Desde San Salvador de Jujuy 

El Establecimiento Penitenciario 1 de Jujuy es conocido como el Penal de Gorriti. En las paredes externas una marca lo recuerda como ex Centro Clandestino de Detención. Allí, donde fueron secuestrados y torturados las víctimas de la dictadura, bajo la lluvia, se congregaron familiares de presos, entre ellos de Nelson Mariano Cardozo, el joven asesinado a golpes hasta la asfixia el 5 diciembre. “Venimos a pedir la intervención del Penal”, explicaron. “Los mismos carceleros que estuvieron ese día siguen custodiando a los presos”, cuenta Marcela Avila, tía de Cardozo y hermana de otro de detenido. El día del crimen, cuando un grupo de presos comenzó a golpear las rejas hasta con sus cabezas para pedir que ayuden al muchacho, el Servicio Penitenciario desató una refriega con balas de goma, gases lacrimógenos y escarmientos a los golpes que terminó con unos 140 detenidos heridos con traumatismos de cráneo, de tórax y fracturas de mandíbulas y manos. “La situación dentro del penal fue tan grave que el Hospital Público Pablo Soria tuvo que clausurar el servicio de guardia para atenderlos”, explica María José Castillo, abogada y miembro de la coordinadora que presentó un pedido de Habeas Corpus. El trámite cayó en manos del juez de control Isidoro Cruz, que luego de dos audiencias lo cerró sin investigarlo. 

  El día del crimen, cuando finalmente sacaron a Nelson de su celda, uno de los detenidos lo vio tirado en el piso de la enfermería. “Los presos les pedían a los guardias que por favor lo reanimen porque todavía respiraba, pero los guardias, ahí tirado en el piso, lo movían y le decían ¡pendejo levantate!”, dice una de las mujeres de la familia. “Otro detenido empezó a tirar los tubos de oxígeno al piso, desesperado, para que lo levanten e intenten reanimarlo pero el penal no tiene nada para hacerle algo así”. 

Así, dicen las mujeres, comenzó la represión sobre los presos.

“Cuando Nelson está tirado, empezaron a entrar los cascarudos y a golpear todo”, explica una mujer. “Hablan de motín, pero en realidad ellos entraron a golpearlos a todos. Como los presos estaban exigiendo, a eso le llaman rebeldía ahí adentro, o desacato. Así es que empezaron a golpearlos. Les pegaron malamente. Les dejaron los ojos hinchados. La mandíbula lastimada”. 

Una mujer saca del bolso fotos de más de treinta personas con golpes, balas y heridas de todo tipo, imágenes que los propios detenidos lograron capturar. Al grupo de mujeres se suman la madre de Nelson, Natalia Rodríguez y su tía Analía Tolaba. “Yo tengo las fotos. ¡Entraban directamente a verlos a ellos, les apuntaban a la cara y disparaban con las balas de goma! Tengo chicos lastimados que todavía tienen perdigones de las balas de goma. Perdigones incrustados que todavía no les sacaron. Y no los sacan al Hospital, todavía siguen en el pabellón de la cárcel”. 

A Nelson lo mataron a la hora del recreo de la mañana, cuando todos los presos salen a descansar al patio. Ese día quiso quedarse en la celda que se cierra con un candado. También el patio se cierra. Los únicos que poseen llaves para abrir las puertas son los guardiacárceles. Cuando los presos volvieron del patio, la celda de Nelson estaba abierta y el cuerpo colgado. Al mediodía, el Servicio Penitenciario emitió un comunicado para decir que se había suicidado. Tres horas mas tarde tomó intervención el fiscal Gustavo Araya. Las pericias señalaron que lo habían matado a golpes antes de colgarlo. Ahora habrá que ver si tuvo alguna sobrevida posterior mientras lo llevaban a la enfermería, porque los detenidos aseguran que cuando le pegaban patadas en el piso todavía respiraba.

El nombre de Nelson Cardozo

En la cárcel de Gorriti hay dos parientes de Nelson. Dos tíos. Alberto Cardozo y Fabián Avila. Alberto Cardozo está detenido desde abril en el marco de una causa en la que, en el país misterioso de Gerardo Morales, pasó de denunciante a denunciado. En 2007 fue víctima de un tiroteo. Lo denunció. Señaló entre los atacantes a su pariente Fabián Avila y a Rafael Páes. En prisión lo torturaron, tal como publicó este diario. Durante la primera semana lo pusieron en la celda de castigo, lo colgaron del techo con manos y pies atados para interrogarlo sobre el dinero de Milagro Sala y un integrante de la organización. El juez Pablo Pullen Llermanos le dijo más tarde que si denunciaba a Milagro Sala en la trama de su atentado, lo liberaba. Cardozo es parte de la organización Tekuré que integra la Red de organizaciones de las que participa la Tupac Amaru. No denunció a Milagro Sala. Y entendió el crimen de su sobrino como un nuevo apriete. Páes, que estuvo preso, fue sobreseído luego de denunciar a Milagro Sala. Avila fue uno de los más golpeados el día de la protesta de los presos por la muerte de Nelson Mariano Cardozo. Tampoco él declaró en contra de Milagro Sala.

