CULTURA

“El crecimiento de la fotografía independiente es algo fenomenal”

Alejandro Montes de Oca y Juan Travnik detallan el largo camino que llevó a esta jugosa edición del Festival de la Luz.

Por Sandra Chaher

“Era 1989, plena hiperinflación, se cumplían 150 años del nacimiento de la fotografía y acá no se hacía ningún festejo. Entonces decidimos hacer algo desde la Escuela Argentina de Fotografía. Fue chiquito, de una semana, y lo llamamos Encuentros Abiertos. La idea era juntarnos con fotógrafos del país y darnos una panzada de información y fotos. Colgábamos las muestras a la mañana y las bajábamos a la noche, para que pudiéramos ver de todo.” Como algo festivo, amistoso, casi amateur, recuerda Alejandro Montes de Oca el germen del Festival de la Luz, un megaencuentro de fotógrafos que durante agosto y septiembre tendrá ocupadas las salas de museos, centros culturales y exposiciones con muestras de artistas argentinos y del exterior. Tras 15 años, los XIII Encuentros Abiertos –Festival de la Luz 2004 tienen una convocatoria tan impresionante como para que se presenten 260 exposiciones y vengan 45 invitados internacionales (artistas, curadores, coleccionistas y directores de museos y festivales). Desde el pasado viernes –cuando el festival quedó inaugurado con la muestra del español Chema Madoz, en el Museo Nacional de Bellas Artes– hasta el 30 de septiembre habrá exposiciones, charlas y seminarios desde Ushuaia a La Quiaca (ver aparte).
Desde 2000, aquellos primeros encuentros de fotógrafos locales que eventualmente contaban con la visita de algún colega extranjero empezaron a integrar el cronograma internacional del Festival de La Luz, junto con otros 21 encuentros. Si se entra al sitio www.festivaloflight.org, se encuentra un calendario anual en el que una cita fundamental durante agosto es Buenos Aires. “Integrar el Festival de la Luz nos permitió entrar en el dinámica internacional de los festivales, tener invitados extranjeros y el movimiento de obra que eso implica”, explica Juan Travnik, uno de los miembros del comité de selección e impulsor de los encuentros desde el comienzo. “Además, ganamos en prestigio: para cualquier fotógrafo reconocido venir a Buenos Aires es una tentación. Hay una enorme avidez por participar, y ellos mismos funcionan después como voceros entre sus colegas. Es un interés que se inició con el trabajo que hizo, desde comienzos de los ‘80, un grupo de fotógrafos argentinos a través del Consejo Argentino de Fotografía, y se consolidó con los Encuentros Abiertos.”
–¿Qué intentaron agrupar bajo el concepto Anónimo-Sinónimo-Antónimo, que es el nombre del Festival?
A. M. de O.: –Estamos hablando de lo desconocido, lo igual y lo contradictorio. El eje temático es un disparador pero no es excluyente, porque no nos manejamos con un presupuesto tan amplio como para ceñirnos a un eje temático. Algunos de los encuentros del Festival de la Luz tienen presupuestos de un millón o un millón y medio de dólares, entonces hacen otras propuestas. Nosotros no contamos con apoyo oficial, todo surge de las embajadas y los intercambios. La idea de Anónimo-Sinónimo-Antónimo la pensamos en función de los artistas locales. Lo pusimos como tema en el sitio web internacional, y ahí nos llegaron más de 400 propuestas de todo el mundo de artistas que se sentían identificados con el tema. Uno de los conceptos-eje es la identidad y la memoria.
El festival surgió a fines de los ‘90 en México. En un encuentro llamado Fotoseptiembre, se reunieron directores de festivales del mundo con el deseo de armar algún evento conjunto para recibir el 2000. “Queríamos tomar lo bueno de la globalización: ganar identidad, tener presencia, ocupar espacios”, señala Montes de Oca, invitado por los Encuentros Abiertos de Buenos Aires, que a esa altura ya eran anuales y se hacían en la Fundación Banco Patricios o el C. C. Recoleta, con una convocatoria muy superior de público y artistas que en los primeros años. “El objetivo común que tenemos los 22 festivales –agrega Travnik– es difundir la fotografía y obtener reconocimiento a nivel museológico y de crítica. Muchas de las galerías en las que se hacen muestras en el festival es la primera vez que exponen fotos: antes sólo colgaban pintura.”
–¿Cuál es la situación de la fotografía argentina?
J. T.: –Inédita. Nunca tuvimos tanta cantidad de buenos autores. El crecimiento de la fotografía independiente fue fenomenal. Y se trabajó con mucha constancia, lo que es fundamental para la visibilidad exterior. Uno no puede estar un año y borrarse tres. Y una característica de nuestra fotografía actual es la contemporaneidad en términos de búsqueda. Ya no se habla de fotografía separada de las artes plásticas, hablamos de artes visuales. Y estos encuentros también contribuyen a elevar el discurso que sustenta desde lo estético la propuesta de cada autor. Que se entienda que la fotografía no es gente que aprieta botones, sino que usa una herramienta específica detrás de la cual está su subjetividad.
A. M. de O.: –Hasta hace unos años estábamos muy anclados en las temáticas de los concursos. No había exploración de técnicas o lenguajes, ni se trabajaba pensando en la obra o la expresión. Ahora estamos en permanente cuestionamiento y hay una gran diversidad.

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Travnik y Montes de Oca impulsaron un primer ensayo en 1989.
 
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