Todos, y cuando digo todos es todos, nos acordamos del examen más difícil que tuvimos en nuestras vidas. Siempre estaba esa materia que hacía perder hasta las únicas certezas que uno podía llegar a tener. Hasta el que siempre generaba bronca por aprobar sobrado tenía un punto débil, esa profesora que parecía ser su kriptonita a la hora de sentarse frente a una hoja en blanco. Promesas imposibles de cumplir, con tal de que la voz de la profesora dijera la palabra tan deseada: “aprobado”.

Pasaron los exámenes en el secundario, llegaron las materias de la carrera, y sobre todo los años. Y con ese inevitable paso del tiempo llega la mirada lejana de la importancia exacta para esas buenas o malas noticias que nos cambiaban el destino de una semana. Porque en esa época en la que la exageración está a flor de piel, todo es terrible. Pero en esa etapa de la vida la nota no solo tiraba por la borda el esfuerzo previo frente a los libros, sino que complicaba el fin de semana de salida o de juntada con los amigos. Marcaba hasta la vida social. Pero el tiempo pasa.

Y esa presión uno la va perdiendo. Por costumbre. Ya sin el estudio de por medio la palabra tan temida pasa a un segundo plano en nuestra importancia diaria. Ya no hay ninguna profesora de Matemáticas o de Ciencias Sociales que te pueda amargar la semana. O ningún trabajo en la facultad que te tocó hacer con un compañero que no sumó mucho para llegar al tan ansiado “aprobado”. Pero así como los futbolistas dicen, cada vez que pueden, que lo que más extrañan de la actividad es la adrenalina que les genera salir a la cancha todos los domingos, y que no hay nada parecido, para los periodistas que tienen la suerte de ser parte de un evento FIFA hay algo que los hace recordar esas horas previas a la entrega de una nota.

En el régimen FIFA de una Copa del Mundo el sistema es bastante sencillo de entender. El periodista tiene un usuario en el que entra a un Media Channel en el que encuentra no solo la información necesaria para poder enterarse dónde y a qué hora entrena una selección, o a qué hora es la conferencia de prensa de los equipos un día antes de un partido. De todo. Bien a lo FIFA. Pero lo más importante de todo está en la pestaña “Media Ticketing”.  ¿Qué es eso? Es el lugar en el que la entidad reguladora del fútbol publica los 64 partidos del Mundial y en los que uno puede solicitar su entrada para ingresar a ver el encuentro. Porque cabe destacar que los acreditados totales al evento son muchísimos más que los asientos que puede llegar a tener un estadio mundialista. Muchos más.

Generalmente los periodistas tienen prioridad para los partidos de la asociación que los acredita, en nuestro caso Argentina, y todo lo que tenga que ver con un posible rival. Porque el orden de prioridad siempre es “equipos involucrados directa e indirectamente (posible cruce o compañeros de grupo), país organizador, continente, etc…”. Por eso el mazazo para los argentinos después de la eliminación a manos de la Francia de Mbappé y compañía venía acompañada de la preocupación de ya no tener prioridad para el resto de los partidos… Uno pide el partido y espera la respuesta. Y en esa espera se rememora la adrenalina que se acumulaba esperar a que la profesora de turno sacara sus correcciones para decirte si estabas aprobado o no.

Acá en la era de la tecnología no es necesario ningún interlocutor. Y esa adrenalina se acrecienta a medida que va pasando la fase. “En este partido no me lo dan. Estoy seguro”, se escucha siempre a un argentino pesimista porque parece que el pasaporte así lo exige. Pero luego de ver solo luz verde y la palabra Approved todo es serenidad. Es el equivalente a aprobar el final más difícil de la carrera. Pero no hay examen más difícil que la final del Mundial. Ese evento que marca la vida de todos, porque como se sabe la vida se mide según los Mundiales. Porque en un fenómeno sin explicación científica posible uno recuerda más exactamente los acontecimientos de un año mundialista que en uno normal. Nadie sabe por qué, pero es así. Uno sabe que botines usaba en el Alemania 2006 o que pareja tenía en Sudáfrica 2010. Ahora recordar algo del 2005 o del 2009 es más complicado…

El último escalón del Everest ruso era el Francia-Croacia. Y en el mismísimo Luzhniki en el que se jugará dentro de un rato, un colega gritó apenas unos minutos después de la remontada croata: “Muchachos, ya abrió la final”. Y todos los que lo escuchamos cliqueamos en el Match 64. Solo quedaba esperar. La suerte dependía de otros. No sabemos bien si nos ayudaría haber estado en la mayor cantidad de partidos posibles. Todas las elucubraciones posibles para darnos un ánimo similar al después de una prueba en la que se escribió mucho más de lo que exigía la pregunta por no estar seguro de la respuesta. Los días pasaban y el estado del pedido seguía en el tan temido color naranja y la palabra: “Pending”. Cada hora llegaba el F5 para actualizar la página y esperar las buenas noticias. Pero cada minuto que pasa el pesimismo se acrecienta. Hasta que llega el mensaje. Un WhatsApp. “Amigo, ya me aprobaron”. Y en una muestra de inconciencia propia de un hombre que no sabe que esperar uno entra al Media Channel. Se loguea y casi sin respirar entra a Media Ticketing para saber su destino. Cierra los ojos, respira profundo y los abre. “Approved”, y ríe, con los mismos nervios que aquella vez que aprobó el parcial más difícil de su vida (hasta que llega el siguiente).