El 23 de febrero de 1958, Juan Manuel Fangio conversaba con gente del ambiente del automovilismo en el hotel Lincoln, en La Habana, cuando Manuel Uziel se le acercó y a punta de pistola le avisó que empezaba su secuestro. Algunos amagaron con reaccionar pero una amenaza alcanzó para que nadie se moviera. Resignado, Fangio agregó algo así como “vamos”, se subió a un Playmouth verde que esperaba en la puerta y por 27 horas no se supo nada de él. Salvo que el Operativo Fangio lo realizaban los rebeldes cubanos del Movimiento 26 de Julio. “Retención patriótica”, explicaron a través de Radio Rebelde. Lograron su objetivo: que el mundo hable de ellos. Fangio ya era quíntuple campeón del mundo y había viajado a Cuba como la principal figura del Segundo Gran Premio de Cuba, impulsado por la dictadura de Fulgencio Batista con el fin de demostrar que aquel era un país de amor, paz y justicia social. Los del M-26-7, en cambio, querían darse a conocer y derrocar al dictador.

“Si bien es cierto que cuando fue secuestrado estuvo muy preocupado, enseguida se dio cuenta que lo que se buscaba era que la noticia causara una sorpresa tal que se conociera al Movimiento 26 de Julio, liderado por Fidel Castro contra Batista. Incluso lo trataron muy bien en todo momento: le pidieron disculpas y le explicaron que la acción no era contra él o la Argentina sino contra el régimen de Batista”, recuerda el periodista y biógrafo de Fangio Eduardo Gesumaría (conocido como Sprinter), autor del libro El otro Fangio. “Cuando lo liberaron, en conferencia de prensa Fangio dijo que no podría reconocer a sus secuestradores porque él veía siempre a mucha gente”, agrega: de aquel secuestro surgió, al menos, una buena relación.

Uno de sus secuestradores, Faustino Pérez, quien luego sería ministro de Comercio e Industria del gobierno de Fidel, lo invitó a la asunción del poder tras triunfar la revolución, en 1959. Fangio no pudo asistir, pero viajó en 1981 por cuestiones comerciales como presidente honorario de Mercedes Benz Argentina. Ese año no sólo hubo reencuentro, sino que además Fangio visitó la casa en la que permaneció secuestrado, habló con las mujeres que lo atendieron, fue agasajado y se encontró con Fidel Castro. Además, a los 25 años del secuestro, recuerda Gesumaría, el argentino recibió un telegrama de salutación. Arnol Rodríguez Camps fue otro de los secuestradores que también entabló buena relación con el piloto (foto). De hecho, se reunieron en 1992, en la celebración de los seis años del Museo Fangio. Rodríguez Camps fue agasajado en Balcarce y en Buenos Aires. Fallecido en 2011, también escribió un libro sobre aquel operativo. Se tituló Operación Fangio, igual que una película dirigida por el argentino Alberto Lecchi.



“Para cada cumpleaños Fangio recibía saludos de ‘sus amigos secuestradores’. Y cuando falleció, en su sepelio en el ACA se vieron coronas de Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio. Debe ser el único caso del mundo de un secuestro en el que se hizo un lazo de amistad tan profundo”, agrega Gesumaría. Luego rememora cómo fueron las horas en que estuvo cautivo El Chueco: “Primero lo llevaron a una casa en el barrio El Vedado, donde dos mujeres ya le tenían preparado un bife con papas fritas, que sabían que le gustaba a Fangio. Le pidieron disculpas y le explicaron qué era el Movimiento 26 de Julio y cuáles sus intenciones. Enseguida aparecieron varios guerrilleros que le pedían autógrafos. Le ofrecieron ver por tv la carrera, pero él no quiso. Ese día, el piloto cubano Armando García Cifuentes se despistó en la quinta vuelta, se salió del circuito y mató a seis personas (hubo más de 40 heridos), lo que hizo decir a Fangio que creía en el destino y a lo mejor al secuestrarlo le salvaron la vida. Lo único que pidió fue que le dijeran a su familia que estaba bien. Y cumplieron”.

