PLáSTICA › EL ARTE COMO ESTIMULO URBANO

Vecinos jugando de artistas

En los Diálogos Berlín-Buenos Aires, una muestra expone cómo un proyecto de creación puede cambiar todo un barrio.

 Por Sandra Chaher

La primera instalación que se ve en la penumbra de la Casa de la Cultura es un columpio. El tamaño es real y puede usarse. Si uno lo hace, comprueba que la energía proveniente de mecerse en una de las hamacas provoca el movimiento de la segunda, hasta que ésta toma fuerza mientras la primera se detiene, queda quieta, y ahí empieza el proceso inverso. La instalación es una metáfora de lo que quisieron transmitir las curadoras de la muestra Impetu. El arte como estímulo urbano en Berlín-Neukölln: la energía de uno mueve a otro y el proceso genera un movimiento sin pausa. La muestra intenta dar cuenta de los proyectos artísticos que desde hace cuatro años se realizan en el distrito berlinés Neukölln con el objetivo de reestablecer el equilibrio social de una zona crítica por la concentración de inmigrantes, desempleados, violencia e incomunicación entre los habitantes.
Poco promocionada dentro del combo de artes plásticas que llegó de Alemania en el marco de los Diálogos Berlín-Buenos Aires, Impetu es una muestra extensa y excelentemente documentada, cuya originalidad radica en que se trata de una propuesta que partió del Estado hacia la comunidad, bajo la tesis de que el arte también pueden mejorar la calidad de vida. En ella se ve el resultado de cuatro años de trabajo de vecinos, operadores culturales y artistas en Neukölln, un distrito berlinés del sureste, a media hora del centro, “con una alta población inmigrante, alrededor de un 35%; un nivel de desempleados también de alrededor del 35%, y por lo tanto un alto índice de pobreza; bastante violencia e incomunicación entre los vecinos –detalla Ilka Normann, una de las curadoras junto a Hilla Stute–. Hace años que en Berlín y otras ciudades de Alemania hay barrios con estas características que vienen bajando su nivel de vida. Después de recurrir a las soluciones habituales (refacción de casas, aumento y mejora de los espacios verdes y fomento de instituciones sociales), el Estado pensó que los proyectos artísticos también podían ayudar”.
En Impetu pueden verse 25 de los trabajos que las curadoras eligieron entre más de 150 realizados. La forma de presentarlos es variada: instalaciones, videos, esculturas, fotografías, montajes, todos con su explicación sobre el origen y evolución. Puede verse el Proyecto Piloto Gropiusstadt, que involucra acciones que tuvieron lugar en un grupo de edificios del sur del distrito, llamado Gropiusstadt porque fue el arquitecto Walter Gropius quien diseñó el barrio en los años ’60, aunque éste después no se construyó de acuerdo a los planos originales. Allí las intervenciones estuvieron destinadas a motivar la comunicación entre los vecinos. Una de las actividades fue Extranjero 2002: un artista escribió en el suelo de una zona muy transitada diferentes palabras, con las que podía identificarse cualquier habitante: outsider, futuro, extraño, ciudadano modelo, entre otras. Y otro diseñó un Masterplaner, un pequeño plano en plástico que reproducía el proyecto original de Gropius. Hizo varios y los dejó en los areneros, de tal forma que padres e hijos se encontraron con ellos cuando fueron a jugar, lo cual generó, al igual que Extranjero, charlas e intercambios.
Normann dirigió una de las ideas más originales: Jueves tornasolados, que concluyó en la creación del Schillerpalais, presentado como una propuesta aparte. Los Jueves tornasolados fueron eventos artísticos nocturnos convocados por los mismos vecinos en lugares inusitados y a menudo desconocidos del barrio: lecturas en el cementerio, jam sessions en la lavandería, charlas en salas de estar privadas, noches de video en buhardillas desocupadas, o arias de Romeo y Julieta en el balcón de un consultorio odontológico. Al día de hoy, la mayoría son proyectos terminados y el gobierno decidió no financiar nuevas propuestas, ya que el objetivo –“un poco brutal”, reconoce Normann– es que los vecinos se autogestionen.
En Berlín aún no se ponen de acuerdo sobre el resultado de la experiencia. “Hay mucha crítica, buena y mala. Algunos dicen que se malgastó dinero en proyectos que nunca se concretaron, cosa que es cierta, pero también es verdad que la fama de Neukölln ha cambiado después de estas intervenciones. Después de esta experiencia la comunicación mejoró, y si bien sigue siendo un barrio pobre y con violencia, ésta disminuyó, se han construido redes entre los vecinos, y se está volviendo un barrio de moda”, reflexiona Normann.
Impetu puede ser vista hasta el 20 de octubre en la Casa de la Cultura, Avenida de Mayo 575, de martes a domingos de 14 a 20. En el mismo lugar, y hasta la misma fecha, puede verse también La nueva Berlín, otra de las exposiciones que integran los Diálogos, en la que intenta mostrarse, a través de fotografías, el espectacular proceso de transformación arquitectónica y urbanística que sucedió en Berlín después de la caída del Muro.

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La curadora Ilka Normann: ímpetu y energía al servicio del otro.
 
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