CARTAS DE LECTORES

Sandro

Mientras los ángeles corean dame fuego, dame dame fuego y el cielo vierte las lágrimas por un artista, un humano, anónimo pero sentido homenaje se registraba en Pueyrredón 1723. En las rejas del garage que ocupa esa dirección pero que guarda, celoso, los ecos del rock argentino de los sesenta, descansaban dos ramos de flores, con la leyenda: Sandro, los de la Cueva presente. Toda una historia personal hilada con la trayectoria del ídolo de todos. Una historia personal, anónima, pero llena de amor y de trabajo de toda una vida, de un matrimonio de más de cuarenta años. Hilada a la del hombre que conquistó el corazón de las mujeres, pero se ganó al mismo tiempo el respeto de los hombres. No podían faltar, como no faltaron tampoco a la Cueva. Aquel mítico sótano que cobijó los sueños de los pelilargos, las rebeldías con y sin causa, de la juventud argentina. Cada uno a su manera, jóvenes y grandes, hombres y mujeres quisimos decir presente. Porque la Cueva y Sandro formaron parte de nuestra historia. No siempre por haberla vivido, pero sí porque la vivieron seres queridos. Con eso alcanza y sobra para decir: hasta siempre Sandro, porque tu muerte habrá detenido los relojes, pero vos y todo lo que construiste ya tienen reservado un lugar en la memoria de todos los corazones de aquellos que jamás te olvidarán.

Mónica Beatriz Gervasoni

DNI 18.315.136

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