En el gobierno cubano la disyuntiva era si hacer la competencia. La ausencia de una figura como Fangio justificaba su suspensión. Pero a la vez, suspenderla indicaba un paso atrás y un triunfo de los revolucionarios. Mientras, la policía se movilizaba por la isla sin dar con el paradero de Fangio. Se optó por realizarla. Pero el accidente de Cifuentes obligó a darla por terminada. Fangio, que iba a correr con una Maserati 450 S sport, fue reemplazado por el francés Maurice Trintignant.

Que el mundo hable

El secuestro le cayó de maravillas al Movimiento 26 de Julio. Pero había temores ante la suerte de Fangio: si lo herían o mataban, aunque sea alguien del gobierno, los responsables serían los revolucionarios. En diversos archivos se lee que Castro no estaba de acuerdo con la idea de realizarlo. Gesumaría recuerda que “la idea fue de Fidel Castro el año anterior, cuando le dijo al grupo que lo secundaba que había que intentar algo que llamara la atención del mundo acerca de lo que sucedía en Cuba, ya que a pesar de las acciones guerrilleras, todavía para otros países Cuba era un centro de diversión poblado de cabarets, en su mayoría de  norteamericanos, y con mucho turismo extranjero por sus excelentes playas”.

El secuestro pudo haber sucedido un año antes, cuando Fangio viajó a Cuba para correr –y ganar– el 27 de febrero de 1957, con una Maserati 300 S. El argentino ya estaba en la mira del 26 de Julio. Le siguieron sus movimientos –entre otros, entrenamientos y asistencia a una pelea de boxeo entre los locales Ciro Moracen y Puppy García– y cuando iban a poner en marcha el plan, un cambio en la agenda (Fangio se fue al cine) postergó la idea hasta el año siguiente. 

La liberación de Fangio, horas después de la carrera, no estuvo exenta de problemas. Fue el propio Fangio quien recomendó a sus secuestradores que lo entreguen en la casa del embajador argentino –Raúl Guevara Lynch–  en lugar de la embajada, que se presumía estaría rodeada de tropas de Batista. Un rebelde coordinó con el funcionario argentino cómo y cuándo se realizaría la entrega del piloto.

Para quienes sí terminó mal aquel hecho fue para tres integrantes del 26 de Julio. “Manuel Uziel, un joven estudiante que colaboraba con la guerrilla de Fidel Castro, fue detenido luego del secuestro en un operativo realizado por la policía cubana. Cuando sus amigos se enteraron de que sería fusilado por lo que pasó, le pidieron a Fangio que intercediera ante el General Fernández Miranda. Fangio le dijo a Miranda que el muchacho lo había tratado bien y le pidió que no le hicieran nada. Miranda le mintió, porque le prometió que no lo ejecutarían. Pero lo hizo, como también ejecutaron a Oscar Lucero y Blanca Niuvi, que habían intervenido en el operativo”, rememora Gesumaría.

Operación Fangio

Esta historia llegó al cine de la mano del director argentino Alberto Lecchi, presidente de Temperley hasta fines del año pasado. En sus películas suele aparecer algo alusivo a ese club del sur bonaerense del que es hincha. “‘Operación Fangio’ (1999) es la única película de Lecchi en la que no aparece nada de Temperley”, dice el actor e hincha de River Darío Grandinetti, quien interpretó al quíntuple campeón. “Es cierto”, sonríe después Lecchi; y aclara: “Era difícil poner a Temperley. Si hoy la volviera a hacer, haría algo para que aparezca. Lo que pasó es que se trataba de una historia muy cubana”.

Lo que le ofrecieron en primera instancia a Lecchi era hacer un telefilm, pero él propuso algo más ambicioso, como una película. Argentina y España se sumaron a la producción. “La historia me gustaba mucho”, comenta Lecchi. Y detalla: “El final, con Fangio hablando a los periodistas, es tal cual. Lo que no me gustó fue cómo entregaban a Fangio. Si esa escena la hacían los yankies explotaban todo con helicópteros y bombas. Pero por suerte me permitieron hacer algunos cambios. Fidel Castro no sabía del secuestro. De hecho, cuando se enteró estuvo en contra, porque cuando lo entregaran podrían matarlo y acusar al movimiento. Fidel Castro después desarma ese grupo”.

