Hace unos días se conoció una noticia que modifica el lugar que dentro del campo artístico ocupa la Universidad Nacional de San Martín: por decisión de la nueva gestión –rector y decana del Instituto de Artes– serán disueltas las compañías de títeres, danza y circo,  que funcionaban desde hacía casi una década y acompañaban la investigación académica de esas áreas, desde los respectivos departamentos de cada disciplina. Si bien es una decisión reciente y aun no hubo reuniones entre las autoridades y los elencos, los artistas ya empezaron a pensar nuevas formas de continuar con su trabajo, ahora que deberán dejar el ámbito público. El Grupo de Danza Unsam, que dirige Oscar Araiz, anunció que seguirá trabajando en cooperativa como Compañía 2018. Ya con ese sello estrenarán hoy una versión de Numen, emblemática pieza del coreógrafo, que paradójicamente habla de “uno y su disolución”.

“La historia es larga. Siempre fue difícil encontrarle una jerarquía administrativa a la compañía, porque no hay contratos artísticos en el campo académico. En los últimos años los bailarines percibían una retribución en concepto de becas, pero esas becas tenían un límite de tres años y después se acababan”, cuenta Araiz, también (y en principio sin cambios) director del Área de Danza del Instituto de Artes Mauricio Kagel de la universidad. “A finales del 2017 Carlos Greco reemplazó en el rectorado a Carlos Ruta, que era quien nos había dado la fuerza, el tiempo y el espacio para crear la compañía y el área, y también asumió una nueva decana, Laura Malosetti Costa. “Nos explicaron que no es una decisión presupuestaria sino que para ellos la universidad no es un espacio para la producción artística, algo con lo que estoy en desacuerdo por considerar que el arte sí es un instrumento de la educación”, desliza el director, pionero en la Argentina en la investigación en danza contemporánea.

Además de dejar de percibir las becas, los bailarines y coreógrafos (y los titiriteros y circenses, por su parte) se quedan sin un espacio físico para ensayar y trabajar y sin un marco pedagógico para plantar y llevar a cabo un trabajo sostenido en la investigación de sus disciplinas. “Eso es lo que lamentamos, porque trabajar vamos a seguir trabajando”, dice Araiz, que señala que no hubo “un espacio de reflexión sobre las razones que impulsaron esta medida”.

De todos modos, más allá de la comunicación sorpresiva, Araiz admite que en lo personal podía imaginar esta situación por la dificultad administrativa y el cambio de gestión. Por eso, antes incluso de conocer la decisión, programó una temporada de dos meses y medio en la sala Hasta Trilce, ubicada en Maza 177, en el barrio de Boedo. Allí la Compañía 2018 –al menos ese será su nombre provisorio– presentará Numen, pieza con música de Arvo Pärt, vestuario de Renata Schussheim y dirección del propio Araiz. La obra fue creada originalmente para el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Allí bailarán los catorce jóvenes intérpretes corridos de la Unsam: Magalí Brey, Verónica Bozzano, Romina Castillo, Sofia Crespo, Yasmín Frione, Carolina Vazquez, Oscar Farias, Maty Mancilla, Nico Baroni, Juan Carlos Ojeda, Marcos Ormeño, Joaquin Toloza,  Gerardo Merlo y Martín Machín.

¿Cuánto dialoga una obra que habla de lo disuelto, de las fragmentación, con el propio presente de la temporada? Araiz dice que mucho. “Sin quererlo, la obra refleja mejor que nada la situación actual del grupo. A pesar de no haber sido escrita para este momento, trata de las estrategias que tenemos frente a una circunstancia reductora, y ¿qué circunstancia más reductora que esta? La realidad está arriba del escenario, mostrando el trabajo de uno por superar y trascender esas circunstancias. Nosotros creemos que se puede y que el camino puede ser poético. Eso se ve en escena, quizás más que nunca”, afirma el director, dispuesto a transformar en potencia esta reciente y desafortunada circunstancia.

* Numen se podrá ver desde hoy a las 21 en Hasta Trilce, Maza 177. Continuará en cartel los domingos de marzo y abril y el 6 de mayo.