acuerdo. Los organizadores buscan atraer más gente incluso más allá de la opinión que podamos dar los jugadores.