“Otra cosa interesante: cuando empecé a indagar, me encontré con que Fangio era un tipo híper conservador. Pero cuando lo entregan dice de los secuestradores ‘mis amigos’. Para mí ese era el secreto de esta historia. Pero pasan otras dos cosas importantes. Una de ellas es que Fangio le anticipó a su representante (Marcelo Giambertone) que en aquella carrera habría un accidente. Es posible que si participaba, Fangio hubiese tenido un accidente. Y después, que era muy mujeriego y puede que hubiera coqueteado con una de las secuestradoras, que no tenía un rol tan importante como en la película. Personalmente conversé con una de ellas y me dijo lo bueno que era Fangio y cómo la coqueteaba. Así que imaginate…”.



Lecchi, que basó su historia en el recuerdo de un testigo directo, muestra a un Fangio interesado en Pilar, una de sus secuestradoras. Suele señalarse que Fangio era un seductor. El no hablaba de su vida privada. Gesumaría cuenta en su biografía que su primer hijo, Oscar “Cacho” Espinoza, fue el resultado de su relación con una vecina casada de Balcarce, Andreína Berruet de Espinoza, quien sería su compañera por casi veinte años. Se le adjudicaron otros romances, como con la actriz francesa Brigitte Bardot. Y más hijos extramatrimoniales. Esta situación daba como para que “Operación Fangio” tuviese una historia de amor dentro de una historia de secuestro. Pero Gesumaría se opone: “La película parece una novela de amor con una guerrillera. Y nada que ver. Las dos mujeres que actuaron, dueñas de una de las propiedades, eran mayores. Y siempre estuvieron con muchos guerrilleros presentes, e incluso con uno gravemente herido en una de las habitaciones”. Y agrega: “Pienso que el director de la película incluyó esta idea para darle un toque más interesante al secuestro. Pero, al menos por lo relatado por Fangio en esos momentos, la situación no estaba para ningún romance”. Lecchi, en cambio, refiere a una “recreación libre” de un film que bien vale la pena ver, a casi veinte años de su estreno.

“Tengo un recuerdo bárbaro de esa película. Me impresionó esa sabiduría de campo que tenía Fangio. Un hombre que no era muy culto ni muy preparado, pero pícaro”, irrumpe Grandinetti antes de decir que lo sorprendió “que siendo Fangio de una ideología política bastante conservadora no tomara ninguna represalia contra los secuestradores y que haya dicho que no podría reconocerlos si se los cruzaba. Hacerse el sota, como se hizo. Eso me da a pensar que de verdad lo trataron muy bien. Y que a pesar            de no estar ideológicamente      de acuerdo, entendió cuál era el asunto”.

Al respecto de cuestiones de ideología, Gesumaría asegura que “Fangio no tenía ideas políticas. Cuando era joven se sabe que colaboró con los conservadores en Balcarce. Tampoco era peronista pero siempre agradeció y reconoció lo que había hecho Perón por él en 1949, cuando fue a Europa con el equipo del ACA y le hizo comprar la Ferrari 2.000 con la que ganó en Monza”.

“En este mismo lugar fue secuestrado por un comando del Movimiento 26 de Julio dirigido por Oscar Lucero, el cinco veces campeón mundial de automovilismo Juan Manuel Fangio. Ello significó un duro golpe  propagandístico contra la tiranía batistiana y un importante estímulo para las fuerzas revolucionarias”, se lee en una placa del Hotel Lincoln, en la calle Virtudes 164, en el barrio El Vedado, donde comenzó esta historia que duró 27 horas. Además, ocho pisos arriba se recuerda: “En esta habitación 810 estuvo alojado el cinco veces campeón mundial Juan Manuel Fangio cuando fue secuestrado”, en referencia a que ése era el hotel donde se hospedaba. Y al lado de otra puerta: “Salón Juan Manuel Fangio”. El hotel, que parece detenido en el tiempo, es una de las tantas atracciones turísticas que ofrece La Habana. Una atracción que Fangio ayudó a crear sin querer y que la historia se encargó de acomodar.