El terrible momento que está viviendo la Argentina requiere antes que nada responsabilidad, coherencia y trabajo para revertir la tristeza y el miedo que está causando Cambiemos con sus actos de gobierno.

Responsabilidad, coherencia y trabajo que no se ve en ciertos sectores, que insistiendo todo el tiempo en cerrar “la grieta” no hacen más que profundizarla expresando su odio de clase que no pueden maquillar con sus habladurías pintorescas.

Me quiero detener en tres casos puntuales que sirven como ejemplos de algo mucho más profundo que la cuestión en sí.

El primero tiene que ver con los incalificables dichos del conductor  Baby Etchecopar a una compañera del Movimiento Evita, que en realidad se extienden a todas las mujeres cualquiera sea su compromiso político o social. Incluso se extiende a aquellas mujeres que defendieron los dichos del conductor radial.

La compañera resultó ser víctima de un trato violento y discriminatorio por su condición de militante, humilde y por ser mujer. Pero la cuestión aquí excede al fascista, xenófobo, racista y misógino de Baby Etchecopar, sino que toma relevancia por la discusión que se arma alrededor. Aquí no hay discusión que valga. Todos tenemos la responsabilidad de condenar enérgicamente sus dichos, pero más que nada centrarnos en el contexto en que se dio esa situación, es decir, compañeras movilizando contra el ajuste y empobrecimiento que están sufriendo debido a las terribles políticas de macrismo.

El segundo episodio que quiero resaltar son los dichos de Dady Brieva donde aseguró en el programa de Andy Kusnetzoff (uno de los pocos espacios televisivos en donde se discute con racionalidad): "Quiero que la pasemos mal, para que no compremos más espejitos de colores". A diferencia de Baby Etchecopar nadie puede negar el fuerte compromiso social que tiene el MIDACHI  y la coherencia a lo largo de toda su carrera. Pero la cuestión aquí toma la misma dimensión que las aberrantes declaraciones de Baby. A nadie le interesa analizar la cuestión de fondo. Lo que está denunciando el actor es que el pueblo argentino la está pasando realmente muy mal frente a las políticas de empobrecimiento de gobierno de Macri. 

La tercera cuestión en la que me quiero detener, y la más importante, es la masiva movilización de las organizaciones sociales de esta semana. “Piquete, piquete, piquete”, repetían sin titubear los analistas políticos “lúcidos” de nuestro país. Ciento de miles de compañeras y compañeros movilizados por un reclamo justo (y necesario) son reducidos conceptualmente a un “corte de calle”.

Los tres casos que describí brevemente tienen algo en común a la hora de ser analizados por  los déspotas de la comunicación. La mayoría de los opinólogos/analistas políticos de nuestro país no quieren o no pueden ver la pobreza.

Tanto se esmeran en las discusiones retóricas, que esconden el eje central del problema que es el hambre y la pobreza que crece día a día. Por eso, es más fácil detenerse a discutir las cuestiones colaterales. 

Más allá de la gravedad de los dichos de Baby Etchecopar, el hecho en cuestión se desarrolló el día de una actividad donde miles de mujeres y hombres de todo el gran Buenos Aires le reclamaban al gobierno políticas de inclusión, no limosna, trabajo y no planes sociales. La frase de Dady Brieva, más allá de si uno está de acuerdo o no, lo que encierra es otra cosa. Está denunciando un gobierno que empobrece día a día a los trabajadores y ajusta a más no poder a la clase media.

La marcha de las organizaciones sociales no tiene que ver con una cuestión del tránsito, sino que pone en evidencia, parafraseando a Scalabrini Ortiz, al subsuelo de la patria sublevado.

No ignoramos que estas movilizaciones afectan el tránsito y que debemos repensar algunas metodologías, pero no podemos reducir la discusión a eso. La cuestión central es la visibilización de los últimos de la fila. La pobreza que algunos no quieren ver sale a la calle. 

Por eso, en estos tiempos difíciles para nuestro pueblo es necesario que todos, empezando por el gobierno, máximo responsable, nos centremos en cómo se van a resolver los problemas concretos que sufren los ciudadanos. También la oposición y los comunicadores (que tienen una gran responsabilidad en la formación de la opinión pública) debemos hacer nuestro aporte.

No debemos escaparnos por debates laterales que no van a resolver la pobreza y la desocupación. Algunos funcionarios hablan de extorsión. Extorsión es lo que hace el gobierno nacional adoctrinando a las provincias con la chequera. Extorsión es lo que hace el FMI que lleva a votar un presupuesto para seguir pagando a los acreedores, no que responda a las necesidades de los argentinos.

Otros funcionarios hablan de violencia. Violencia es el hambre, violencia es la desesperanza de no avizorar un futuro, violencia es mentir… cita la canción.

Aquellos que están empobreciendo al país quieren un pueblo triste, manso, con desesperanza, porque como decía don Arturo Jauretche los pueblos deprimidos no vencen. No permitamos que nos roben la alegría de trabajar todos los días por un país más justo, honesto y con trabajo para todos los argentinos.

Fernando “Chino” Navarro, dirigente del Movimiento Evita