DISCOS

Los sellos independientes, un modo de resistir a la crisis permanente

Con el dólar caro pero estable, varias compañías chicas editaron en estos días una serie de discos que demuestran que falta plata pero abundan las ideas. Aquí, un pequeño repaso.

 Por Eduardo Fabregat

Cuando por delante sólo puede verse tierra arrasada, no hay más que arreglarse con los pocos recursos que quedan. Esto lo sufre cualquier argentino, pero la cosa también tiene aplicación en un terreno “pasatista” (¿pasatista, la cultura?) como la música. Terminada la era menemista de jugosos contratos en las multinacionales (lo que, atención, no se tradujo necesariamente en jugosos beneficios para los músicos), la multitud de sellos independientes argentinos dejó de ser “otra manera” de ingresar por otra vía al negocio, para convertirse en herramienta útil y necesaria para estos tiempos, la “pequeña unidad móvil” de la que Robert Fripp hablaba hace ya años. En una última fracción del año en la que el dólar caro pero estable anima cierta reactivación de ediciones, esos representantes de los márgenes del business dieron varios ejemplos de buena salud. Discos que quizá no brillen en grandes vidrieras iluminadas, pero que hacen a la vitalidad artística y exigen una oreja cómplice.
Quien preste atención a Exilio Psíquico, por ejemplo, se encontrará con unos uruguayos muy ácidos, pero en una vena diferente a las guarradas de sus coterráneos Cuarteto de Nos. El disco fue editado por Ultrapop, casa de la Pequeña Orquesta Reincidentes, y el dato no es caprichoso: el violín, el piano y el acordeón sobre una base a veces densa, a veces épica, hacen pensar en aquel Reincidentes electrificado, aunque en vez de vuelo poético las letras de Maximiliano Angeleri eligen el absurdo y el cinismo. Valen como prueba los juegos verbales de “Y quiero saber” (“Quiero saber qué cosa pensás cuando lo hacés/ quiero saber en quién pensás cuando lo hacés/ quiero saber por qué pensás cuando lo hacés”, y así), el puro delirio de “Supongo qué”, donde declara muy suelto de cuerpo que “Mi abuela es un DJ en una discoteque/ Mi abuela es una pornostar en el cine japonés” o la evidente incomprensión generacional del tangazo amargo “Plegaria de un niño con problemas de conducta”. Darkosos de la otra orilla, los Exilio Psíquico demuestran que no es obligatorio meter cuatro compases de candombe para demostrar uruguayismo.
Los compases son una cosa muy elástica en (Muzik) from the red hills of Nikada, el álbum de Damián Nisenson/Fernando Kabusacki/Pablo Dawidowicz lanzado por Los Años Luz Discos, un sello de gustos habitualmente exquisitos. Saxo, guitarras virtuales y reales y una percusión que va de la batería al cajón peruano van dándole forma a un disco dominado por el libre espíritu de experimentación, que solo parece “difícil” en primera instancia. Cuando suena el oscurísimo –casi perturbador– “Hashishim”, o el enérgico uptempo de “Sisinono”, las deformidades y contracturas rítmicas pasan a formar parte del paisaje: para ello, Nisenson (integrante de 2saxos2) y Kabusacki, el ex Gauchos Alemanes que acostumbra musicalizar en vivo raras piezas fílmicas, hacen valer su experiencia en el terreno de lo impredecible.
Para otros dos grupos del lote independiente, en tanto, el lenguaje es el pop. Cada cual a su modo, y cada cual apelando a un cover de los ‘80 que sirva como ventana de entrada al material propio. Te viste de pop (lanzado por Mutis) es la carta de presentación de Modista, un trío integrado por Damián Saulino (guitarra y voz), Andrea González (teclados) y Silvio Bonnet Saullo (batería y programación) que desde la producción de sonido hace honor a las reglas del género. Su ralentada versión de “Me puedo programar” (Virus) es suficiente declaración de principios, que se reafirma a través de pop songs como “Corazón salvaje” o “Alguien vendrá”. El uso (y en algún caso, abuso) de sintes y guitarras bien ochentosas es lo que separa a Modista de Degrade, un septeto (Nahuel Marquet, Emiliano Cattáneo, Julián Acuña, Gerardo Agnese, Sr. Largo, Gustavo Amirante y Carlo Seminara) procedente de Rosario, que acaba de editar Agua a través de El Camote Records. Aquí las cuerdas no le temen a la distorsión y hay un aire general más endurecido (“Acuario”, “Reta”), que encuentra unabuena síntesis con la bien trabajada versión de “Los dinosaurios”, de Charly García.
El capítulo pop, finalmente, encuentra a sus mejores estetas en Babasónicos. El grupo prepara el terreno para su participación en los MTV Music Awards de mañana (están nominados en tres rubros), y el Luna Park del 1º de noviembre, con Jessico Megamix (Tocka Discos), un disco en el que se asocia con Daniel Melero, DJ Romina Cohn, Capri, Pommerenck, Boeing y otros para ensayar variaciones sobre temas como “Fizz”, “Pendejo” o “Camarín”. Lejos del preciosismo de Dargelos y amigos, los corazones ricoteros agregan a la inminente edición de A través del mar de los sargazos, el primer disco solista de Skay Beilinson, las canciones de La Favorita. El grupo, integrado por el baterista Walter Sidotti y sustentado por el tándem compositivo del cantante José Luis Castro y el guitarrista Mariano Sagasta, debe lidiar en Suspendiendo tu mambo (producción independiente) con las complicaciones de evitar la asociación con los Redondos y pasar un vivo caliente al trabajo de estudios. El resultado, aun irregular, deja momentos para el aplauso como “Va por ahí”, un irreverente discurso pro-legalización. Suficiente para alimentar la compactera con aquello que, con los pro y los contra que ello supone, se ríe del mainstream. Y le pone música a su risa.

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Los uruguayos Exilio Psíquico y Nisenson/Kabusacki/Dawidowicz, dos hallazgos recientes.
 
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