Manolo Cadenas no lo sabe, pero su mera asunción como entrenador del seleccionado argentino de handball ya supuso un hecho histórico. Considerando los seis deportes de conjunto con más trascendencia en la Argentina, el español se convirtió el año pasado en apenas el octavo técnico extranjero de todos los tiempos. El fútbol tuvo al italiano Filippo Pascucci, el básquetbol contó con el portorriqueño Flor Meléndez, el rugby apreció al sudafricano Izaak van Heerden y al neozelandés Alex Wyllie, el voleibol admiró al surcoreano Young Wan Sohn y el handball aprendió del cubano Manuel Quiala Acosta y del español Jordi Ribera. La excepción es el hóckey sobre césped, que nunca en sus seleccionados mayores tuvo un conductor foráneo.

Manolo es además el primero en más de una década, luego de que su compatriota Ribera tomara las riendas justamente del handball nacional entre 2004 y 2005. Se le pregunta por esta coyuntura poco común y desde el otro lado de la línea devuelve una respuesta justa y cauta: “Me es difícil opinar del deporte argentino y los seleccionadores porque no conozco lo suficiente, pero que me hayan elegido para estar al frente de Argentina y es un gran orgullo porque piensan que puedo ser ese entrenador que pueda contribuir a seguir el crecimiento constante del handball argentino. Acepto ese reto y me hace ilusión”.

Ahora mismo, mientras disfruta sus últimos días en su León natal, antes de retornar a Buenos Aires, al ex seleccionador de España también le hace ilusión el choque que Ademar –el equipo de su ciudad– y Montpellier protagonizan por los Playoff de la Liga de Campeones. Es que allí hay cuatro argentinos en la cancha: Federico Vieyra, Sebastián Simonet y Gonzalo Carou en el equipo español, y Diego Simonet en el club francés.

-Para Argentina es un hecho inusitado este tipo de enfrentamientos, ¿qué valor le da esto al handball de nuestro país?

-Creo que es un éxito para todo el balonmano argentino, que ha ayudado para que pueda suceder esto, que cuatro jugadores nuestros estén inmersos en una eliminatoria de Liga de Campeones y que además se trate del Ademar, segundo en la Liga ASOBAL y el Montpellier, con Diego Simonet a la cabeza, líder de la Liga francesa y donde juega el equipo más poderoso: el Paris Saint-Germain.

-Se fue a Polonia a los 58 años. A los 62, aceptó entrenar a la Argentina. ¿Se imaginó dirigir en el exterior a esta edad después de haberlo hecho siempre en España?

-Como entrenador estoy abierto a dirigir donde sea. En ese aspecto, igualmente no pensaba estar tan lejos de casa, porque estoy a unos doce mil kilómetros. Pero bueno, es solamente un viaje y no tiene importancia.

-¿Por qué aceptó ser el entrenador de la selección de la Argentina?

-Tuve algunas ofertas, pero desde luego la más interesante era ir a la Argentina porque ya tenía contactos con dirigentes como Mario (Moccia) y Carlos (Ferrea), y con entrenadores como Guillermo (Milano), (Fernando) Capurro, con el Negro (Guillermo Cazón), Dady (Gallardo)… Ya los conocía, y por supuesto a los jugadores, como (Gonzalo) Carou, que estuvo conmigo y me animó cuando llegó la citación. Fue por eso, por los vínculos, por el deseo de ayudar con la experiencia que he adquirido en un balonmano de alto nivel como el europeo, la Liga ASOBAL o la selección española, para intentar ayudar al crecimiento continuo que está experimentando el balonmano argentino.

-Hablando de ese crecimiento, ¿qué valoración hace del ciclo de Dady Gallardo?

-Siempre lo ha hecho a un nivel máximo. En el Mundial de Qatar (2015) me quedé sorprendido porque con muchos menos medios se han podido enfrentar con igualdad de resultados y rendimiento a Polonia, Alemania, Dinamarca y Rusia. Fue increíble verles competir y creo que ahí está ese gran trabajo. Lo difícil es seguir mejorándolo, no solamente para mí sino para todo el balonmano argentino. Progresar es complicado, pero de eso se trata, que estemos cada vez más cerca de los equipos europeos.

-¿Cuál es el presente del balonmano argentino?

-El presente es que tenemos que intentar clasificarnos a los Juegos Olímpicos de Tokio (2020) y voy a empezar la competición oficial en junio, en Cochabamba, con los Juegos Sudamericanos y después con el Panamericano en Groenlandia. La situación es buena, pero la de Brasil es un poquito mejor porque últimamente tienen un mayor número de jugadores y están obteniendo mejores resultados. Estamos cerca de ellos, intentando restar esa pequeña diferencia. Y en cuanto a los jugadores jóvenes, está claro que hay que moverse para conseguir talentos físicos, desarrollar al máximo su potencial y conseguir que puedan competir a un nivel más alto jugando en equipos europeos.

