Hoy todo duele. Todo el tiempo duele. Duelen las sombras y las ausencias. El silencio. Ese silencio hondo, impenetrable, que retuerce el alma. El olvido duele. Y la tristeza.
Con la deuda del gobierno anterior se podría decir aquello que Picasso le contestó a un oficial nazi cuando frente a una fotografía del “Guernica” le preguntó si lo había hecho él: “No, lo hicie
Hay refugiados que se pasan la vida acampados a las puertas de los “nordeltas” del mundo. Llevan consigo la pena a cuesta. Escarban, husmean, molestan. Tienen hambre.
La guerra mata. La deuda ilegítima también.
El debate por el patrimonio de los superricos. "Millonarios patrióticos". El 10% más rico de la población mundial recibe el 52% del ingreso.
Hay un fútbol que te come el hígado, el corazón, las entrañas. Que bulle en los gestos, en la intensidad, en los detalles. Lo notas enseguida. Es todo nervio.
Pasolini anhelaba sus “lucciole”, las luciérnagas de su Friuli natal: pequeñas luces de resistencias, tenues y perseverantes.
El capitalismo ha tenido muy diversas encarnaduras.
Los muertos hablan. Se quedan enteros dentro de nosotros. Los sepultamos, pero no le sepultamos la voz. Nos siguen hablando al oído. El diálogo íntimo nació así, con una llamada al silencio.
El odio está. Siempre está. Sin parar está. Tan omnipresente está. En la foto el odio lo impregna todo. Una imagen descarnada de vivos, de muertos y de muertos-vivos. Una realidad no imaginada.