PLáSTICA › ARTE JOVEN TUCUMANO EN BUENOS AIRES Y ESPAÑA

Armar la valija para Madrid

El grupo El Ingenio, de Tucumán, se formó hace un año y ya está haciendo carrera nacional e internacional.

Por Jorge Figueroa *

Quien interviene sobre la circulación y distribución de la obra, está haciéndolo sobre la obra misma. Como enseñaba el maestro Juan Acha, el arte puede pensarse como un proceso de producto-distribución-consumo. Modificar las condiciones de producción es ya desarrollar un proceso artístico.
El Ingenio es un grupo de artistas tucumanos que, apenas a un año de su conformación, ya muele. Y en Tucumán son tiempos de zafra.
Por estos días, parte del grupo está presentando sus últimos trabajos en la galería Ruth Benzacar de Buenos Aires hasta el 24 de mayo (como parte de la muestra “Paisajes privados, prisiones colectivas”, curada por Santiago García Navarro) y en la Casa de América, de Madrid, donde la exhibición forma parte de un nuevo programa dedicado al intercambio y la interacción del arte joven latinoamericano y el español, que comenzó el 29 de abril y se extenderá durante el resto del año.
Allí el grupo presenta, sencillamente, un maletín. En su interior (?) hay 24 compartimientos/cajones en los que cada artista colocó un trabajo de pequeñas dimensiones (13 x 13 cm, x 4 cm de profundidad).
¿Qué vemos? Objetos, esculturas, dibujos, pinturas y fotografías.
¿Qué materiales utilizaron? Plastilina, papel, vidrio, telas, carbón, siliconas, plástico y alambre.
¿Qué objetos identificamos? Un bono local de dos pesos; un autorretrato incompleto; una naranja; un paisaje rural aéreo; una bombacha; una bolsita de té; un espejo; representaciones de hormigas; el bolsillo de una prenda, y hasta un ticket de un metro parisino.
Entre los sentidos más urgentes, el maletín (la valija) –el viaje, la migración, el exilio, la fuga– es la metáfora más elocuente del presente argentino.
El Ingenio está formado por Pablo Guiot, Sandro Pereira, Fabián Ramos, Mariana Ferrari, Ana Lía Canal Feijóo, Luis Carrizo, Cecilia Córdoba, Luciana Guiot, Martín Guiot, Ana Gutiérrez, Andrea Elías, Natalia Lipovetsky, Pablo Córdoba, Magdalena Nazar, María Brunet, Marta Fernández, Geli González y Rolo Juárez, entre otros.
Pero, ¿cuál es la obra? ¿Dónde está? ¿Dentro del maletín o fuera de él? ¿Son las 24 piezas que están en sus respectivos compartimientos, o el mismo maletín?
No abundaré en el concepto de parergon que Kant tomó de los griegos. Y de qué modo Jacques Derrida lo deconstruye en su texto “La verdad en pintura”. Para el filósofo de origen argelino, el parerga no está fuera de la obra; la obra está entre esas dos instancias: entre el interior y el exterior.
Si el producto artístico es la obra, su distribución y consumo, operar sobre su distribución es, por tanto, intervenir sobre su consumo, pero también sobre la obra misma, lo dijimos. La obra es transportable, portátil, porque el maletín “forma parte de la obra”, aunque se asemeje -por su función– a un container. Las dudas desaparecen desde que se sabe que el maletín se expone abierto en una sala, una galería, o en la puerta de la casa de algún crítico.
La obra está en el exterior y en el interior del maletín, que es como decir que forma parte de las dos cosas a la vez.
Aunque los artistas no lo hayan pensado así, tal vez, el maletín es, más que un objeto, una instalación.
¿Qué puede entenderse de un producto artístico que intervenga sobre el tiempo y el espacio, que crea un espaciamiento, que difiere su sentido en otros, que no es lo que aparece ante nosotros sino lo que, en principio, está ausente o no está presente del todo? A) Si no se hubiera tenido al espacio como principio determinante, no habría compartimientos. B) Si nose hubiera tenido al tiempo como determinante, ¿cómo pensar en el traslado, un término que contiene, en sí, la noción de espacio-tiempo?
Con el maletín se afirma que no es lo parece sino que, más bien, es aquello que contiene. Más que objetos, fotografías, pinturas o dibujos, se trata de una instalación... Más que de bonos, tickets, prendas, un paisaje o un autorretrato, se trata de recuerdos, souvenirs... operaciones de la memoria, en definitiva... Y más que de siliconas, plastilina, telas, plástico, carbón o papel, se trata de soportes de la producción artística.
El Ingenio ha creado una obra nueva (aun cuando la noción fuerte de lo nuevo deba ser aligerada de la carga de la “novedad”, porque trabaja en el intertexto): el maletín y su instalación.
Como huyendo para no ser atrapado, el arte se encuentra “entre” sus cerraduras –que intentan capturarlo, detenerlo– y sus puertas –que abren–. Entre la tosca madera de su construcción (realizada por un carpintero) y los objetos, fotografías o pinturas que se hallan ubicados dentro. Porque el parergon constituye igualmente la obra.

* Crítico de arte; docente e investigador de la Facultad de Artes de Universidad Nacional de Tucumán.

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El maletín de El Ingenio, con un “contenido” plural.
 
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