ECONOMíA › PANORAMA ECONOMICO

Brasil querido

 Por Julio Nudler

Brasil, ese socio “mediocre” al que se ató la Argentina por imperio de la geografía, será en algún tiempo una de las economías líder del mundo, en una escala a cuyo tope estará China. Por ahora, ésta es la predicción considerada más seria, aunque nada garantice su exactitud. Se recordará que hasta poco más de una década atrás se pronosticaba el inevitable liderazgo de Japón, predicción luego desmentida por los hechos. Pero, aun con todas las prevenciones del caso, sería curioso que la Argentina, como otros países de la región, orientase sus afanes de integración comercial hacia Estados Unidos y la Unión Europea, dos gigantes que parecen condenados a un retroceso por lo menos relativo, que especialmente en el caso de Europa ya ha comenzado y la relegaría a un plano secundario.
Aparte de lo divertido que resulta jugar con series tendidas hacia el futuro, el asunto interesa particularmente a quienes manejan grandes fondos de inversión y tienen que descubrir dónde estarán los negocios. Esto movió a la casa Goldman Sachs a intentar predecir cómo irá transformándose el tablero económico mundial en los próximos cincuenta años. Desde que se difundieron sus conclusiones, el estudio se transformó en una obsesión para los estrategas. Esta misma semana, Paul Kennedy, catedrático de Historia en la Universidad de Yale, advertía que como el poder económico y el militar van de la mano, la hegemonía bélica norteamericana no tiene tanto futuro como pueda creerse. “Ni el océano Indico ni el Pacífico occidental serán un lago estadounidense dentro de 50 años”, infiere Kennedy.
De la prospección que condujeron Dominic Wilson y Roopa Purushothaman para Goldman Sachs surge que cuatro países hoy calificados como “emergentes” irán ganando posiciones hasta ejercer un papel prevalente y hasta dominante en el mundo, eclipsando a varias de las actuales potencias centrales. A ese grupo en ascenso lo designan BRIC, por las iniciales de sus integrantes: Brasil, Rusia, India y China, aunque, ordenándolos por eventual poderío, habría que colocar primero a China, seguida de India, después Brasil y por último Rusia, la que mayores dudas suscita.
Hoy el Producto Bruto conjunto de ese cuarteto sólo representa un 15 por ciento del que generan anualmente las naciones del G-6 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia), pero para el 2040 lo habrá sobrepasado. En ese momento, sólo Estados Unidos y Japón permanecerán en el G-6. Ningún país europeo logrará sostenerse en él. Para llegar a tan sorprendente resultado no se ha supuesto ningún milagro económico: simplemente, que los cuatro miembros del BRIC mantengan su ritmo de crecimiento –lo cual, ciertamente, no está garantizado, además de poder producir catástrofes ecológicas–.
Aunque lo más entretenido sea imaginar cómo esos vastos países expulsan de los primeros peldaños a alemanes, franceses o británicos, el dato más importante es que, en su ascenso hacia la cumbre, esos países se convertirán muy pronto en los más dinámicos generadores de nueva demanda. Según el estudio, sólo habría que esperar hasta 2009 para que el incremento anual de gasto, medido en dólares, de los BRIC sea superior al del actual G-6, y duplique holgadamente su nivel actual.
Esto quiere decir que ese conjunto de economías, entre las cuales se incluye a la brasileña, constituirán los mercados con mayor demanda adicional. Si esto es así, la integración con Brasil puede representar para la Argentina una gran oportunidad: disponer de acceso directo e irrestricto a un mercado de varias veces su tamaño y en sostenido crecimiento, a una tasa que Goldman Sachs sitúa en un nada tropical 3,6 por ciento anual.
Si esto fuese así, no sería muy inteligente, para el futuro argentino, degradar la integración con Brasil, retrotrayéndola de la actual unión aduanera (con arancel externo común) a una simple área de libre comercio, ni apresurarse a licuar el Mercosur en acuerdos más amplios, como el ALCA, diluyendo así la ventaja competitiva frente a terceros proveedores de Brasil. Sin las manos atadas por la convertibilidad, que sobrevaluaba el peso, y con una política fiscal y monetaria ordenada, la Argentina puede volver a ser vista, al igual que lo fue en algún momento, como una buena plataforma para producir con destino al poderoso vecino.
Pero hay algo más, y es la prevista revaluación de las monedas de los países BRIC, por obra de los capitales que estarán atrayendo al ofrecer las mejores oportunidades de inversión. En realidad, como las economías se miden por el PIB y éste se genera en moneda local, parte del avance de, por ejemplo, la India respecto de Estados Unidos se deberá a la apreciación de la rupia frente al dólar. Vale decir que, además de aumentos de productividad y de población (Brasil tendría 233 millones de habitantes en 2050), también intervendrá una paulatina revaluación real que “inflará” el Producto.
Este es otro factor a tener en cuenta, porque es más fácil competir en un mercado cuya moneda se está apreciando, y para el cual por tanto se abaratan las importaciones, y no en otro donde se deprecia, como está pasando con Estados Unidos. Desde este punto de vista, establecer una moneda única para el Mercosur no sería una idea muy feliz, como hoy mismo están viendo los países menos aventajados del euroclub. Según el informe citado, el tipo de cambio real de las monedas del BRIC podría subir hasta un 300 por ciento.
Aunque los estadounidenses sigan siendo más ricos que los chinos, individualmente considerados, en el año 2041 China superaría en dimensión económica a EE.UU. Para el 2050, encabezaría el ranking con un Producto igual a 45 billones de dólares, 10 más que el norteamericano, situándose en tercer lugar India con 27 billones. Este es un orden que cuesta imaginar desde el presente, pero el proceso en esa dirección ya está en marcha. Los países capitalistas más desarrollados se habían habituado a perder, a manos de algunos emergentes, industrias como las de textiles, zapatillas o juguetes por razones salariales. Pero estos últimos años están emigrando hacia India y algunos otros periféricos sectores de alta tecnología, que buscan y encuentran mano de obra calificada, pagando remuneraciones mucho más bajas. En estas condiciones, lejos de ceder, las presiones proteccionistas van a arreciar en los países centrales.

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