El movimiento del mar producido por las fuerzas de atracción que el sol, pero sobre todo la luna, ejercen sobre la Tierra se conoce como marea. Un nombre en femenino que invade la costa en un movimiento que fluye y empuja. Así, como esa imagen potente y poderosa de la naturaleza, la marea feminista viene a cambiarlo todo. No es un fenómeno natural sino un movimiento ejercido desde una conciencia sensible y revolucionaria que crece y resiste. Y que utiliza diferentes herramientas, como el arte, la palabra y la imaginación. “La marea te envuelve, se expande, se repliega y muta”, dice Cecilia Palmeiro, docente, escritora y activista. “Sólo mareadas se puede habitar en la marea. Acompañando el movimiento para seguirla y permanecer en ella. Cuando una sale de la marea se da cuenta de que su movimiento es alucinante. Como cuando bajamos de los barcos y sentimos que lo que se mueve es la tierra”. “Reivindicamos el estado de mareo –suma Fernanda Laguna, artista plástica y poeta– como una potencia antipatriarcal dedicada a congelar las experiencias en definiciones que generan prejuicios”. Cecilia y Fernanda son las curadoras de “Mareadas en la marea”, una instalación que reúne registros de distintas expresiones feministas desde el 2015 hasta la actualidad. Un recorrido que se dio en las calles, en los encuentros, en las marchas y asambleas, y donde existe fundamentalmente un interés por pensarlas política y artísticamente. Así lo explican ellas: “El feminismo es cada vez más un movimiento que se piensa a sí mismo en las calles, en marchas y asambleas y el arte funciona como un disparador, como una herramienta sensible que expresa aquello que aún no puede ser delimitado. Expande sentidos, ideas. Sirve para comunicar sin perder su potencia misteriosa y para expandir lo imaginable para que sea posible”. Por eso, en “Mareadas en la marea”, trabajaron un registro conceptual y sensible que bucea en “archivos vivos” transformados en un espacio de reflexión sobre un proceso revolucionario: el feminismo. 

LA MAREA EN EL CUERPO

Hubo un antes y un después que se determina por la salida a las calles. Esa urgencia que desbordó las plazas encontró una organización abrumadora que continuó creciendo y empoderándose. Cecilia recuerda: “En 2015 comenzamos a soñar con una medida de fuerza original y poderosa: un paro de mujeres. Desde ahí, una marea feminista se desplaza por el planeta Tierra. Es el sujeto colectivo que las mujeres del mundo venimos tejiendo en un proceso revolucionario donde los cuerpos sexuados se mezclan, se confunden y se conectan. Una multitud diferenciada y articulada sin dueñas, ni jefas, ni líderes, pero que avanza y arrastra consigo estructuras, instituciones y formas de vida patriarcales”.Este archivo vivo de vanguardia feminista -con biblioteca incluida-cruza banderas de NiUnaMenos de diferentes regiones, bolsos donde resaltan las frases y los cánticos de las movilizaciones, fotografías, manifiestos, folletos, textos, remeras y pancartas. En suma, todos los materiales de una revolución sensible encontrados en archivos personales. “Esta marea cruza fronteras, lenguas, clases y géneros. Crece como una onda expansiva de deseo y su método es la inteligencia colectiva, la amistad política, el cuidado mutuo y la imaginación de nuevas formas de comunidad”, refuerza Fernanda.

La instalación es en sí misma un cuerpo vivo. Se presenta vital para cambiar formas de vida y direcciones establecidas. Por eso esta marea muta las formas de vivir y de estar juntxs.  

¿Qué encontraron en esta búsqueda?

Fernanda: Todo ronda en el “hágalo usted misma” sin que ese concepto sea despreciativo. En la idea de que podemos hacerlo todo como podemos y con lo que tengamos radica la fuerza revolucionaria y sobre todo en el entramado de redes de compañerismo que se tejen en el hacer. Lo que una no sabe hacer lo hace otra, siempre hay amigas con quienes juntarse a soñar ideas y delirios. Y como no se le debe nada a nadie porque todo lo hace cada una, hay mucha libertad y cero prejuicio. 

¿Cómo están organizados los temas de la muestra?

