ECONOMíA

Lavagna, sin el FMI pero con un feliz Fin de Año

No perdió la cautela, pero tampoco disimula su entusiasmo. Incluso chicaneó a los mismos economistas que lo acosaron con pronósticos negros al inicio de su gestión. El ministro toma con calma los meses que le restan para “entregarle una cartera saneada y en marcha al próximo presidente”.

 Por David Cufré

“He visto con sorpresa que algunos analistas que antes hacían pronósticos apocalípticos ahora auguran un crecimiento de la economía muy superior al que nosotros calculamos con mucha moderación. Espero que esta vez tengan razón.” A Roberto Lavagna el brindis de fin de año le dio la excusa que necesitaba para festejar. El ministro se siente victorioso, en especial frente a los economistas del establishment, a quienes se permite azuzar. Para el resto de sus definiciones es mucho más cauto, seguramente para no quedar en off side frente a la realidad de la mayoría de los argentinos. Incluso ayer, al recibir a la prensa con triples y champán, evitó el tono entusiasta de Eduardo Duhalde y advirtió que el acuerdo con el FMI bien podría quedar para después de enero.
“Nosotros avanzamos. Si tuviéramos que esperar al acuerdo con el FMI o a que decida la Corte Suprema, la realidad nos pasaría por encima”, explicó Lavagna en una larga charla con periodistas. Después de repetir esa máxima varias veces, el ministro buscó ser más explícito: “Hasta ahora los que dijeron que el acuerdo se firmaba tal día de julio o tal día de agosto o tal día de diciembre se equivocaron, así que yo no hablo de fechas”. El ministro no advirtió o no le importó que sea Duhalde quien dio todas esas fechas. La última que arriesgó el Presidente fue la del 8 de enero. “El próximo 8 de enero habrá una reunión importante de las autoridades del FMI, pero esto no significa que el acuerdo sea inminente. Tranquilamente puede firmarse más adelante”, insistió Lavagna.
Lo único que consideró una señal significativa es que la misión del organismo que vendrá a Buenos Aires en la primera quincena del mes que viene hará una revisión de la economía “en el marco del artículo IV”. En rigor, esto no es más que otra auditoría, pero Lavagna explicó que es un requisito indispensable antes de la firma de un convenio y que el país no pasa por esa situación desde septiembre de 2000.
Mientras el jefe de Hacienda reunía en torno suyo a una gran cantidad de periodistas, en otro sector del Salón Padilla uno de sus colaboradores más importantes hacía otro pronóstico. En línea con la versión de Duhalde, sostuvo que el entendimiento con el FMI se firmará a mediados de enero, después de que el Gobierno se haya puesto al día con el Banco Mundial y con el BID, levantando los incumplimientos en que cayó desde noviembre. El compromiso del Fondo sería refinanciar el vencimiento de 1065 millones de dólares de enero y los subsiguientes hasta julio, y a la vez el BM y el BID volverían a hacer desembolsos a la Argentina y concederían préstamos adicionales para cubrir los 1000 millones de dólares que saldrán de las reservas para pagarles lo que se les debe.
Cuando este diario consultó a Lavagna sobre la cuestión, se mantuvo en sus trece de que no habla de fechas ni de hipótesis. “Ya veremos”, fue su respuesta preferida. También la usó para referirse a un eventual fallo de la Corte Suprema que ordene la redolarización de los depósitos. “Se dijo muchas veces que el fallo era inminente y hasta ahora no pasó nada”, remarcó. Ese es su estilo para contabilizar sus triunfos. En general esquiva la confrontación directa, pero deja en claro el pase de facturas. En cuanto a la posibilidad de que el Gobierno emita un bono para entregar a los ahorristas en caso de que se anule la pesificación, Lavagna dijo que “no la estamos analizando”.
Otra de sus definiciones fue que “no queremos que baje el dólar”. “Pero si el Banco Central no hubiera comprado el lunes 70 millones la cotización habría caído a 3,30”, señaló un periodista. “¿Van a seguir con ese nivel de compras?”, le preguntó. “Vamos a facilitar un aumento de la demanda”, respondió el titular de la cartera económica, anticipando que por la noche el Central anunciaría medidas (ver en esta misma página).
Su sensación de victoria es porque en lugar de trabajar para que el dólar no suba lo hace para que no baje, porque la inflación está controlada y porque se impuso en las peleas que tuvo durante el año con los economistas del establishment y con los ex presidentes del Banco Central Mario Blejer y Aldo Pignanelli. Lavagna deja que sus colaboradores hablen de todas esas cosas. Y frente a la pregunta de hasta adónde llegan sus aspiraciones políticas, contesta que después del 25 de mayo volverá a la actividad académica. “Mi objetivo es entregarle una cartera saneada y en marcha al próximo presidente”, dice, como un político. Su último anuncio fue que pasará unos días de vacaciones en Cariló, un balneario no tan lejos de Chapadmalal.

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Ministro Roberto Lavagna, con cara de muy felices fiestas.
 
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