ECONOMíA › POR QUé SE NECESITA UN MINISTERIO DE ECONOMíA POPULAR, SEGúN EMILIO PéRSICO

“El asistencialismo no alcanza”

El titular de la Secretaría de Agricultura Familiar analiza el proyecto de creación de una cartera dedicada al sector de la economía que no es mano de obra del Estado ni del mercado. “Scioli está dispuesto a avanzar”, asegura ante Página/12.

 Por Raúl Dellatorre

“La economía popular hoy es un problema, no una solución.” Así, de manera casi provocativa, Emilio Pérsico, titular de la Secretaría de Agricultura Familiar y uno de los principales referentes de las organizaciones populares que reclaman la creación de un Ministerio de la Economía Popular, abre el diálogo para explicar la lógica de un conjunto de actividades o formas de producción que, según asegura, abarca a un tercio de la fuerza productiva en el país. La creación de una cartera específica para tratar esta problemática figura en la agenda de Daniel Scioli. “Está dispuesto a avanzar”, destaca. “El principal obstáculo es la resistencia al cambio. La de quienes se conforman con mantener la inercia de la política asistencial como única respuesta”, desafía.

–Dicho así, parecería que está cuestionando severamente el modelo de inclusión de estos años...

–No cuestionamos este modelo, al contrario. Las organizaciones populares crecimos y nos desarrollamos con este gobierno. Cuando empezamos con la organización piquetera, peleábamos por planes sociales y comida. Planes que en ese momento eran de 150 pesos. Fue antes del kirchnerismo. Me acuerdo que Néstor (Kirchner) me decía “miren qué bajo que hemos caído, antes luchábamos por la liberación”. Y la primera tarea fue que los compañeros recuperaran el trabajo. Con este gobierno pudimos coordinar con el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Desarrollo Social esa tarea y vino la etapa de la dignidad, cómo dignificar el proceso de trabajo que habíamos generado. El shock distributivo que provocó este gobierno fue muy grande, pero eso es una etapa. Y hubo políticas públicas que le dieron salida a lo social, pero ahora se necesita darle una salida económica, sustentable en el tiempo. Hay que pasar a una salida productiva, que no está dada ni va a estar dada nunca por el mercado.

–¿En qué consiste la propuesta de un Ministerio de Economía Popular?

–Lo charlamos mucho con Daniel. El es muy trabajador, le gusta conversar sobre estos temas, entiende el problema y, como nosotros, cree que está dentro de lo que el Papa Francisco define como las prioridades de las tres T (Tierra, Techo y Trabajo). Por eso le gustaría poder solucionarlo, y con política económica, porque el asistencialismo ya no alcanza. Está dispuesto a avanzar en esto y nosotros le mostramos y lo interesamos por otras experiencias en América latina, como las de Lula en Brasil, o la de Ecuador, donde Rafael Correa creó una superintendencia de control de mercados para combatir las prácticas monopólicas. Son experiencias de organización popular, relacionadas con el poder popular, que le dan estabilidad a las políticas que se vienen aplicando. Son mecanismos de discusión y participación con las organizaciones populares, no la participación a cambio del choripán y la coca, como lo descalifica la visión pequeño burguesa.

–¿Qué obstáculos piensan que van a enfrentar para poder concretar esta idea?

–El principal obstáculo es la resistencia al cambio. La de quienes se conforman con mantener la inercia de la política asistencial como única respuesta. Ojo que este proyecto no va en contra de todo lo que se hizo desde Desarrollo Social. Yo a Alicia (Kirchner) la tengo en un altar. Lo que planteo es que el modelo económico hoy es mucho más complejo. No es una sola economía, son tres: la de mercado, la estatal y la economía popular. El otro desafío es convencer a los economistas de la necesidad de propuestas innovadoras, y que éstos luego influyan sobre los políticos para llevarlas a cabo. Algunos ya están trabajando en el tema: Andrés Asiain, José Luis Coraggio, Silvina Batakis, Patricio Nadorowsky.

–¿Por qué lo plantea como un problema y no como una solución?

–Porque lo primero es visualizar el problema, aceptar que existe. Después buscarle la solución. El trabajo en blanco es ordenador de un proyecto de vida, pero hoy una tercera parte de la fuerza productiva no tiene trabajo en blanco, y probablemente no vaya a conseguirlo, al menos en la mayoría de los casos. ¿Cuál es la razón principal por la que crecen las villas en la Ciudad de Buenos Aires o cerca de la ciudad? Son compañeros que vienen del interior, o de países vecinos, más atraídos por el subsidio que por la posibilidad de conseguir un trabajo. Porque juntos, organizados, tienen más chances de obtener un subsidio. Desde la derecha o desde el mercado, la respuesta sería expulsarlos. Desde un modelo popular, inclusivo, lo primero es reconocerle un derecho, el subsidio. Pero sabemos que eso no alcanza, no es la solución definitiva. Tenemos que encontrarle una inserción productiva. Entonces tenemos un problema, pero no la solución. Lo llamamos economía popular para plantear el problema y buscarle la solución. Que creemos que surge de los mismos procesos de organización popular que se desarrollaron en estos años. Los trabajadores organizados tienen la capacidad de transformar las realidades locales y constituirse en un modelo alternativo al modelo de mercado de los capitales concentrados. Pero necesita, para consolidarse, del apoyo del Estado, por supuesto.

–¿En qué consistiría ese apoyo, en un reconocimiento institucional a esa economía informal?

–Los procesos autogestivos de trabajadores, los cooperativos, los de la agricultura familiar, de autoempleo, han adquirido una importancia que puso el tema en la agenda y llevó a que se reclame la creación de un Ministerio de la Economía Popular para atender esta necesidad. No es un problema sólo de un sector de la sociedad, sino del propio modelo de inclusión en marcha. Estamos convencidos de que resolvemos este problema para darle un lugar en la economía a este sector productivo que está excluido del mercado, o “se llevan puesto” este proceso de construcción.

–¿En dónde perciben los riesgos para este proceso?

–Los trabajadores de la economía popular tienen que poder sostener un proyecto de vida a largo plazo. Un tercio de la mano de obra del país se desempeña en algunas de las formas de economía popular. No son ni mano de obra del mercado ni del Estado. Y no es una forma improductiva de trabajo. El trabajador que tiene un plan de 2400 pesos para limpiar las calles para la municipalidad no se muere de hambre, porque produce sus alimentos o la familia hace la ropa con que se viste. Hay una productividad oculta ahí. El costurero que trabaja en su casa, con la máquina de coser que recibió por un plan social, que hace una prenda que se vende en una feria a precios populares, compite con la prenda de bajo precio que viene desde China. Ahí hay sustitución de importaciones. La dignificación del trabajo se tiene que dar permitiendo que esa prenda siga teniendo un precio popular, porque cumple un rol en la economía. En todo caso, que sea la prenda la subsidiada, no el trabajador, que debe recibir un sueldo digno.

Si legalizamos la actividad desde el proceso de producción, se legaliza toda la cadena. El problema que hubo hasta ahora con las ferias como La Saladita es que se buscó legalizar el comercio, pero no la prenda.

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“La economía popular tiene que poder sostener proyectos de vida a largo plazo”, explica Pérsico.
Imagen: Rafael Yohai
 
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