“Mi esposo me contó que los reventaron, los hicieron mierda”, dice otra de las esposas. “Me dijo que la protesta comenzó en el Pabellón 3 que era el lugar en el que estaba Nelson. Que después se sumó el Pabellón 5. Que entraron los de Infantería y todos los cuerpos especiales de la Policía para ayudar a los del Servicio Penitenciario. Y que ahí los reventaron. Les quebraron las manos. Le partieron la cara, la mandíbula. Que los tenían en el piso y les tiraron agua fría. Que a los que tenían en el piso les seguían pegando. Que todo esto lo hacían con los que habían participado y no participado”. Y continuó: “Que los que lograron meter en las celdas, les cerraban la reja. Les tiraban a esta distancia –dice y señala con la mano–, y les tiraban tiros, de esos tiros de bala de goma prácticamente pegados al cuerpo”. 

La Coordinadora contra el ajuste y la represión, Madres y Familiares de Desaparecidos e Hijos de Jujuy golpearon las puertas de varios juzgados durante esa semana para presentar un Habeas Corpus. Recién el sábado 10 lograron que un juez, Isidoro Cruz, los reciba en su casa. Le entregaron una presentación por el agravamiento de las condiciones de detención de los internos del Servicio Penitenciario 1 como resultado de los hechos de violencia de público conocimiento luego del asesinato de Cardozo. Durante un trámite express el juez lo cerró. 

“Presentamos el Habeas como resultado de los hechos de violencia de público conocimiento ocurridos luego del asesinato de Nelson Cardozo”, explica Marcela Mon, abogada del espacio. “Muchos familiares habían comenzado a hacer público los hechos que estaban sucediendo en el penal mientras pasaban, concentrados del lado de afuera. El sábado 10 de diciembre se lo presentamos al juez de control Isidoro Cruz. El juez hizo una primera audiencia para ratificar la denuncia. A la audiencia fueron Inés Peña y Sara Velazquez, de Madres. En ese acto quedó asentado que iba a hacerse una audiencia posterior, el día 12. El juez convocó a la audiencia del 12 a dos funcionarios: el Director del Establecimiento Penitenciario 1, el subalcalde Luis Ochoa y al Jefe del Departamento de Sanidad, José Alvarez. Comparecieron los dos y de lo único que quedó constancia es que dijeron que los internos del Penal habían sido atendidos, medicados y se les habían realizado las curaciones pertinentes. También dijeron que el más afectado fue el interno Fabián Avila. Y adjuntaron los exámenes médicos físicos realizados el día 6, posterior a la muerte de Cardozo. El problema es que con esas dos audiencias el juez dio por concluida la investigación”.

Con esa resolución, los peticionantes pidieron ver el expediente. Y el viernes presentaron una apelación. Allí explicaron que el juez decidió cerrar la investigación porque los denunciantes no concurrieron a la audiencia, un argumento que no tiene asidero legal, explican, porque la presencia es irrelevante. Por otro lado, señalaron que por la naturaleza del recurso, el juez debe actuar de modo inmediato para restituir los derechos fundamentales que están siendo vulnerados sin la necesidad de tener la rigurosidad formal de otros reclamos. Del cotejo de los documentos del expediente, además, encontraron los datos más importantes por los que volvieron a fundar la demanda.

  “Las constancias documentales que existen en la causa, entregadas por los funcionarios, dan cuenta de la gravedad de la violencia ejercida dentro del penal”, sigue Mon. “Del examen físico surgen lesiones como traumatismo de tórax, traumatismo de cráneo, heridas de postas en los muslos, fractura de clavícula, fractura de húmero, sólo por dar algunos ejemplos. Pese a esos datos, el juez no hizo ninguna pregunta a los funcionarios en la audiencia. Ni por qué ocurrieron las lesiones, ni cómo. De hecho, cuando el Jefe del Departamento de Sanidad da cuenta del interno mas afectado, luego puede observarse que su nombre no consta en el listado de personas lesionadas que entregaron. Tampoco explica qué medidas se tomaron o se están tomando para mejorar el estado de Avila”. 

Las denuncias por los tormentos y torturas en las comisarías y en los penales de la provincia –habituales en el mundo de las distintas dimensiones de la violencia institucional–, aquí no sólo son habituales, sino se articulan con las persecuciones políticas a los integrantes de las organizaciones sociales que han militado alrededor de la Tupac Amaru.