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“Con esto cumplimos lo que prometimos en la campaña”

El Gobierno evalúa que su rápida decisión será comprendida y avalada por la sociedad. Gustavo Beliz anunció la medida y se llevó una parte importante del crédito.

 Por Fernando Cibeira

En el Gobierno suponían anoche que la drástica resolución tomada a menos de 24 horas de conocido el primer caso de corrupción de la era Kirchner tenía que resultar, a ojos de la gente, más beneficioso que perjudicial. “Fue lo que prometimos en la campaña”, explicaba un funcionario cercano al Presidente. “Que algún caso de corrupción podía haber porque a veces no se puede evitar, pero que la reacción sería inmediata”, agregaba. El ministro de Justicia, Gustavo Beliz, explicó que con la decisión de echar al jefe de la Policía Federal, comisario general Roberto Giacomino, se buscaba recomponer el crédito perdido ante la sociedad “que si no se recupera convierte al Estado en una cáscara vacía”.
La confirmación de Giacomino al frente de la Federal fue una de las sorpresas en el arranque del gobierno de Kirchner. Luego del descabezamiento de la cúpula de las Fuerzas Armadas se suponía que el santacruceño utilizaría la misma estrategia para recomponer una policía cuestionada que tenía en su haber la muerte del joven Ezequiel Demonty, ocurrida en septiembre del 2002, en manos de una patota policial de la Comisaría 34ª (ver nota central).
En la Rosada recordaban anoche que para la continuidad de Giacomino había resultado decisivo el pedido del Jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra. Supuestamente, Giacomino le garantizaba ascendencia sobre la tropa de calle mientras que el preferido de Beliz para el puesto, el actual subjefe, Eduardo Prados, tenía una carrera más vinculada con tareas administrativas. “Ibarra temía que le armaran una ola de secuestros durante la campaña electoral, y la continuidad de Giacomino le garantizaba que todo se mantuviera tranquilo”, explicaban.
También recordaban la vinculación del ex jefe policial con Carlos Ruckauf y su ascenso durante la gestión en Seguridad de Juan José Alvarez, hoy flamante integrante del gabinete de Felipe Solá.
Con todo, Kirchner confirmó a Giacomino. Y, pese a que los antecedentes dejaban un margen para desconfiar, el Presidente y su entorno se quedaron pasmados después de que Beliz, anteayer, le contó los detalles de la maniobra que habían detectado en la informatización del Hospital Churruca. “Todavía no puedo creer que haya actuado con tanto desparpajo”, sostenía anoche un alto funcionario que cada tanto trataba con el jefe policial.
También decía que, en lo estrictamente profesional, en el Gobierno estaban conformes con lo actuado por Giacomino, sobre todo luego de que se conocieron los últimos datos que mostraron una baja en los índices de delitos en la Capital. En ese sentido, reconocían que los deseos de Ibarra se habían cumplido: los delitos no se incrementaron durante la dura competencia electoral porteña sino que los niveles de secuestros en el área metropolitana resultan irrisorios al lado de lo que sucede pasando la General Paz.
“Hay que echarlo”, le ordenó Kirchner a Beliz apenas lo puso al tanto del caso. Lo mismo le dijo el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Beliz se comunicó con Giacomino, en plena madrugada de Francia, adonde había viajado para participar de una reunión de Interpol. Es que hasta el miércoles, cuando la vida todavía le sonreía, el ahora ex jefe policial tenía en el bolsillo un importante puesto en la dirección de Interpol. Beliz le rompió el sueño: a las cinco de la madrugada de Lyon le ordenó que volviera de inmediato.
La aparición de Beliz en la conferencia de prensa fue una muestra de la importancia que el Ministerio de Justicia le dio a la primera investigación de su cartera de la que se conocen resultados. Apareció junto al vocero presidencial Miguel Núñez y toda la primera plana de su ministerio, incluido el ex árbitro Javier Castrilli, a quien sacó de una reunión sobre la seguridad en el fútbol. Rodeado de los secretarios Abel Fleitas Ortiz de Rozas, Norberto Quantín, Pablo Lanusse y José María Campagnoli, el ministro sostuvo que su deseo era conseguir seguridad pero “con manos limpias”. Beliz dio detalles de las maniobras ilícitas y adelantó que junto a Giacomino también se iría el superintendente de Bienestar de la Policía Federal, comisario general Raúl Pigretti, quien supuestamente tendría que haber controlado la operación armada por el ex jefe policial.
“Esto es casi una caricatura de lo que es la corrupción”, sostuvo Beliz, al explicar punto por punto los pormenores de la maniobra. El ministro fue puntilloso en no dar un paso más allá de lo denunciado. Pese a que los ex fiscales abundan entre sus colaboradores, ni siquiera se animó a encuadrar el tipo de delito en el que podrían haber incurrido Giacomino y su parentela –”La tipificación penal queda en manos de la Oficina Anticorrupción”, explicó– y adelantó que continuarán con las auditorías en las operaciones realizadas por las fuerzas de seguridad. Una de las preocupaciones era puntualizar que no había responsabilidades políticas: la maniobra se concibió en los días previos a la asunción de Kirchner y se concretó aprovechando la confusión de la transición.

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