“Estoy atravesando una época muy intensa”, dice la cantautora española Amparo Sánchez, recién aterrizada en Córdoba. Estuvo unos días por Brasil y hoy a las 21 presentará un concierto acústico en la Usina del Arte (Caffarena 1, La Boca), con entrada gratuita. La intensidad tiene que ver con la cantidad de proyectos que la tienen todo el tiempo con el pasaporte a mano. “Estoy preparando una colaboración con el cantautor brasileño Mihay, después de pasar una semana en Río de Janeiro donde estuve presentando con la poetisa Maria Rezende la performance Hermanas, una propuesta de música, poesía, feminismo y feminidad desde lo actual y lo ancestral”, cuenta Sánchez, una comprometida militante por los derechos de la mujer. En esta nueva visita al país, la cantante granadina abordará no solo canciones de su etapa solista –editó tres discos con su nombre–, sino que también repasará algunos clásicos de Amparanoia, banda pionera en el rock mestizo que el año pasado hizo su regreso con el disco de versiones El coro de mi gente.

La une una sólida relación con la música y la cultura latinoamericana. Por ejemplo, una temprana fascinación por México y el movimiento zapatista que se reflejó en el disco Somos viento (2012), de Amparanoia. Y buenos amigos por estos lados, como el santiagueño Raly Barrionuevo. “Hemos vivido juntos giras y conciertos acústicos bellísimos tanto aquí como en Europa, y es un ser que admiro y quiero con la misma intensidad”, confiesa. “En Buenos Aires tengo un montón de amigos esperándome, en especial Malena D’Alessio, que espero que pueda venir a deleitarnos en alguno de los conciertos. ¡La mejor y más combativa rapera de Latinoamérica!”. En su último disco solista, Espíritu del sol (2014), se despachó con un cuarteto junto a La Mona Jiménez,

“Cuarteto en París”. “No se puede creer tanta alegría, energía y amor por su trabajo como el que tiene Carlos”, dice. En la Usina, se presentará en formato trío acompañada por la percusionista argentina –residente en Barcelona– Flor Inza y el acordeonista cordobés Juan Sanz.

–En la Argentina, el día de la mujer llegará en un contexto en el que está en discusión la despenalización del aborto. Muchas de sus canciones tratan el tema, como “Mujer levántate”. ¿Siente un compromiso por hacer un aporte a la lucha de las mujeres?

–Desde luego, el empoderamiento de la mujer y la igualdad han sido siempre una seña de identidad en mi música. Muchas cantantes más jóvenes me reconocen ahora haber sido una gran inspiración para ellas y fundamental para querer dedicarse a la música, ser madres y hermanas luchadoras. Cuando empecé, hace treinta años, en mi ciudad Granada era la única chica cantante, ahora hacen documentales de los 80 y no se acuerdan de mí. La invisibilidad es algo que sufrimos las mujeres en todas los gremios, pero creo que sí hemos cambiado la imagen de la mujer de nuestras madres o abuelas hasta nuestra generación, y mucho más las que empiezan ahora. El movimiento feminista viene desde los ‘60 luchando por nuestros derecho; esa época fue importante para la liberación y avanzar en los derechos de la mujer, y creo que estamos en un momento clave para conseguir más avances. Con las redes y las diferentes propuestas asociativas y movimientos sociales, las mujeres en todo el mundo están alzando la voz, están poniendo temas importantes en la opinión pública, como erradicar la violencia contra las mujeres, un aborto libre y seguro y la igualdad salarial. Me parecen los retos a trabajar como sociedad del siglo XXI. Esa evolución de la humanidad es lo que todos, hombres y mujeres, deseamos dejar como herencia a nuestras hijas y nietas: hacer del respeto a la mujer una costumbre.

–¿De dónde viene su fascinación con México? Además de su admiración por el movimiento zapatista, se ha acercado al universo de la Abuela Margarita, curandera indígena y referente para las mujeres...

–Amaba México antes de pisarlo por primera vez: amaba su arte, sus películas, los libros, la música, las culturas mayas y aztecas. Y cuando por fin pude cumplir mi sueño de ir a ese adorado país, a finales de 1999, paré en la casa de una gente que trabaja en el periódico La Jornada, unos meses antes de la Caravana del color de la tierra por los derechos indígenas. Fue la oportunidad de repetir destino con una gran admiración y motivación por el Subcomandante Marcos y del movimiento zapatista. De ahí salieron las canciones del álbum Somos viento y también nació un documental: Somos viento, camino a la realidad, en 2005, donde visité por fin las comunidades zapatistas. En 2014 se cruzó en mi camino la Abuela Margarita, una mujer muy sabia y conectada con el universo, y colaboramos juntas en el tema “Alma de cantaora”. Luego le produje su primer y único álbum, Corazón de niña, donde se van combinando sus cantos y sus palabras, que alimentan y curan el alma, con bases de música electrónica.

–El año pasado publicó El coro de mi gente, un disco de versiones de Amparanoia con invitados como Manu Chao, Aterciopelados y Fermín Muguruza. ¿Significa un regreso formal de la banda?

–Este disco nació con la idea de celebrar los veinte años de El poder de Machin (1997), pero luego los artistas me pedían versionar canciones de otros discos y me di cuenta de que en realidad el homenaje era a Amparanoia. Y con sus elecciones reunían la banda sonora de mi vida y del público. Pensábamos hacer un año de gira pero ampliamos otro por las ofertas que aparecieron a nivel internacional. Es una explosión de alegría, rebeldía y energía que tenemos que venir a celebrar con ustedes antes de que acabe el año. En marzo vamos a dar una sorpresa y se va llenando el calendario con festivales en Inglaterra, Francia y Alemania. De momento no hay más decisión que disfrutar este año y el futuro dirá.