-¿Es ese el principal déficit del handball argentino, la falta de talentos físicos?

-Bueno, no tener una Liga profesional limita un poco la evolución del handball. Eso es un pequeño problema, pero si juegan en buenos equipos de Europa, está solucionado. Y sí, la condición física es un problema. Debemos tener mayor número de jugadores grandes y una vez que eso pase será más fácil seleccionar a los mejores y disponer de jugadores con altura que ahora mismo no tenemos.

-¿Con qué base de jugadores seleccionables cuenta la Argentina?

-Es una base un poco justita. Necesitamos más jugadores en la alta competición y en buenos equipos. Dependemos de que lleguen en buena forma, que no haya lesiones. Con el tiempo, tenemos que aumentar los hombres de calidad que sean seleccionables. Ahora mismo, para competir con los 15 mejores del mundo prácticamente no tenemos suficiente número de jugadores. Si los que están, están en buena forma, sí se puede, pero en la medida que haya ausencias será difícil.

-¿Cómo afecta el tema de que los jugadores alternen puestos en sus clubes y en la selección?

-Depende de los jugadores. Que jueguen en posiciones distintas también te da otra riqueza. Lo lógico es que jueguen más tiempo en las posiciones en las que van a actuar en la Selección, pero son necesidades de la situación y el balonmano es balonmano, y si el jugador tiene calidad es más fácil adaptarlo en la selección, aunque en algunos casos será difícil que un  jugador llegue al conjunto nacional si no juega en su posición habitual.

-¿Cómo definiría a Diego Simonet?

-Siempre me encantó. No ahora, sino antes de tener la suerte de poder dirigirlo. Es un jugador de esos que merece la pena ir a verlo a un partido, independientemente del resultado. Tiene un talento innato, una forma de jugar muy personal, improvisa, tiene calidad. Es muy completo. Y el trabajo que está haciendo en Montpellier desde esa posición de líder en la alineación del juego, eso lo hace ser un jugador aún mejor, ya que además de ser un jugador genial es sólido con su equipo.

-Usted también dirigió a Barcelona y seguramente lo habrá visto jugar: ¿es comparable a Messi?

-Son dos jugadores geniales e imprevisibles. Hay aspectos en los que ambos están tocados por una varita mágica, salvando que Messi es uno de los mejores, sino el mejor de todos los tiempos. Y Diego desde luego quizá sea el mejor jugador de la historia de la Argentina, o para algunos entre los mejores. Es nuestro líder y un jugador top.

En noviembre de 2016, durante la charla TEDx León que lo tuvo como orador, Manolo contó una anécdota con el danés Kasper Hvidt, por entonces en las filas del Ademar. El ahora ex arquero le regaló una edición del Quijote, libro que Cadenas (como cualquier lector español promedio) ya conocía de memoria, por lo que el entrenador pidió explicaciones. “Tú contagias nuestra pasión y nos haces creer que podemos luchar contra cualquier equipo, como Don Quijote contra los molinos de viento”, fue la respuesta dada.

Entonces, ¿es la pasión la principal virtud de Manolo como entrenador? “La pasión y el creer que se puede. Que entrenando y preparándose estoy convencido de que se le puede ganar a cualquiera. No sé si porque conozco bien a los mejores equipos y a los mejores jugadores del mundo, me da la sensación de que para nosotros también es posible ganarle a cualquiera. Yo en el Cenard, cuando entreno, afirmo que no practicamos para jugar en la Liga de Buenos Aires, lo hacemos para ganarle a cualquier equipo que se ponga en la otra media pista. Eso es algo que tengo que tratar de darle forma, de darle vida. Con mejoras se pueden conseguir grandes resultados”, aporta con fuerzas.

-¿Quiénes son sus referentes deportivos?

-Muchísimos. Sería difícil verter quién porque siempre intento aprender de todo el mundo, pero ya que estamos en Argentina, debo decir que me gusta mucho el Cholo Simeone. Me gusta leer sus entrevistas, por supuesto que he leído su libro. Y también siempre me ha gustado el modo con el que Valdano es capaz de expresar lo que sucede con el deporte y los deportistas. Y en los cuadernos en los que escribo cosas tengo también bastantes anotaciones de charlas de Julio Velasco, alguien que me parece extraordinario, que lo que he visto en YouTube.

-¿Sobre qué tomó nota principalmente? De todos modos, a Velasco se lo habrá podido cruzar en el Cenard…

-Tuve la oportunidad de charlar a pie de pista. Entre las cosas que anoté y me gustaron es cuando habla de los métodos del entrenador y dice que deben ser adaptables a los jugadores que tienes y al lugar donde estás, en resumen a las circunstancias. Y otra cosa que me gustó y que aplicaré es que tenemos que buscar soluciones con lo que tenemos y sacar el mejor rendimiento. Para mí ha sido un cambio brusco en muchas cosas pasar desde donde estaba al balonmano argentino.