EL PAíS › TRES NUEVOS MINISTROS PARA RELANZAR EL GOBIERNO DE DUHALDE

Ahora es más bonaerense que antes

El intento de un gabinete federal naufragó por falta de voluntad de cooperación del resto del peronismo. Tampoco se pudo sumar figuras de peso específico. Los tres nuevos integrantes del Gabinete que juran hoy buscan reforzar la relación con los parlamentarios del PJ y con los sindicalistas. Crece la influencia de Barrionuevo, esposo de la ministra de Trabajo.

 Por Diego Schurman

Eduardo Duhalde decidió renovar su gabinete con tres dirigentes de incidencia parlamentaria. Por eso la asunción de Alfredo Atanasof, Graciela Camaño y Jorge Matzkin en la Jefatura de Gabinete y los ministerios de Trabajo e Interior, respectivamente, cristalizará desde hoy la nueva cruzada del Gobierno: garantizar en el Congreso la aprobación de las leyes exigidas por el Fondo Monetario Internacional.
La “etapa parlamentaria” busca fortalecer un frente que Duhalde vio desplomarse con el correr de los días. Los mismos diputados y senadores que lo llevaron a la Presidencia son los que hace dos semanas, al renegar del nuevo Plan Bonex, forzaron la renuncia de Jorge Remes Lenicov al Ministerio de Economía y estuvieron a punto de facilitar el llamado a elecciones anticipadas.
Los gobernadores del PJ no fueron ajenos al proceso. Después de haber facilitado la “foto” con Duhalde para evitar la catástrofe –además de aportar letra a los 14 puntos del documento oficial que se rinde a las receta del FMI– se desligaron del compromiso de compartir con su cuerpo la suerte del Gobierno, hiriendo de muerte la idea de un “gabinete federal”.
No sólo se negaron a integrarse, como fueron los casos de José Manuel de la Sota, Rubén Marín y Eduardo Fellner, sino que retacearon gente de sus provincias, pese a los pedidos desesperados de la Casa Rosada. La falta de verticalismo fue reflejo de la debilidad de Duhalde pero también de todo el PJ, que no es inmune al descrédito que embarga a la dirigencia política.
Por eso el Presidente debió optar entre un reducido número de candidatos. El último rechazo lo escuchó del sanjuanino José Luis Gioja. El jefe de la bancada de senadores del PJ consideró que no era el momento. Y entonces el Presidente se inclinó por Matzkin, un inquilino del Parlamento desde 1983. El pampeano está vinculado al influyente José Luis Manzano, el ex ministro menemista y rutilante empresario que ha sabido conservar tropa propia pese a su ostracismo.
No son novedad las conversaciones de altos funcionarios con Manzano y mucho menos con el radical Enrique “Coti” Nosiglia para “destrabar” los problemas que se presentan en el Congreso.
Matzkin es un reconocido “saca leyes”. Fue durante su gestión como jefe de bloque de diputados, en los albores del menemismo, la recordada aparición de “diputruchos” para votar la privatización del Estado.
En el almuerzo donde Duhalde le comunicó que reemplazará a Rodolfo Gabrielli en el Ministerio del Interior, se hizo hincapié en la necesidad de trabajar en línea con los gobernadores y los legisladores para aprobar el paquete de normas exigidas por el FMI.
Allí evaluaron que, con algunas dificultades, saldrá la ley de quiebras. Y que, con el guiño de los legisladores, habrá decreto de necesidad y urgencia para los bonos y el CER. De hecho, por el tema se comunicaron desde el Ministerio de Economía con el diputado Humberto Roggero. Lo que en el horizonte no aparece resuelto es la ley de subversión económica.
En ese encuentro se informó que el Ministerio de la Producción, que hasta ahora ocupaba José Ignacio de Mendiguren, quedará vacante y probablemente sea absorbido por Economía. Y que Gabrielli, quien recibió ayer las condolencias de un grupo de gobernadores, rechazó una oferta para timonear el Banco Nación.
La que se llevó los mayores aplausos de sus colegas fue Camaño, una diputada con vida propia en el Congreso pero que no podrá sacarse el peso de ser la mujer del senador Luis Barrionuevo. Con su nombramiento, Duhalde evidentemente hizo caso omiso al “voto bronca” –aunque, hay que reconocer, la queja de la gente se centró en el sindicalista más que en su mujer– para privilegiar los gestos hacia los legisladores y la CGT oficial.
La jugada ya dio algunos resultados: en la reunión de bloque de ayer, donde se analizó la derogación de la ley de subversión económica, Luisito casi no abrió la boca, a diferencia de otros encuentros donde se animó, incluso, a reclamar elecciones anticipadas. El senador estará hoy con el resto de la CGT de Rodolfo Daer en el Salón Blanco de la Casa Rosada, aplaudiendo a su mujer que jurará junto a los otros dos nuevos ministros.
Ese apoyo le sirve al Gobierno para “equilibrar” las aguas sindicales ya que la CGT de Hugo Moyano había decidido cortar lazos. Los rebeldes no sólo abandonaron la Mesa de Diálogo, que integraban junto a la Iglesia, sino que además anuncian una marcha de protesta para los próximos días.
Si bien inorgánica, Camaño fue una de las pocas personas que respaldó abiertamente al mandatario en el maratón de reuniones de Olivos de la última semana. “El senador Duhalde estaba muy cómodo en su banca y los gobernadores me dijeron que él era su candidato para ser presidente. Entonces que nadie se haga al boludo”, dijo cuando el silencio de los mandatarios provinciales hacía temer la caída del Gobierno.
Lo de Atanasof es parecido y distinto. A diferencia de Camaño es del riñón duhaldista. Pero como ella, tiene una larga experiencia en el Parlamento, donde se desempeñó como diputado durante siete años. Si bien anoche dijo a este diario que desde la jefatura de Gabinete buscará consolidar la Reforma Política, su tarea principal se concentrará en un trabajo de pinzas con Matzkin y Camaño para saciar los deseos del Fondo Monetario.

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Eduardo Duhalde no pudo conseguir que los gobernadores de su partido sumaran gente al Gobierno.
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