CIENCIA › DIáLOGO CON RYOJI NOYORI, PREMIO NOBEL DE QUíMICA 2001

“Química sustentable”: Conversando en Lindau

Caminando por Lindau, uno se encuentra en cada esquina con un Premio Nobel que mira una vidriera, el cielo o alguna molécula de la calle. Y de repente, asoma un rostro desconocido, pero que enseguida puede clasificarse como japonés y Premio Nobel 2001. Y el descarado jinete lo encara sin miedo al abismo lingüístico.

 Por Leonardo Moledo y Mario Rosato

Desde Lindau

Ryoji Noyori (Japón, 1938) recibió el Premio Nobel en 2001 por sus investigaciones sobre catálisis. Es un ferviente partidario de la química sustentable (green chemistry) y anima a los investigadores para actuar políticamente a fin de conseguirla.

–Bueno, yo me manejo bastante mal en japonés, así que mejor hacemos la entrevista en castellano. ¿Qué le parece?

–Es que yo me manejo bastante mal en castellano. ¿Por qué no probamos en inglés?

–Well. Siempre pregunto lo mismo al empezar: ¿Cómo se siente ser un Premio Nobel?

–Bueno, es sin duda una de las grandes aspiraciones de un científico.

–Obvio.

–Sí..., mi vida cambió muchísimo después de recibir el premio. Antes de eso, yo me concentraba fundamentalmente en mi búsqueda, en mi investigación. Después de eso, empecé a estar mucho más expuesto al público en general, no sólo a profesionales sino a mucha gente que no lo era. Muchos estudiantes, por ejemplo, estudiantes no específicamente de química o altos funcionarios políticos...

–¿Se convirtió entonces en un experto en todo?

–No, no todavía. Estoy en ese aprendizaje aún.

–¿Y cómo se comunica con el público en general?

–Yo creo que es mi responsabilidad transmitirle a la gente la importancia de la ciencia en su relación con la tecnología.

–¿Cree que la ciencia es un camino para producir el bienestar de una sociedad y luchar contra la pobreza?

–La ciencia es, sin lugar a dudas, un elemento importante para resolver ese problema, pero no lo puede resolver por sí misma. La comunidad científica debe colaborar con los gobiernos.

–Ayer, durante su conferencia, usted deslizó un concepto muy interesante, que es el de green chemistry. ¿Cree que es técnicamente posible hacer planes químicos que no sean contaminantes y que puedan usar energía reciclada? Porque en general se asocia la química y la industria química con la emisión de polución y de gases...

–Deberíamos estar marchando en esa dirección, porque con la green chemistry la humanidad podría sobrevivir. De todas maneras, la green chemistry o green technology, es una cuestión de intensiva colaboración. La comunidad científica es la que descubrió los principios para este tipo de química. Pero las industrias son las que tienen que incorporar estos principios, y eso se hace complicado, dado que el objetivo central de las industrias es enriquecerse, y la química sustentable tiene el problema de que muchas veces no es demasiado económica (en comparación con otras técnicas). De cualquier manera, necesitamos la green chemistry para conservar energía y para mantener el ecosistema limpio. Las industrias deberían implementar cuanto antes este tipo de tecnología, y para eso no alcanza con los avances de la comunidad científica.

–Se necesita apoyo de los gobiernos.

–Sí. Se podría, por ejemplo, modificar el sistema de impuestos, y exceptuar o perdonarles algunos impuestos a quienes adopten la química sustentable. De esta manera se produciría una motivación para las industrias. El sistema de impuestos es muy importante. Hay un problema allí, que es que los impuestos vienen del público general, y tranquilamente se puede preguntar: ¿Por qué noso-tros tenemos que pagar todo esto y las industrias no? El gobierno tiene que ganar el consenso del público general, que es el que paga los impuestos, y para ello es que hay que convencer sobre la importancia de la ciencia asociada a la tecnología. Esa es la razón por la cual yo, por ejemplo, al igual que muchos otros, estamos haciendo el esfuerzo de convencer a la gente. Tenemos que comunicarle al público la importancia de la green technology.

–¿Hay gobiernos que ya estén listos para implementar estas tecnologías?

