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Papeleras

En relación con el estudio sobre el impacto ambiental de las plantas de Fray Bentos llevadas a cabo por la Corporación Financiera Internacional, quería remarcar un par de impresiciones que se desprenden de los resultados de aquél. Más allá de los posibles efectos sobre el aire y el agua (que han sido el tema central de las protestas por parte de los habitantes de Gualeguaychú y otras ciudades entrerrianas), la magnitud de las plantas a construir plantea la necesidad de disponer de extensas áreas forestadas para proveer pasta para papel. Si la siguiente afirmación: “Las plantaciones forestales requeridas para suministrar la celulosa mejoran la biodiversidad” es copia textual del estudio de impacto, ésta es totalmente falsa. Hay infinidad de estudios científicos (además del sentido común) que muestran que los monocultivos implantados en una región dan como resultado una disminución de la diversidad de especies y en ningún caso la “mejoran”. La base para que en un sitio haya una alta biodiversidad es la presencia de heterogeneidad ambiental, es decir, la presencia conjunta de diversos tipos de hábitat en donde distintas especies puedan encontrar un sitio para establecerse y sobrevivir. Este no es el caso de un monocultivo que, por el contrario, homogeiniza a tal extremo un paisaje de manera que presente un único hábitat (el cultivo en sí mismo). Plantear que “no se han identificado impactos de las dos plantas sobre la biodiversidad y los hábitat naturales, ya que ambas están siendo construidas en tierras que se usaban para agricultura”, es otra falacia. Los agroecosistemas que combinen áreas sembradas con distintos tipos de cultivos juntamente con otras más o menos naturales posiblemente van a mantener una mayor biodiversidad que aquéllas con un único tipo de cultivo, sean cereales o bosques de pinos o eucaliptus (seguramente las dos especies que se cultivarán para alimentar las plantas). Otro tema es el destino del producto. Uno podría pensar que, si con ese papel se elaboraran libros u otros materiales didácticos que sirvan para promover la educación y la cultura en el Uruguay y países de la región, tal vez esto puede compensar la pérdida de biodiversidad de una parte del país. Sería aconsejable conocer el destino del producto, ya que es posible que el papel obtenido se exporte a países centrales para ser utilizado principalmente como material de packaging. Entonces, en este punto uno se pregunta: ¿se justifica semejante emprendimiento con sus posibles impactos sobre el ambiente teniendo en cuenta el destino final del producto? ¿Los puestos de trabajo creados por el emprendimiento compensan los costos ambientales y sociales? De allí que me parece importante que algún organismo objetivo (como el propuesto por Pérez Esquivel) pueda realizar una nueva evaluación del impacto ambiental sin que esté sesgada por los propios intereses del Banco Mundial.

Rubén Quintana
Biólogo
DNI Nº 13.492.407

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