SOCIEDAD

Cinco estudiantes perseguidas por la policía y salvadas por milagro

Ocurrió en Tucumán. Tres grupos policiales se fueron sumando a la balacera contra el auto. Increíblemente, ninguna fue herida.

 Por Horacio Cecchi

“Fue como una película. Recién ahora empiezo a caer que me pasó a mí”, murmuró Marisa Linares Vallejo, tucumana, de 26 años, y todavía pálida. La película a la que se refiere y que la tuvo como protagonista se rodó el lunes por la noche, cuando Marisa, acompañada por cuatro amigas, regresaba en su auto a la ciudad de Trancas, al norte de Tucumán, después de cursar una materia de Sociología en Salta. En plena ruta, un auto policial sin identificación las persiguió mientras disparaban sobre ellas. Al entrar a Tucumán, desde el puesto de guardia también las balearon. Para colmo, a la entrada de Trancas fueron recibidas a los tiros por los policías locales, que no las reconocieron pese a que Marisa vive frente a la comisaría. Milagrosamente, no hubo heridos. Los policías tenían un argumento: aguardaban un auto que había participado en un asalto en Jujuy. El dato no se pudo comprobar. Las autoridades sospechan que el argumento es trucho. Ayer, pasaron a disponibilidad a todos los participantes del exitoso operativo cerrojo.
Marisa Inés estudia el profesorado de Sociología en la localidad salteña de El Tala, unos 15 kilómetros entrando en Salta por la ex Ruta 9. Para entrar en Salta hay que pasar el puente que cruza el río Del Tala, límite entre las dos provincias. El lunes, Marisa emprendió el viaje con cuatro amigas, Karina, Yanni, Natalia y Cecili, en su Peugeot 405 gris oscuro.
Pasadas las 21, ya de regreso, el grupo se topó con un Fiat Palio, cruzado en el puente que apenas tiene espacio para un vehículo, del lado salteño. El Palio es de la Brigada de Investigaciones, pero no tenía identificación. Bajaron dos hombres de civil. Uno le apoyó el arma en la cabeza a Marisa. Suponiendo que se trataba de un asalto, Marisa apretó a fondo el acelerador y esquivó al Palio por una hendija. “Apenas si pudo pasar –aseguró a Página/12 Gloria, madre de Marisa–. Un pilar raspó al auto de punta a punta.” El Palio salió en persecución del Peugeot, mientras los policías empezaron a disparar.
Desesperada, Marisa enfiló hacia su salvación, el puesto policial de Cabo Vallejos, el primero en jurisdicción tucumana. Pero en Cabo Vallejos no las esperaba ninguna salvación: el policía de guardia las recibió a los tiros. Creyendo que eran perseguidas por policías y ladrones, zumbaron, derrapando y a los tumbos, hacia Trancas, a unos 17 kilómetros de allí. Mientras las balas perforaban al Peugeot, una de las amigas se comunicó por celular con el padre de Marisa, Luis Linares, que salió con un amigo a buscar a las jóvenes. En Villa Vieja, a escasos 3 kilómetros de Trancas, Luis logró dar con el auto de su hija y la acompañó de regreso.
Pero todavía no era el momento de contar la historia. En la entrada de Trancas, las fuerzas del orden locales pusieron su sello al operativo cerrojo: en dos autos particulares, unos cuatro policías de la comisaría local, sin uniforme, interceptaron a la peligrosa banda de estudiantes. “Paramos para intentar hablar con los policías, pero empezaron a tirarnos también.” Para colmo, les dio alcance el Palio perseguidor. El Peugeot estaba hecho un colador, con nueve impactos. Ninguno a las cubiertas. De milagro e impericia, ninguna de las amigas resultó herida. Los tiros terminaron cuando alguien escuchó los gritos desesperados de Luis: “¡No tiren! ¡Es la hija del Negro!”. El Negro es él mismo y así lo conocen todos en Trancas, incluidos los de la comisaría. No es para menos: los Linares viven justo frente a la seccional y al Peugeot lo estacionan desde hace un año en la puerta.
En la argumentación posterior, el comisario general Alfredo Jiménez, jefe de Investigaciones y de dudoso futuro, aseguró que tenían información de un robo a un banco en Jujuy, en el que había participado un Peugeot 405, y que tenían información de que había atravesado Salta y se dirigía a Tucumán, donde la guardia infalible lo estaría esperando. El secretario de Seguridad, Osvaldo Nieva, dio una información diferente: “Qué estaban haciendo en Salta es por ahora un misterio –confió a este diario–. No hay ningún pedido que mencione un robo en el que haya participado un autosemejante, ni en Jujuy ni en Salta”. Algunos sospechan que los de la Brigada estaban haciendo un trabajito extra.
Lo cierto es que los de la Brigada, los del destacamento de Cabo Vallejos y los de la comisaría de Trancas fueron relevados de sus puestos y pasados a disponibilidad. En total, una docena de uniformados, entre ellos el comisario Carlos Villarrubia y el oficial de guardia Ramón Guanca, del destacamento; el comisario Marcelo Maldonado, jefe de la seccional de Trancas, y todos sus subalternos. También pasaron a disponibilidad a un oficial ayudante y dos suboficiales de la Patrulla Anticuatrerismo, y los tres de la Brigada. Además, son investigados por la fiscal Adriana Reinoso Cuello; mientras que el gobierno, en medio del escándalo, analiza la posibilidad de exonerar a los policías.

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Las estudiantes venían de cursar en una universidad salteña.
 
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