DEPORTES › OPINIóN

El minuto de silencio

 Por Gustavo Veiga

La ola es indetenible y más en esta época. La política se filtra por los poros del fútbol –y del deporte en general– desde tiempos remotos. Cualquier escenario como una tribuna, el campo de juego o la sala de conferencias de prensa, sirve para amplificar una situación global o local. Fajr Ibrahim, el entrenador de la selección siria, aportó lo suyo después de un partido que su equipo le ganó 2 a 1 a Singapur por las eliminatorias asiáticas. Dijo: “Hacemos 30 segundos por los franceses, pero por todos los sirios muertos nadie guarda ni un solo segundo de silencio”.

Tiene razón. Pero ofreció un flanco débil porque lo hizo vestido con una remera que llevaba la fotografía de Bashar al-Assad, el presidente de su país. Le dedicó el triunfo sobre la hora y también al sufrido pueblo sirio. No le importó que un oficial de la FIFA lo instara a cerrar la boca. Ahora, él y su federación se exponen a sanciones, como una que recibió la AFA porque la Selección nacional salió a la cancha con una pancarta que decía “Las Malvinas son argentinas”. El hecho ocurrió el año pasado en La Plata, antes de un amistoso contra Eslovenia. La FIFA le aplicó una multa de 33 mil dólares.

Un castigo semejante recibió de la UEFA el club Barcelona (40 mil euros) porque sus hinchas hicieron flamear banderas independentistas catalanas en un partido contra el Bayer Leverkusen alemán. O el León de México, sancionado por su propia federación, cuando en 2014 sus hinchas mostraron pancartas críticas en un encuentro contra el Puebla. “Gobierno asesino”, decían, en recordación a los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa. Ibrahim puso negro sobre blanco una cuestión que jamás resolverán los reglamentos de la FIFA o sus asociaciones afiliadas. En un artículo que publicaron el pasado 7 de noviembre en el sitio iusport.com, la abogada Eva Cañizares Rivas y el presidente de la Asociación Española de Filosofía del Deporte, José Luis Pérez Triviño, se preguntan: ¿Qué legitimidad tiene una institución privada, la UEFA, para prohibir a los aficionados a expresarse libre y pacíficamente en un estadio?

Las preguntas y los hechos vuelven a ubicarnos en el estrecho desfiladero por el que transitan la política y el deporte. Es tan angosto, que resulta imposible que no se toquen. El técnico sirio aprovechó la oportunidad que se le presentó para expresar el sentimiento de su pueblo. Y ensanchó las fronteras del debate sin importarle las consecuencias.

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