ECONOMíA

La industria se despierta, pero sin boom productivo

Las perspectivas a corto plazo entre los industriales son alentadoras, aunque reconocen algunos límites a la recuperación que recién empieza. Para automotrices, textiles, químicas y petroquímicas, lo peor ya pasó.

 Por David Cufré

Más allá de las particularidades de cada sector, la actividad industrial está dejando atrás un largo período de oscuridad. Los niveles a los que había caído eran tan profundos que la recuperación recién empieza a tomar forma. Para lo que resta del año y para el próximo, las expectativas de los industriales son alentadoras, aunque descartan que pueda sobrevenir un boom productivo. Imaginan que los avances serán lentos pero constantes, que la inversión aparecerá en cuentagotas y estará orientada a acrecentar las capacidades productivas antes que a desarrollar grandes proyectos. Y reconocen que el empleo tardará en aparecer de manera significativa. El principal obstáculo, afirman casi por unanimidad, es la falta de financiamiento a mediano y largo plazo. Y en algunos rubros, los conflictos con Brasil y el Mercosur.
La Unión Industrial Argentina trasladó al interior del país sus encuentros de junta y comité ejecutivo. En esta oportunidad, las actividades se desarrollaron en San Salvador de Jujuy, adonde fue posible conocer de primera mano las opiniones de los empresarios. Dentro del marco general descripto al comienzo, Página/12 indagó sobre lo que ocurre en tres sectores, cuyas realidades permiten dar un pantallazo general a la industria en su conjunto.
- Automotor: La industria automotriz pasó de ocupar una posición de liderazgo en los años ‘90, gracias a los subsidios de Domingo Cavallo, a ser la más golpeada por la devaluación. El presidente de la Asociación de Fabricantes de Autos (Adefa) y titular de Renault, Juan Manuel Lardizabal, señaló que el sector atraviesa una etapa de “administración de la crisis”, que ya dejó atrás su peor cara.
El año pasado se vendieron 90 mil unidades en el mercado interno, que subirán a 130 mil este año. Las cifras son muy lejanas a los 350 mil vehículos que se colocaban en promedio durante la última mitad de la década pasada. “Todavía es demasiado pronto para arriesgar un pronóstico para 2004, pero podemos imaginar un piso de 160 mil y un techo de 200 mil unidades vendidas”, orientó el empresario. “Estamos en un punto de inflexión a partir del cual habrá una tendencia nítida de crecimiento”, puntualizó luego. En setiembre la demanda interna volvió a crecer, adelantó.
Las terminales necesitan vender por lo menos 250 mil vehículos al año, mientras que la producción debe llegar a 300 mil y este año rondará las 160 mil. En 2004, la fabricación treparía a 200 mil.
Las distancias entre lo que debería ser y lo que es demoran la recuperación del empleo. En Renault, por ejemplo, el objetivo para los próximos meses es que los operarios vuelvan a trabajar cinco días a la semana, contra los tres actuales. “El crecimiento va a ser lento pero sostenido”, insistió Lardizabal. Por otra parte, explicó que las ventas de utilitarios y de pick up fueron las que menos cayeron, debido a que el sector rural mantiene una demanda firme.
- Textil: Su historia es la contracara de la industria automotriz. De parias en los ‘90, barridos por la apertura comercial, a ganadores con la devaluación. El Indec advirtió semanas atrás que si el sector no apura inversiones llegará pronto al techo de su capacidad productiva. Jorge Sorabilla, socio fundador de la Fundación Pro-tejer, relativizó esa versión. “El sector en su conjunto está trabajando al 75 por ciento de su capacidad instalada. Pero hay algunos rubros, como el de fibras sintéticas, sábanas y toallas, que está al 50 por ciento”, explicó.
De todos modos, Sorabilla adelantó que las compañías irán haciendo inversiones puntuales para incrementar su capacidad productiva. “Para que la actividad se consolide hay que superar dos problemas: el primero es lacasi total ausencia de crédito y el segundo es la incertidumbre por la relación con Brasil”, evaluó. “Hoy se compra todo al contado y eso retrasa la salida”, refirió en el primer caso. “Si Brasil tiene libertad para enviarnos todo lo que le sobra, con el 10 por ciento de su producción nos copan el mercado”, alertó.
En cuanto a la situación del empleo, la actividad en su conjunto, empezando por los productores agropecuarios, pasando por la industria y los diseñadores y terminando en los comercializadores, generó este año 50 mil puestos de trabajo. Muchos de ellos, admitió Sorabilla, en negro. Pero reveló que las cámaras empresarias trabajan con la AFIP para desarrollar un esquema de aportes flexible y un plazo de gracia de hasta tres años para regularizar su situación.
- Química y Petroquímica: “La mayoría de las empresas está trabajando al 80 o 90 por ciento de su capacidad”, explicó Oscar Vignart, presidente de Dow Chemical y secretario de la UIA. Como en el caso de textiles, sostuvo que “habrá inversiones para incrementar los volúmenes de producción, pero no grandes proyectos”. Un dato relevante es que así sería “por lo menos durante los próximos 24 meses”. La imposibilidad de generar un mayor desarrollo radica “en la falta de financiamiento a 3 o 5 años de plazo”. Las dificultades se concentran en el sector financiero, que tampoco consigue fondearse a esos plazos, pero la fabricación de productos químicos y pretroquímicos está en un momento de auge. Y Brasil, además, sigue ofreciendo buenas oportunidades de negocio. De allí que la UIA tenga una posición ambivalente respecto del Mercosur: para algunos es una amenaza y, para otros, una fuente de ganancias.

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Volver a empezar, después de un largo período de oscuridad.
 
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