Cecilia: Los fuimos organizando de diferentes maneras. Hay una línea de tiempo desde los paraguas, la imagen del primer paro del 19 de octubre de 2016, hasta lo que se está preparando para el 8M. Paro también dentro de esa temporalidad hay agrupamientos. A veces es una historia de cómo se pintó una bandera, colectivos que tienen imágenes que dan cuenta de sus trabajos, como por ejemplo el Frente de Mujeres de la Universidad de General Sarmiento, donde está muy bien documentado el trenazo. 

El trenazo fue una acción que se realizó el 8 de marzo de 2017, y que consistió en la organización de varias compañeras de la Universidad y de los barrios de la zona para viajar todas juntas en tren hasta la movilización. Viajar juntas posibilitó esa hermandad en el que se basa la idea de sororidad. Y la instalación también da cuenta de eso porque entre sus obras se cuela esa fuerza política que destella en cada frase que quiereterminar con el sexismo y la opresión. La marea es algo intenso e increíble, y como la sororidad produce transformaciones a partir dela confianza y la amistad, donde surge la solidaridad política para protegernos y proteger nuestros derechos.  

¿Qué generan estas intersecciones entre “objetos de poder” e “impulso documental”?

Fernanda: Generan una marea, algo gigante formado por el activismo de todas. Es algo energético que actúa en muchos niveles pero, principalmente, en el de generar entusiasmo, por no decir euforia. Esta marea genera ganas de hacer y la sensación de que una lo puede hacer, y que juntas podemos todo. 

Hay sororidades que se manifiestan en los diferentes objetos que componen la instalación: diario íntimo-colectivo, alianzas, escrituras y lecturas insumisas donde se mezclan arte, política, historias y utopías. ¿Qué viene a decir este espacio de vanguardia feminista en un momento en que el movimiento de mujeres no deja de crecer y expandirse?

Cecilia: Esta muestra, o este rejunte en crecimiento horizontal, busca ser parte de la marea y no aislarse como documentación. No es un museo, ni intenta serlo. Todo lo que está aquí está en expansión y tiene que ver con el presente, con los cuerpos. Es una instancia en la cual pensar un poco esto que nos está pasando y que es una revolución sensible capaz de crear un mundo nuevo.

La muestra tiene un enfoque de arteactivismo. ¿Cómo lo definen?

Cecilia: Creemos que el arte es un sistema de comunicación que no tiene nada que ver con otras formas de comunicación. Es una forma de transmitir intensidades, experiencias. Por ahí, una receta de cocina una la lee en un papel, pero la gracia del plato de una chef requiere un tipo de transmisión especial. Una puede leer sobre feminismo pero la lucha que están llevando las mujeres es tan diversa, tan intensa que una las puede experienciar a través de estos sobjetos, fotos, textos. 

Fernanda: Nada de la muestra habla de algo concreto, nada cierra. Todo rodea y muestra las diferentes problemáticas desde diferentes caras. La idea es aprender y construir una nueva forma de vida y el arte, que es tan extraño, es lo adecuado para este fin, pero sobre todo en el sentido de la liberación de la imaginación y la creatividad hacia el terreno de lo real. 

Si pensamos que la revolución será feminista o no será, ¿cómo creen que se construye en lo cotidiano, desde lo sensible, el amor y la sororidad la potencia política del feminismo? 

Cecilia: Nosotras decimos que nos organizamos para cambiarlo todo. Pero este cambio no es algo que esperamos que suceda a futuro, es algo que empezamos a poner en práctica aquí y ahora. Tenemos que deshacer el personaje de mujer, nos dice Suely Rolnik, mutamos subjetivamente para cambiar la sociedad desde abajo, desde nuestros cuerpos y nuestras vidas. Ponemos en práctica nuevas formas de comunidad al entender la amistad como vinculo político, como alianza revolucionaria. Practicamos la horizontalidad, eliminamos las jerarquías de género, clase, etnia e incluso especie. Es necesario vivir como queremos que sea nuestra vida.

“¡Mil veces mareadas todas juntas!”, cierra Fernanda.

Mareadas en la marea

Multiespacio Cultural de la Universidad Nacional de General Sarmiento (José León Suárez y Gutiérrez, Los Polvorines)

Hasta el 26 de abril

Fernanda Laguna y Cecilia Palmeiro