Hace poco más de un año, cuando empezaba 2017, un frío gélido corrió por las venas de esa familia que parió mil hijos. Santiago Fernández, guitarrista de Me Darás Mil Hijos, fallecía inesperadamente. El cimbronazo fue duro y costó acomodarse. Con la banda en un impasse (ya había dejado de tocar antes de ese golpe, tras la publicación de Santo Remedio) y cada quien en otros metieres, fue su hermano Mariano, el que le puso el hombro la situación. Primero, con un ciclo solista en Caras y Caretas, con homenaje a Taty incluido. Luego mediante la permanencia en dos proyectos paralelos (el sexteto tanguero, Terco, y el quinteto rockero, Ó), y recientemente a través del regreso de la vieja y querida orquesta con su formación casi original. “Si bien no será estrictamente un show de homenaje a Santi, sí sobrevuela algo de su ausencia que nos volvió a unir. A partir de su despedida quedaron picando las ganas de volver a juntarnos. Eso, unido a mucha gente que me cebó preguntando ¿Y?, ¿Mil Hijos cuando vuelve?, hizo que me decidiera”, cuenta Mariano Fernández Bussy, cantor y guitarrista, a punto de concretar el retorno este domingo en Niceto (Niceto Vega 5510). 

M.D.M.H funcionó como big band ecléctica desde su génesis, en 2002, hasta el momento transicional que media entre el tercer disco, Aire, y el cuarto y último, el citado Santo Remedio, trabajo que fue grabado por un reducido quinteto, bajo el mismo nombre. Por lo tanto, el tiempo “total” del retorno (el de la orquesta) alcanza los seis años. “El punto de partida es versionar temas de los cuatro discos, después vemos si nos ponemos a componer o qué nos sale, pero primero se trata de que esto esté bien armado. Todos estamos en la misma porque, cuando se me ocurrió la idea de volver, les escribí y todos me dijeron `sí, dale, vamos para adelante`… fue tal el impulso que ya tengo la lista de temas armada hace cuatro meses, algo que jamás había pasado”, se ríe Fernández Bussy, mientras retoma: “Nos reencontramos desde un lugar muy lindo, porque es un grupo que estuvo muchos años vigente, con sus lógicos momentos de desgaste… y nos conocemos de memoria”, aquilata el también letrista, pensando en toda la orquesta: él en guitarras y voz, más Gustavo Semmartin (guitarras), Federico Ghazarossian (contrabajo), Leonora Arbiser (piano y acordeón), Christine Brebes (violín), Carolina Flechner (batería), Germán Cohen (trombón), Damián Rovner (trompeta), y Santiago Díaz (percusión). “Menos Santiago, todos de la primera hora”, aclara. 

–¿Qué matices estéticos nuevos aparecen en la agrupación, en este regreso?

–Si bien, como dije, el show va a estar basado en los cuatro discos, y no vamos a presentar nada inédito, sí va a haber un sonido nuevo porque Santiago metía cavaquinho en un montón de temas, y ahora nos vamos a centrar más en el sonido de orquesta que en el criollo. Mil Hijos siempre tenía como sonido un ida y vuelta entre las tres guitarras criollas armonizadas al estilo Rivero, y la parte orquestal. Ahora va a primar esta última a través de vientos, cuerdas y acordeón, más la presencia del piano, algo que no había, y una potencia rayana al rock.

–Una alquimia entre potencia y lirismo, digamos

–Sí, pero con más arreglos orquestales.

–¿La decisión tiene solo que ver con la ausencia de Santiago o existen otros motivos?

–Tiene más que ver con el repertorio elegido. Respecto de mi hermano, la idea no es suplirlo sino ir por el lado que quedó. Y el factor emotivo, claro, porque Mil Hijos siempre tuvo una cuota importante de emotividad, de melancolía y de sentimiento a flor de piel. La banda siempre fue así, porque mis letras son así, y eso se mantiene. Pero, obviamente, va a aparecer una emoción tremenda por Santi.

–¿Intuye el toque como un retorno más duradero, o solo como una juntada ocasional?

–Veremos lo que se siente. Y en lo musical, al menos lo que se siente en los ensayos es una madurez en todos. Se nota que el ensamble es un reloj. A pesar de que no tocábamos los temas hace años, creo que va a ser todo más fino y más prolijo de lo que era. También hay mucho entusiasmo, relacionado con el reencuentro. 

–El tiempo que hace lo suyo, siempre…

–Y, como decía, marca un nivel de maduración en todo el grupo que, creo yo, está en su mejor momento. 

–No habría demasiados inconvenientes, se supone, con el repertorio de los primeros tres discos, ya que fueron grabados por la orquesta. Pero, ¿cómo se adapta ésta a las canciones del último, que se grabó en formato de quinteto?

–Aggiornándose. Cada tema va tomando giros respecto de la formación orquestal, pero también esta esa cosa que siempre tuvo la banda… la de ser una especie de colectivo al que los músicos se van subiendo. Hay algo de ese espíritu que vuelve, algo que no hicimos con el quinteto que grabó el último disco, porque nos encerramos.

–¿Autocrítica?

–Más bien creo que se logró otra calidad de laburo, más minimal, con un disco grabado casi en vivo. Pero igual, el espíritu colectivo de Mil Hijos era el orquestal, y eso también está volviendo ahora, de la misma manera.