DEPORTES › EL DT RICARDO LAVOLPE Y GUILLERMO FRANCO

Dos cuates de acento argentino

Por Gonzalo Espariz
Desde Gotingen


Ricardo Lavolpe y Guillermo Franco quieren hacerlo ver como lo más normal del mundo, pero no lo es: los dos nacieron en Argentina y el sábado tendrán que luchar contra los colores que latieron en su corazón durante muchos años para intentar que México supere los octavos de final del Mundial.

Lavolpe, de 54 años, nació en el Gran Buenos Aires, se crió en las inferiores de Banfield y, tras pasar por San Lorenzo, emigró al fútbol mexicano en 1979. Antes tuvo tiempo de sentarse en el banco como tercer arquero de la Argentina campeón del mundo en 1978, el mayor logro de su carrera futbolística. Aunque lleva más de 25 años en México, Lavolpe no perdió ni un ápice de su “argentinidad”, como delatan su fuerte acento porteño y sus expresiones. De hecho, el técnico nunca sacó el pasaporte mexicano.

Franco siguió una trayectoria similar. Nació en Corrientes, también jugó en San Lorenzo antes de emigrar en 2003. En Monterrey encontró su hogar y a base de goles se ganó el reconocimiento de todo el país. Se naturalizó y hace un año debutó con la casaca del “Tri”, aunque ahora juega en el Villarreal, junto a Riquelme y Sorin.

Como su técnico, el habla de Franco revela su inconfundible origen, aunque con matices. Primero porque conserva el suave deje correntino y, segundo, porque se muestra más maleable: en Argentina le dicen que habla como un mexicano porque de vez en cuando “tutea”, en México, que ya se ha españolizado porque en ocasiones “cecea”, y en España sólo lo identifican como argentino porque muy pocos saben de su exitoso paso por México.

El destino los confrontará mañana con sus raíces. No será la primera vez para Lavolpe, que ya dirigió a México ante Argentina en cuatro ocasiones, pero sí para Franco.

Lavolpe se lo toma con naturalidad. “No pasa nada”, es lo único que afirma y desvía el resto de preguntas hacia otros temas. Franco tampoco quiere confrontar el hecho y elude expresar sus emociones afirmando que “siempre enfrentar a Argentina es importante, porque es una de las favoritas”, aunque reconoce que tiene una espina clavada porque nunca fue llamado para jugar en la Selección: “Por lo que hice y por cómo fueron las cosas, creo que merecía por lo menos una convocatoria. Pero eso nunca llegó.”

México los acogió, les brindó la oportunidad de triunfar y nadie duda de que darán lo máximo por su nuevo país. Pero sin duda que sus corazones se acelerarán cuando antes del inicio del choque en Leipzig vean ondear la bandera y escuchen el himno que una vez fueron suyos. Al fin y al cabo, son dos argentinos que, al menos por un día, le desean lo peor a la Argentina.

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José Pekerman y Ricardo Lavolpe: mañana se verán.
Imagen: AFP
 
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