DEPORTES › RIVER PERDIO 4-0 CON GREMIO Y FUE ELIMINADO

Agremiados con la goleada

Tenía que remontar el 2-1 del Monumental, pero la expulsión de Celso Ayala a la media hora lo liquidó. El equipo local lo resolvió en cinco minutos y terminó bailando a la visita.

River lo intentó con dignidad, pero la esperanza le duró apenas 45 minutos. Del entretiempo, volvió con la derrota asumida, pensando ya en consolarse con el Clausura. Cayó 4-0 ante Gremio, en Porto Alegre, y se despidió de la Copa Libertadores, en la que el único representante argentino que queda en carrera, es Boca. De las últimas tres Copas, River se había ido con un 0-3: le pasó con Palmeiras en el ‘99, con Boca en el 2000 y con el Cruz Azul el año pasado. En ésta, el Gremio rompió la marca.
Hubo una bisagra en el partido: la expulsión de Celso Ayala a la media hora. Hasta allí, River y Gremio habían jugado un partido apretado, recio, pegajoso, sin sacarse ventajas. Los brasileños, apoyados en el estruendoso respaldo de 50 mil hinchas, se habían destacado ligeramente, pese a que el fondo del equipo argentino se mostró siempre muy firme y concentrado, controlando a Luizao y Rodrigo Mendes.
Hasta el momento clave, River había tenido un par de oportunidades: un derechazo cruzado de D’Alessandro que se fue cerca de un palo, una falta sobre Ortega que cobró D’Alessandro, aunque se fue por sobre el travesaño, una hermosa jugada de Coudet por la derecha, con desborde y centro que Domínguez bajó de cabeza pero Cambiasso no pudo conectar.
Pero ese trámite friccionado provocó que el fondo de River se cargara rápidamente de amarillas, y en una entrada de Luizao por la izquierda, Ayala lo sacó del campo con falta: el colombiano Ruiz le mostró la roja sin saber que con ese gesto decretaba la eliminación del equipo argentino.
Porque Rojas –que había salido como volante– se retrasó para tapar el hueco en la zaga, pero la firmeza no resultó ser la misma, y se pagó caro esa endeblez de jugar con diez hombres.
A los 40, Rodrigo Mendes avanzó en soledad por el medio; Garcé quiso interceptarlo, pero la pelota le rebotó y quedó picando, de manera ideal para la derecha del brasileño, que le pegó a la carrera y la embocó en el ángulo superior izquierdo de Comizzo (que fue suspendido por dos fechas en el torneo local).
Cinco minutos más tarde, tras una jugada de Tinga que también entró por el medio, se produjeron varios rebotes y, de atropellada, Luizao la empujó al fondo del arco. Era el 2-0 y la certificación completa de que River quedaba fuera de la Libertadores.
La charla del entretiempo debe haber sido caliente. Decidiendo sobre si quemar las naves o guardarlas para otro combate. Díaz se decidió por lo último. Al segundo tiempo no salieron a jugar ni Ortega ni D’Alessandro, los dos creadores de fútbol, y tampoco Ledesma, que sufrió con la marca de Zinho y se ganó la amarilla. Ortega (que se iría al Fenerbahce turco) no habrá querido arriesgarse a quedarse sin Mundial jugando por nada; el ingreso de Zapata, Lequi y Husaín denotaba otra inquietud: no perder por goleada.
El Chori Domínguez estuvo cerca del descuento, porque Gremio cambió la actitud y dejó jugar, sabiendo que manejaba los tiempos del partido. Pero River ya no tenía jugadores para jugar, y la impotencia del equipo argentino quedaba evidenciada con la expulsión de Husain, echado por pegar una patada de atrás. En esa impotencia se diluyó inclusive, la premisa de no ser goleado. Zinho marcó el tercero cuando ya eran 11 contra 9, Luis Mario la tocó solito, los dos por el medio. Y terminó con baile y oles...

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