ECONOMíA › ALTERNATIVAS PARA CUBRIR EL DESAJUSTE ENERGETICO

Generación propia e importación

 Por Cledis Candelaresi

La consecuencia obvia de una industria que crece es demandar más energía. La paradoja actual es que, como escasea, el Estado en parte la subsidia para que la disponible no resulte tan cara, y en parte penaliza esa mayor demanda con el propósito de contenerla. En virtud del Plan Energía Plus, los grandes usuarios que demandan más electricidad de la que consumían en 2005 deben procurársela por su lado y pagarla al valor que la consigan. Eso significa, por encima de los 40 dólares el megawatt vigente hoy en el mercado, gracias a un complejo mecanismo de control estatal y subsidio a las generadoras.

Pero los emprendimientos privados que comenzarán a aportar esa electricidad “plus” en los próximos meses están celebrando contratos a futuro para proveer esa electricidad nueva a 70 dólares el Mw, un 75 por ciento más. Entre estos emprendimientos, se encuentra la ampliación de la capacidad de la central Güemes, de Pampa Holding (Mindlin) o los proyectos para una central de ciclo combinado en Loma de La Lata, a cargo del mismo empresario, o la de nueva generación en Chubut, responsabilidad del dueño de Emgasud, Ivanissevich. No son los únicos proyectos.

Solvay Indupa, asociada a Rafael Albanesi, ayer anunció una inversión de 150 millones de dólares para construir una central en Bahía Blanca que cuando genere los 165 Mw prometidos auxiliaría a la empresa química con la electricidad que requiera. El resto lo volcará al mercado en el marco de atractivo programa (para proveedores) de Energía Plus.

A pesar de que ese valor de la electricidad es muy superior al actual, puede pensarse que está relativamente contenido. En particular si se considera que el valor del gas que se utiliza para producir esa electricidad también está contenido, al menos por ahora. Hoy las productoras gasíferas comercializan ese carburante alrededor de 1,6 dólar el millón de BTU contra los seis dólares que se paga el que se importa desde Bolivia. Sobran indicios de que, paulatinamente, esos números irían arrimándose, lo que encarecería aquel insumo crítico y, presumiblemente, el de la energía producida con él.

El Plan Gas Plus, anunciado por el Gobierno hacia final del verano aporta otro indicio de que ese hidrocarburo subirá sí o sí. El criterio oficial plasmado en él es que el gas “nuevo”, que se extraiga en el futuro próximo, tendrá un precio si no totalmente libre, al menos superior al actual. Es la misma filosofía que el propio plan de Energía Total: el Gobierno no da marcha atrás con su política de contener los precios vigentes, pero deja libre el resto para estimular las inversiones en el sector.

Aquellos proyectos de nueva generación no tienen riesgo de ser eclipsados con la puesta en marcha de las centrales construidas con recursos públicos, como la Manuel Belgrano. Junto a la San Martín, aportarían al sistema 1600 mega, recién cuando ambas consigan estar funcionando plenamente. Pero ese aporte será rápidamente devorado por el aumento vegetativo de la demanda de electricidad, que se refuerza sustancialmente en época de pujanza industrial.

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