ECONOMíA › NO HABRIA UN MILLON MENOS, SINO SOLO 119.600

La indigencia que no miramos

 Por Raúl Dellatorre

Con la baja en el precio de la canasta básica de alimentos y en el índice de precios al consumidor en mayo, 119.600 personas habrían dejado de ser indigentes y otras 46.500 habrían logrado superar la línea de pobreza, conforme a las estimaciones realizadas por la Consultora Equis. Estas cifras difieren ampliamente de las estimaciones hechas por el ministro de Economía, que una semana atrás anticipó que un millón de personas que estaban por debajo de la línea de indigencia en octubre de 2002 habrían logrado subir de ese escalón, mientras que otro millón de ciudadanos habría dejado de ser pobre. Aunque la medición efectuada por la consultora que dirige Artemio López sólo toma el valor de la canasta de consumo y no los ingresos de la población, no parece razonable que una caída en el desempleo entre octubre pasado y mayo, o un aumento en los ingresos de los trabajadores más sumergidos, pueda explicar semejante diferencia en el número de “emergidos”.
Según el Indec, son indigentes los que no pueden con sus ingresos comprar una canasta básica de alimentos. Y son pobres los que no logran cubrir los gastos necesarios para cubrir además otras necesidades básicas. De acuerdo a la evolución del IPC, la línea de pobreza retrocedió en mayo a 785 pesos en promedio por núcleo familiar. Si el ingreso de las familias se hubiera mantenido constante entre octubre del año pasado y mayo de este año, la cantidad de pobres se habría reducido, estadísticamente, en tan sólo 46.500 personas, que superaron apenas el umbral para ubicarse en la franja de “sectores medios bajos vulnerables”.
Según Artemio López, “sería sorprendente que una suba en el ingreso de las familias pueda explicar que las personas que saltaron la línea de pobreza sean un millón, como señaló el ministro, porque la baja en los gastos necesarios para cubrir las necesidades básicas sólo explica una porción mínima de esa cantidad”. Para que ello fuera posible, tendría que haberse verificado un muy fuerte descenso en la tasa de desocupación -cada punto de reducción representa unos 130 mil trabajadores incorporados al mercado–, una suba en los salarios de la población o un aumento de las horas trabajadas. Sin que aún se conozcan los resultados de la encuesta de hogares del Indec (recién se publicarán a mediados de julio), la percepción general no corrobora semejante movimiento ascendente en los ingresos.
Cuatro meses atrás, Roberto Lavagna desató una polémica cuestionando las estimaciones de pobreza e indigencia del Indec, sugiriendo que el listado de gastos tomados como referencia no eran adecuados. Por ejemplo, cuestionaba que los alimentos se tomaran por su valor promedio en el mercado en vez de medir los más baratos. Recalculando de ese modo los gastos en necesidades básicas, Lavagna concluía que los pobres no eran 19,8 sino 17 millones en octubre pasado, y los indigentes 6,7 millones en vez de 9,2. “Discutir el número exacto es absurdo, porque es sólo una estimación estadística”, señaló el titular de Equis. Lo importante es seguir la evolución y por más canasta para pobres que elabore Lavagna, sigue siendo un misterio cómo pudo concluir que hay un millón de indigentes menos que en octubre pasado.

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