–De a poco va habiendo. En Japón ya empezamos con la educación para promover la implementación de estas tecnologías, de manera tal que en el futuro muchos investigadores van a estar comprometidos con la tecnología sustentable.

–O sea que su plan es convencer a la gente y que la gente luego convenza al gobierno.

–Si todo sale como espero, sí.

–¿Influyó su familia en la elección de una carrera científica, o fue una cuestión de vocación natural?

–Bueno, en realidad, fui guiado por mi padre, que era un director de investigaciones de una compañía japonesa. Cuando era joven, Japón era muy pobre. Fue después de la Segunda Guerra Mundial. No teníamos nada, pasábamos hambre. Y un día, cuando era un escolar, mi madre me llevó a unas conferencias..., me quedé muy impresionado por el poder de la química, a pesar de que no sabía nada de ciencia. Ahora recuerdo ése como mi punto inicial para dedicarme a la carrera científica. Después comencé a investigar industria química, en lugar de química pura. Estaba interesado en entrar en una compañía para producir elementos importantes para la sociedad. De todas maneras, finalmente me decidí por empezar una carrera académica. Así que al final no me metí en la química industrial, aunque de todos modos estoy muy interesado en la actividad industrial. Porque la química tiene una relación muy fuerte con la sociedad. Por ejemplo, pongamos el caso de Alemania (ya que estamos acá): es un país que es muy fuerte en ciencia y también es muy fuerte industrialmente. Eso es lo que la convierte en una nación moderna y avanzada, y demuestra que ciencia e industria están interpenetradas.

–¿Cree que Alemania está mejor que Japón en el ámbito químico?

–En algunas áreas está más avanzada, en otras más atrasada. De todas maneras, lo importante es que colaboremos entre nosotros.

–Hay una pregunta que a mí me gusta mucho hacer, porque tiene que ver con el problema de la realidad en la ciencia. Un químico trabaja con “cosas” como electrones, quarks, protones, átomos, que, en realidad, no sabemos a ciencia cierta si existen. Muchos químicos dicen que son sólo modelos de la realidad, que usamos para entender la naturaleza, pero que no podemos afirmar que existen como existe una mesa, o el café que está sobre la mesa. ¿Usted qué cree?

–Entender es sólo una pata del asunto. La otra es la aplicación. Yo creo que debe haber gente que investigue la naturaleza, pero también debe haber gente que aplique ese conocimiento científico. Ambas son importantes. La química ha intentado utilizar el conocimiento físico para la sociedad, y creo que ese es su rol.

–Sí, pero recuerda usted que en el siglo XIX había una discusión entre los que creían que las moléculas existían en la realidad y los que no. Incluso hubo un congreso en 1852, creo, donde se discutió sobre la existencia o inexistencia de las moléculas. La existencia de la molécula salió vencedora. Pero había muchos científicos que no creían eso, por ejemplo el propio Mendeleiev. Eso parece ser, un poco, lo mismo que la mecánica cuántica.

–Bueno, pero el asunto es que hoy en día podemos ver la forma de una molécula utilizando un aparato adecuado...

–Pero no podemos ver los quarks.

–No todavía.

–¿Pero cree que vamos a poder verlos?

–Bueno, estamos ante una teoría química que es muy sofisticada y que nos permite entender muchísimas cosas. Pero no lo sé...

–Otra pregunta: yo creo que la ciencia no existe solamente porque hay científicos especialmente grandes, sino que creo que es una parte constitutiva de la sociedad y de la cultura en general.

–Bueno, la ciencia no es una sucursal de la economía. La ciencia es importante como es importante el arte. También la ciencia involucra, como el arte, la creatividad. Pero el problema es que el público en general subestima el valor de la ciencia.

–¿Por qué cree que pasa eso, que se subestima la ciencia?

–No lo sé. Pero hay que convencer a la gente de que la ciencia es fundamental para nuestra propia supervivencia. Pero al mismo tiempo hay que convencerla de que la ciencia es un ingrediente fundamental en nuestra cultura. Lo importante es que ha habido científicos ingeniosos que ni siquiera hubieran podido imaginar semejante desarrollo de la sociedad. Y ese de-sarrollo se basa, fuertemente, en los desarrollos científicos. No sé hacia dónde vamos, pero seguramente el rumbo dependerá de la creatividad de los científicos.

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