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“¡El espacio vital! ¡El espacio vital! Hitler invadió Polonia y Checoslovaquia, tío” –gritó mi sobrino Aurelio en uno de sus típicos terrores nocturnos–. Como estaba vociferando de pie y temí que se hiciera daño, intenté hacerlo sentar en la cama. Me empujó violentamente y caí al suelo. “¡Sesenta millones de alemanes no cabrían en un territorio tan chiquito, estaban todos apretujados y los judíos no los dejaban respirar. ¡Necesitamos más espacio y menos judíos! No paramos hasta Moscú. En Mi lucha, Hitler explica que en las familias alemanas el inodoro estaba en la cocina. Es antihigiénico. ¡Falta de espacio vital! Pobre pueblo alemán, viviendo en un espacio tan pequeño.”
–No querido sobrino, estás equivocado –le expliqué–. Hoy estamos en el 2002 y, gracias a Dios, Hitler y sus secuaces murieron. Se liquidaron ocho millones de judíos y treinta millones de rusos y algunos europeos más. Hitler fue una pesadilla para la humanidad y el juicio de Nuremberg terminó de aclarar las cosas. Por otro lado, te diré que el espacio vital fue una excusa porque Hitler tenía muchos motivos de mercado para la invasión. Quedate tranquilo y volvé a la cama a dormir. Hoy no estamos en el año 1939 sino en el 2002, y gracias a Dios tenemos un bienhechor de la humanidad que nos guía y nos orienta.
–¿Qué es un bienhechor? –preguntó mi sobrino.
–Un hombre muy religioso que sabe velar por la paz en el mundo y que nos defiende de todos los ataques futuros que pudiéramos sufrir. ¿Y quién es ese tipo? George Bush hijo, el presidente de los Estados Unidos que nos protege como el ángel de la guarda y nos previene, aconseja, orienta e informa de todos los países que son buenos y aquellos que son malos. Y todo eso lo hace desinteresadamente para defendernos del Eje del Mal que son los países terroristas que arrojan bombas y matan inocentes. Invadirá a Irak para protegernos del mal. Es una forma de prevención, ¿entendés? Hoy, vos y yo y nuestras familias podemos dormir en paz, porque el presidente de la nación más importante del mundo nos protege permanentemente con todo el amor del mundo, cristianamente.
Me miró fijo y me dijo: “Según vos, el espacio vital era un verso de Hitler y la invasión a Checoslovaquia y Polonia fue por problemas de mercado. ¿Un problema imperial, tío? ¿Y cómo sabemos que el bienhechor de Bush no invadirá Irak, no para protegernos del Eje del Mal, sino para apoderarse de la segunda reserva mundial de petróleo y tener combustible para la sociedad de consumo? ¿Qué diferencia encontrás vos –ya parecía calmado y reflexivo– entre Hitler y Bush?”.
–Es una pregunta difícil de contestar, pero podés preguntarle a Juan Gelman, que es un periodista argentino que se anima a hablar de estos temas. Mejor dicho: no tiene miedo ni compromisos con nadie para hablar de estos problemas –y me retiré del dormitorio confundido.