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“No quería ser escritora porque veía a mi madre en la cama, escribiendo todo el tiempo, y me parecía una cosa totalmente pasiva. Pero al mismo tiempo que huía de la escritura, me crié en una casa en donde se reunían muchos escritores”, explica Valenzuela. Con la única mujer con la que Borges escribió un cuento fue con Luisa Mercedes Levinson, la madre de Valenzuela. Ese cuento, La casa de Eloísa, se publicará a fin de mes en los Cuentos completos de Levinson, editados por Corregidor.
–Borges no hubiera escrito nunca un cuento con una mujer si no tenía una afinidad literaria.
–Sí, pero creo que también se enamoraba fácilmente (risas), y Borges venía con mucha frecuencia a casa.
–¿Ella leía sus libros?
–Algunos. Me acuerdo de que de Aquí pasan cosas raras, que lo publiqué en 1976, decía que me gustaban los cuentos repentistas, una ponderación que no me pareció muy positiva (risas). A ella la política le parecía anatema, decía que era anarquista, y yo era de izquierda. No había ninguna coincidencia, y no se podía ni escribir ni hablar de política en la literatura.
–Recientemente, en una entrevista, David Viñas planteó que el borgismo había tapado toda una serie de escritores que no se llegaron a conocer por el culto a Borges.
–Manuel Peyrou o el mismo Adolfo Bioy Casares son escritores tapados por Borges. Witold Gombrowicz, cuando se fue del país, les gritó a Jorge Di Paola y Miguel Grinberg: “Maten a Borges”. No hay duda de que era un gran escritor, pero es cierto que el borgismo tapó a otros escritores. Pero ¿de quién es la culpa? No de Borges, por cierto. Ahora, con los 20 años de la muerte de Cortázar, al que siento mucho más afín a mí que Borges, descubrí que el verdadero cronopio era Borges. Cortázar era un cronopio escribiendo, pero en la vida real era un Borges político, muy sobrio y austero. El que hacía locuras divertidísimas era Borges. Me acuerdo de que una vez en Nueva York quería ir en mateo por el Central Park o escuchar jazz. Ciego y viejo, se le ocurrían cosas muy de adolescente.