DISCOS › UNA CAJA QUE COMPILA CINCO DVD’S DE LES LUTHIERS

Mastropiero en la era digital

La caja integra cinco puestas fundamentales del grupo que combinó humor y música como nadie. Del Mastropiero que nunca de 1979 a Unen canto con humor, de 1999, un recorrido no apto para amargos.

 Por Eduardo Fabregat

La cajita debería venir con una de esas recomendaciones atípicas: “Cuidado. La visión de este material podría provocarle lesiones faciales”. ¿Exagerado? Los cinco DVD’s que compilan igual cantidad de conciertos de Les Luthiers son una garantía de risa permanente. Y los fanáticos de bolsillo bien provisto tienen la opción de acceder a ellos ahora en una hermosa caja, de ésas que se exhiben con orgullo en la diviteca. Mientras el quinteto lleva adelante una nueva temporada de Las obras de ayer, por primera vez en la calle Corrientes (el histórico Teatro Coliseo le dejó su lugar al Gran Rex, donde llevan a cabo funciones los viernes y sábados a las 22 y domingos a las 21), no está de más el revisionismo. En realidad, y sin temor a exagerar, ver a Les Luthiers no cansa ni aburre nunca. Y el recuento multiplica las ganas: el lanzamiento incluye a Mastropiero que nunca (1979), Les Luthiers hacen muchas gracias de nada (1980), Grandes Hitos (1995), Bromato de armonio (1998) y Les Luthiers unen canto con humor (1999). Veinte años de carcajadas, nada menos.
Los conocedores del tema, por supuesto, saben que la historia arrancó mucho antes. Les Luthiers nació como una escisión de I Musicisti, un grupo nacido en el Coro de la Facultad de Ingeniería de la UBA que ya había sorprendido a un público de culto con I Musicisti y las óperas históricas. En 1968, Gerardo Masana, Jorge Maronna, Daniel Rabinovich y Marcos Mundstock subieron por primera vez a un escenario con el nombre que se haría tan célebre... pero no para empezar a contar las desventuras musicales de Johann Sebastian Mastropiero sino para animar una fiesta privada: frente a varios ejecutivos de la Editorial Abril, el grupo sorprendió a todos con títulos como El polen se esparce por el aire y Chacarera del ácido lisérgico. Nacía una leyenda que, con la incorporación de Carlos Núñez Cortés, Carlos López Puccio y Ernesto Acher, fijaría las bases de un humor nunca visto antes. Humor de palabra, pero también musical, por los atípicos instrumentos intervinientes y por varios niveles de sutileza que llegaron al paroxismo de, por ejemplo, la Romanza escocesa sin palabras incluida en el Volumen 3 (1973), la gaita como máquina humorística.
Con el grupo largamente fogueado en el Di Tella y especialmente con el Recital 72 que los hizo trascender el ghetto de “entendidos”, Mastropiero que nunca significó una explosión. A nadie puede resultarle simpático que se hable de un concierto de 1979 como su “gran obra”, pero –sin desmedro de lo que siguió– la revisión en DVD no hace más que confirmar las virtudes de una puesta impecable. Desde las deliciosas confusiones de La bella y graciosa moza marchóse a lavar la ropa (“Y parece estar muy triste... sin embargo le gustó”) a la saga monumental del Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, Mastropiero... es aún hoy la mejor puerta de entrada para quien no tenga idea de qué va el asunto. Si eso es posible.
Pero es sólo el comienzo, y hay mucho para ver. El recorrido cronológico en DVD continúa con Muchas gracias de nada, que vuelve a hacer uso de la confusión semántica en El rey enamorado (donde el juglar Núñez Cortés va enredándose cada vez más con las directivas del rey Acher), despelleja a la TV argentina con la seguidilla La tanda - Canción para moverse - La gallina dijo Eureka y hace “humor negro” con la historia de Yogurtu Nghé, el indígena que tuvo que huir de la aldea por culpa de la escasez de rinocerontes. Grandes hitos, la antología de 1995 –ya sin Acher–, rescata joyas como los “salmos sectarios” de El sendero de Warren Sánchez, el nuevo palazo a la TV de Entreteniciencia familiar y los ritmos mareados de Las majas del bergantín. En Bromato de armonio, las desventuras de un Mastropiero corporizado por Mundstock en Para Elisabeth (sonata a la carta) abre un listado que incluye a las “himnovaciones” de La comisión y los enigmas de Quién mató a Tom McCoffee. Finalmente, Unen canto con humor se ríe con ganas del indigenismo for export en El regreso del indio, y desliza nuevas ironías políticas en la “música proselitista” de Vote a Ortega.
Así, carcajada tras carcajada, el feliz espectador va advirtiendo que sí, aquella obra de 1979 fue quizá demasiado buena, pero también que Les Luthiers consiguieron un logro poco común: entre el coro de la facultad, el Di Tella y el Gran Rex de estos días, los señores de smoking han sabido añejar, que no es lo mismo que envejecer. Menudo triunfo para un país en el que el chiste más bobo puede reventar la taquilla o el rating. O sea: en disco, casete, magazine, CD o DVD, aguante Mastropiero.

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Les Luthiers a comienzos de los ‘70, contraluces, caras raras y peinados al tono.
 
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